Telegrama de despido

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Por Pablo Callejón

Los telegramas de despidos comenzaron a llegar después de las 8, cuando los playeros ya estaban en el trabajo. Los primeros en ser notificados fueron sus esposas, un hermano, quizás sus propios hijos. El llamado telefónico desde la casa fue una advertencia para todos. Los seis empleados despedidos se reunieron para darse fuerza, sin buscar demasiadas explicaciones.
Horacio tenía 28 años de antigüedad en la estación de servicio sobre Dinkeldein y Moreno. Cuando comenzaba a pensar cómo sería la vida después de jubilarse, se debió preguntar quién le daría un empleo a los 59 años. Todavía la patronal no saldó las indemnizaciones y les adeudan más de un mes de salario. Horacio no sabe cuánto va a cobrar, ni puede estimar para qué alcanzará ese dinero. El propietario de la ESSO había señalado que la comercialización del combustible se había desplomado y el negocio era insostenible, pero nadie esperaba un cierre. La venta de la estación sumó la exigencia de un acuerdo sin trabajadores.
Por la tarde, los despedidos volvieron a sus puestos. “Nos pidieron que siguiéramos hasta cobrar la indemnización”, afirmaron mientras despachaban nafta a los clientes que miraban con una solidaria compasión.

El presidente Mauricio Macri prometió lluvia de inversiones y trabajo de calidad, pero sobre el final de su mandato, el desempleo alcanzó los peores niveles en 13 años. En el país hay 2 millones de desempleados, lo que representa un 10,1 por ciento de la población económicamente activa. La subocupación afecta a 2 millones 200 mil personas y hay casi 5 millones trabajadores en negro.
El Gobierno de Cambiemos no logró mejorar ningún indicador laboral en tres años y consolidó el aumento de la desigualdad: El 10 % de los hogares más ricos concentró a fines del año pasado el 32,3 % de los ingresos, y el 10% más pobre solo el 1,6%.
Los empresarios que aplaudieron a Macri en la Bolsa de Comercio esperan por una reforma laboral que le exigirán al mandatario, en caso de ser reelecto. Martín Cabrales, vicepresidente de la empresa cafetera que lleva su apellido, consideró que se pueden “facilitar las condiciones para tomar gente, si se sabe que será fácil reemplazarla”. La presunta competitividad apunta a un trabajador que pueda ser fácilmente descartable y evita cuestionar un modelo económico que reduce el consumo, baja la producción industrial, inhibe la capacidad crediticia y promueve altos niveles de costos de energía. Solo en Río Cuarto, el sector comercial advirtió sobre caída superior al 10 por ciento en unidades vendidas en los últimos 15 meses. La crisis recesiva más extensa de la que tengan memoria en el CECIS.

La baja de “los costos laborales” comenzó a partir de la debacle de la economía. En abril de este año el salario real de sector privado formal cayó un 17,8% en relación a octubre del 2015 y un 13,5% en relación a diciembre de 2017, según el informe del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda. Sin embargo, la baja en los haberes no representó un alza en las ganancias de sectores productivos y empresarios. Solo se vieron beneficiados aquellos que comercializan en dólares y los jugadores de la partida de especulación financiera, a tasas usurarias.
El informe reveló que la caída del empleo está relacionada con los ciclos económicos y no es la consecuencia de variables de flexibilización laboral.
En el último año, las paritarias fueron homologadas por debajo de los índices inflacionarios que alcanzan el 55 por ciento interanual y los reclamos gremiales se debilitaron ante el temor de perder el trabajo.
Los empresarios prefieren que se cree un fondo de desempleo que los propios trabajadores vayan aportando de sus salarios. La iniciativa habría formado parte del borrador de reforma que no pudo avanzar en el Congreso pero que el Gobierno intentará reflotar si continúa otros cuatro años en el poder.
El presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, Julio Crivelli, fue incluso más allá y pidió poder despedir “sin causa en todas las industrias y comercios” hasta alcanzar “un sistema totalmente flexible y meritocrático”.
En Río Cuarto, se perdieron mil empleos en el sector comercial en un año y medio, según señaló el secretario general de AGEC, José Luis Oberto. Al principio, fueron despidos por goteo y luego, por el cierre de comercios que se expandió hasta rodear el microcentro riocuartense.

Las naftas subieron un 255 por ciento durante la presidencia de Macri, a partir de la decisión de liberar los precios y dolarizar el costo del combustible. Los fuertes incrementos provocaron una caída en las ventas del 3,2 por ciento interanual, según datos de la Confederación de Entidades de Hidrocarburos y Afines. El índice se eleva a un rojo del 29 por ciento en las naftas premium. En un escenario de achicamiento y recesión, el Gobierno reflotó la iniciativa del autoabastecimiento que podría derivar en más despidos de playeros, según advirtió la FETERA.

La estación de servicio comenzó a ser reformada y cerrará durante meses. 28 años antes el sector era una referencia del crecimiento urbano de la ciudad que se expandía hacia el sur y el oeste. En la noche del viernes solo dejaba la imagen de la desolación. Horacio volvió a utilizar el uniforme de trabajo después de cumplir su turno de tareas, a pesar del telegrama de despido. Su compañero le había afirmado entre dientes que “este modelo es una mierda” y Horacio prefirió lamentarse por los otros, los más jóvenes, que lo veían como un ejemplo de compromiso por el trabajo. Fue antes de iniciar ese último y doloroso regreso a casa.

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