«Comencé a realizar autopsias en Río Cuarto en el 91. Hoy estoy jubilado. Hice más de 2500. El ADN es una prueba irrefutable en el mundo», afirmó uno de los forenses del caso Dalmasso, Guillermo Mazzuchelli.
En declaraciones al programa radial Póster Central, aseguró que en la causa «hay tantos otros elementos que nosotros desconocemos, que están en el expediente y en la fiscalía».
«Nosotros podemos hablar del ADN, de lo que hicimos nosotros. No hay contaminación, pero hay una serie de elementos que hay que probarlos y eso va a ser difícil e importante en el momento que se puedan probar», explicó este sábado.
Luego de recordar que junto con la doctora Ferreyra y el doctor Subirachs declararon durante 10 horas cada uno ante el fiscal Javier Di Santo en los comienzos de la investigación, Mazzuchelli dijo que se trata de un «homicidio por estrangulamiento, el tema es quién lo hizo». «El ADN que hay en la víctima o en el cinto, todo eso hay que probar cómo llegó y cómo estuvo ahí”, agregó.
Además, el forense comentó que, «con la lectura de la escena del crimen», junto a sus colegas que actuaron en el caso, sostienen que «hubo una relación sexual antes ó durante el hecho».
Por último, reflexionó sobre el trabajo forense y de la policía judicial y comentó que es siempre cuestionado. «Nosotros sabíamos perfectamente lo que habíamos hecho», concluyó.
Para el fiscal, el móvil del crimen fue pasional y económico
Si bien no quiso entrar en detalles sobre la pieza acusatoria por una cuestión de «prudencia», el Fiscal de Instrucción de la Fiscalía Móvil de Río Cuarto, Luis Pizarro, afirmó que, respecto a Marcelo Macarrón, el móvil que tuvo en cuenta es el «pasional o sentimental y el económico».
En conferencia de prensa durante el mediodía de este jueves, el Fiscal aseguró que ha valorado la prueba genética y agregó que trabajaron con «las pruebas que ya había y con testimoniales nuevas». «En función de toda la prueba incorporada en la causa, hemos llegado al grado de probabilidad exigido en esta etapa de la investigación como para elevar la causa a juicio», explicó.
Además, Pizarro expresó: «Obviamente que no intervino Macarrón solo pero no me voy a explayar al respecto. Estamos investigando. Mi convicción está apoyada en pruebas, no es solamente lo que yo pienso sino lo que la prueba me dice. En la prueba que tenemos colectada, hemos entendido que hay probabilidad para elevar la causa a juicio. Tenemos pruebas testimoniales, documentales y periciales. Marcelo Macarrón, con distintas personas, acordaron la muerte de su esposa y las motivaciones están, al menos para la Fiscalía, claras y son desaveniencias matrimoniales y económicas entre la pareja», aseveró Pizarro.
La investigación por el crimen de Nora Dalmasso, el cual en noviembre cumplirá 13 años, no tiene nuevos imputados y el único es Marcelo Eduardo Macarrón, quien está acusado de Homicidio Calificado –por el vínculo, por alevosía, y por precio o promesa remuneratoria-, de acuerdo al artículo 80, inciso 1,2 y 3 del Código Penal.
Las palabras del Fiscal llegan pocos días después de que haya solicitado la elevación de la causa a juicio.
En tanto, la defensa de Macarrón tiene tiempo hasta el viernes 4 de octubre para apelar la resolución de Pizarro. En caso de hacerlo, pasará al Juez de Control quien deberá hacer lugar a la apelación o rechazarla.
Tantas veces la mataron
* Por Pablo Callejón, publicada el 26 de noviembre de 2018
El último de los fiscales que desfiló en la causa por el femicidio de Nora Dalmasso podrá jactarse de haber desechado definitivamente el valor probatorio del ADN en la zona genital de la víctima y en el cinto de la bata con el que fue asesinada. La interpretación de indicios y testimonios enredados en más de 70 fojas del expediente pudieron más que la única prueba objetiva, certificada por el Centro Forense de la Florida, en los Estados Unidos.
Luis Pizarro acusó al viudo de haber instigado la muerte de la mujer en la noche tormentosa del 25 de noviembre del 2006. Le arrebató la imputación como autor material del homicidio y Macarrón salió aliviado de Tribunales, en una caminata imperturbable hasta el taxi de la plaza que lo devolvió a su consultorio de traumatólogo. La sonrisa irónica de su abogado, Marcelo Brito, ratificó el escenario que más complace al letrado cordobés. La cancha se embarró una vez más y en la búsqueda de un nuevo móvil del hecho, ya nadie podría aventurar con algún grado de certeza quién fue el asesino de Nora.
El fiscal Javier Di Santo inició su raid de imputaciones en las sospechas hacia un abogado con perfil de amante, viró en busca de un pintor homicida con apetitos sexuales y se derrumbó en la acusación al hijo de la víctima, sin más elementos que un haplotipo del linaje familiar. La posta la tomó el fiscal Daniel Miralles, quien en tiempo récord acusó al viudo sustentado en el aporte objetivo del ADN, a la espera de poder fundamentar la ventana horaria de un vuelo en madrugada desde Punta del Este. Con pocas opciones por indagar, Pizarro quiso dejar su impronta en la instrucción y recuperó la sospecha de la madre de Nora, quien había hablado de un crimen por encargo. La interpretación del fiscal quitó a Macarrón de la escena del crimen y lo convirtió en la mente siniestra de un homicidio a distancia. Las convicciones del funcionario vaciaron a la causa de su prueba fundamental y alejaron -¿definitivamente?- la posibilidad de sentar en el banquillo de los acusados al principal sospechoso por el homicidio de la víctima.
