Insólito: Un hombre intentó hacerse pasar ante la Justicia por el golpeador buscado y terminó preso

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En un insólito episodio, un hombre se presentó ante la Policía e intentó hacerse pasar por Telésforo Uño Flores, el prófugo condenado por abuso y golpes con una correa de camión a su hijastra de 10 años. El impostor llevaba el DNI de Uño Flores y había llegado con su camioneta. Sin embargo, el fiscal de instrucción Javier Di Santo determinó que se trataría de un hermano y resolvió su detención. Está semana será indagado por falsedad.
La semana pasada, el fiscal Di Santo ordenó la detención de Uño Flores, quien había recibido una condena leve por parte del juez Emilio Andruet y recuperó la libertad. El fallo del magistrado no fue apelado por el fiscal de Cámara Jorge Medina y la sentencia quedó firme.
Tras una nueva denuncia de su ex pareja, el fiscal ordenó la detención del acusado por desobediencia, debido a que vulneró una orden de restricción. Sin embargo, cuando fueron a buscarlo ya no estaba en el lugar.
Hay un alerta nacional y se informó a Gendarmería ante el temor de que pudiera intentar salir del país.

La niña de las alas rotas – Por Pablo Callejón

La niña de 10 años estaba asustada y permanecía escondida en una habitación a oscuras, inmóvil. Aunque afuera de la casa el calor era sofocante, ella vestía una polera de cuello alto y un jeans. Los especialistas de la SENAF le preguntaron por qué no se desabrigaba un poco y la niña dejó ver los moretones que recorrían en un violáceo intenso sus brazos. Con titubeos, les contó que su padrastro la había golpeado durante 15 minutos en la cocina con la correa de un camión. Expresó que su mamá estaba en el Hospital y que no gritó ni se defendió para evitar que la golpeara aún más. El agresor ya lo había hecho antes y nunca paraba. La niña intentó escapar de la vivienda, pero había quedado encerrada con llave, en medio de un silencio fragoso.
Ese día, el padrastro la azotó hasta inmovilizarla porque la comida estaba “demasiado salada”. La niña cocinaba para la familia en la casa de ladrillos del barrio de Las Quintas, el lugar al que había llegado desde el norte del país para cuidar a sus hermanos.
Después de cada paliza, la niña vestía con ropa amplia para cubrir las lesiones. Sabía que nunca la llevarían al médico y era su hermanita de solo cuatro años, la encargada de curarla con alcohol y hielo.
Telésforo Uño Flores tiene 39 años y solo fue condenado a 3 años de prisión en suspenso. El fiscal de Cámara Jorge Medina había solicitado 6 años de condena efectiva, pero la Cámara Segunda del Crimen redujo el monto de la pena hasta garantizar la libertad del imputado por “lesiones leves y abuso sexual agravado”.
Aunque los golpes no pusieron en riesgo la vida de la niña, Medina advirtió sobre la gravedad de las lesiones y el averno en el que convivía la víctima.
Días después de la primera golpiza, cuando las heridas aún marcaban el cuerpo endeble de la criatura, Uño Flores apeló nuevamente a la correa de su camión porque “los pisos de la cocina estaban sucios”. El cuerpo de la niña quedó con moretones en la espalda, los glúteos y las piernas.
El 31 de diciembre de 2018, en la previa de año nuevo, el padrastro tomó un cinto y la atacó una vez más “por no haber cuidado a una de sus hermanas menores”, quien es hija del agresor. El informe forense reveló “múltiples hematomas en región posterior de tronco y ambas extremidades, superiores e inferiores, bilaterales de considerable tamaño, algunos con signos de flogosis, otros con excoriaciones en etapa de crosta”.

La Justicia sospecha que el padrastro buscaba controlar a golpes a la niña para poder abusar de ella. Una noche de borrachera, el agresor finalmente lo intentó y la niña resistió con su cuerpo lastimado los embates del camionero con hedor a alcohol.
En su resolución, el fiscal de Instrucción Javier de Di Santo advirtió que “entre el 24 de diciembre y el 2 de enero, en horas de la tarde, Uño Flores abusó sexualmente de la niña mediante tocamientos con su mano en los pechos y genitales, por sobre la ropa”
El relato de la víctima en Cámara Gesell ratificó el testimonio de los profesionales que integran la secretaría de Niñez, Violencia y Familia, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (S.E.N.A.F). Los asistentes del organismo habían recibido el aporte de un testigo de identidad reservada que alertó sobre el violento maltrato. El denunciante reveló que los hijos en común entre el agresor y su pareja habían nacido prematuros por las golpizas que sufría la mamá.
La tía de la niña fue la primera en romper el hermético círculo de violencia y silencio. Había logrado tomar fotografías de la criatura después de haber sido atacada por el padastro y el documento visual fue incorporado a la causa. “Había golpes y hematomas en todo su cuerpo”, reveló la requisitoria de elevación a juicio del fiscal sobre las imágenes en el celular de la testigo.
Los métodos de disciplina violenta, que incluyen castigos físicos y maltrato psicológico, afectan a 7 de cada 10 chicos y chicas argentinos de entre 2 y 4 años, según el estudio global difundido en el 2017 por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
La Organización Mundial de la Salud precisó que una de cada cinco mujeres y uno de cada trece hombres víctimas de abuso en la infancia, recién se anima a relatar lo ocurrido cuando es adulto. El miedo a buscar ayuda se revela en el siniestro contexto que los inhibe: el 80 por ciento de los maltratos son provocados por conocidos o familiares de las víctimas.
En 2016, el ministerio de Justicia de la Nación, describió que más de la mitad de los epidodios violentos se desarrollan en el hogar y en el 75 por ciento de los casos, se trata de víctimas entre 0 y 12 años,
El próximo lunes se conocerán los fundamentos del juez de Cámara Emilio Andruet, quien decidió imponer una leve pena para el transportista de Las Quintas. Antes del juicio oral, la niña volvió a alejarse de su madre y de sus hermanos para quedar al resguardo de su abuela en Misiones. El viaje de regreso fue junto a su tía, la mujer que se animó a enfrentar la violencia impune que entumecía la piel y los huesos de su sobrina, la niña de las alas rotas por una infancia sin ángel y sin final.

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