Pizarro apuntó a un móvil económico, sin dar ninguna precisión sobre la disputa que habría motivado a Macarrón a ordenar el crimen de su esposa. Brito aseguró que no hay elementos probatorios “a los que haya accedido la defensa” que permitan suponer un vuelco en la instrucción, ni testimonios tomados recientemente que desnuden una disputa por bienes ó dinero entre Macarrón y Nora. “Di Santo recorrió todas las escribanías y bancos y no hay una sola prueba que pusiera de manifiesto que en el patrimonio de mi defendido, en el momento de la muerte de la señora, hubiera un bien ó dinero que no fuera producto de la unión conyugal. El resto, son especulaciones alocadas», sentenció el defensor en diálogo con Póster Central.
Para Brito, solo hubo una interpretación personal de los datos históricos que impulsaron el cambio de hipótesis y carátula. Esa lectura del fiscal fue un golpe de efecto sobre una investigación que pareció desplomarse de sus cimientos de fango.
El 25 de noviembre de 2011, al cumplirse 5 años del femicidio de Nora, el forense Martín Subirachs afirmó que “desde lo médico legal el homicidio está resuelto”. El estudio genético había confirmado que no hubo contaminación de muestras y el ADN tenía nombre y apellido.
El especialista declaró durante más de 30 horas junto a Guillermo Mazzuchelli y Virginia Ferreyra frente al fiscal y los abogados que los interpelaron hasta el cansancio. “Fuimos interrogados más tiempo que los jerarcas de la Dictadura”, ironizó.
La estrategia de confusión con los peritos de parte Osvaldo Raffo y el criminalista Raúl Torre, no pudo derrumbar el trabajo forense que logró sobrevivir al descrédito judicial.
“El ADN ha sido el adelanto más importante para la Justicia penal. Desde lo científico tiene un valor probatorio fundamental. En el Caso Dalmasso, desde los primeros días posteriores a la muerte dijimos que si alguna vez se resolvía era por las pruebas genéticas. Nunca afirmamos que hubiera violación, sino que hubo un acto de sexual con algo de violencia. Para nosotros fue un crimen pasional”, relató Subirachs, quien aseguró que la muerte de la mujer se produjo durante la relación sexual ó poco después. En la escena del crimen, solo había ADN del viudo.
Pizarro apostó por la teoría de quienes consideran que a Nora la mataron por motivaciones políticas y económicas. Es la presunción de un crimen por encargo en medio de intereses que alcanzaban hasta las máximas autoridades provinciales.
Según surge de la acusación del investigador, Macarrón “presumiblemente unos meses antes del 25 de noviembre del 2006, en acuerdo delictivo con personas aún no identificadas por la investigación, por desavenencias matrimoniales de parte de Macarrón y con la intención por parte de sus adláteres de obtener una ventaja, probablemente económica y/o política del estrépito de su eventual muerte, planificaron dar muerte a Nora Dalmasso”. Demasiadas imprecisiones para poner de cabeza una causa que quedó a merced de la mirada discrecional de cada fiscal a cargo.
La noche en que asesinaron a Nora, no funcionaron las cámaras de ingreso a la Villa Golf. La mujer había llegado de una reunión con amigas y se recostó en la habitación de su hija, en la planta alta. El perito químico y los forenses coincidieron en el hallazgo de semen en la zona genital de la víctima y resaltaron que murió tras un acto sexual. La nueva imputación descarta la conclusión científica y apunta a un sicario que accedió a la vivienda con las llaves y los datos que les habría aportado Macarrón, como instigador del crimen.
El fiscal argumentó que a Nora la mataron “ejerciendo una fuerte presión con sus manos, anulando así toda posibilidad de defensa” mientras dormía y luego, el asesino “habría utilizado el cinto de toalla de la bata de baño que se encontraba en la habitación, realizando un ajustado doble lazo alrededor del cuello, ocasionando la muerte por asfixia mecánica”. En el cinto de la bata, solo se halló ADN de Marcelo Macarrón.
En 12 años, la Justicia sospechó de un amante, acusó de homicida a un pintor “que se fue de boca”, apuntó por abuso al propio hijo de la víctima y decidió imputar al viudo por homicidio y luego, como el cerebro de un crimen por encargo con varios implicados aún no reconocidos. Los desvaríos fueron tales, que en algún momento hubo dos imputados con dos acusaciones diferentes. En la instrucción se involucraron cinco fiscales y se abrieron varias causas paralelas por dádivas a investigadores y aprietes a testigos.
A poco de cumplirse 12 años del homicidio, la Justicia lanza la hipótesis más difícil de probar y quita al acusado de la escena del crimen. Macarrón llegó a la indagatoria inmerso en especulaciones que advertían sobre su eventual detención, ante un fiscal reconocido por ser inflexible en enviar a prisión a los acusados por narcomenudeo. 20 minutos después se retiró en un cómodo silencio. A Nora la mataron tantas veces que parece, no haberla matado nadie.