En el marco de la celebración que conmemora al Cristo de la Buena Muerte y que cada año tiene lugar en Villa Reducción, el obispo de la Diócesis Río Cuarto hizo clara referencia a la crítica situación económica que atraviesa el país. «Recemos con todo nuestro corazón, pongamos el esfuerzo que nos toca a cada uno, para que aquellos que tienen la responsabilidad de conducir los destinos de nuestra Patria se ocupen con inteligencia y sensibilidad social en la implementación de medidas que nos lleven a superar esta situación de crisis y, de esta manera, los argentinos puedan tener un trabajo digno y estable», afirmó monseñor Adolfo Uriona durante la homilía en la misa de este miércoles.
En ese sentido, el obispo destacó que «hoy nos duele la situación social y los altos índices de desocupación. La doctrina social de la Iglesia es muy clara. Nos dice que el trabajo es un derecho fundamental y un bien para el hombre. Un bien útil, digno de él, porque es a través de este bien donde se expresa su dignidad». Y añadió: «Juan Pablo II señalaba: ‘la desocupación es una verdadera calamidad social. El trabajo es un bien de todos y que debe estar disponible para todos los que son capaces de él’. En una sociedad donde las medidas de política económica no permitan a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupación, no puede conseguir su legitimación ética ni la justa paz social».
Más tarde, en conferencia de prensa, señaló sobre el mismo tema: «Tanto los obispos como desde la Pastoral social, estamos pidiendo que los candidatos presenten propuestas concretas para ver cómo salimos de la situación crítica que vivimos. Creo que esas propuestas exigen mucha creatividad, mucha inteligencia porque vivimos una situación particular. Y más que una contienda con el contrincante, esperemos que sean propuestas para salir adelante».
Por otra parte, Uriona también expresó que «el peregrinar, el caminar, nos recuerda que la vida del hombre es siempre un caminar. Este caminar sin detenerse, a no ser para descansar o retomar fuerzas y después volver a andar, nos lleva siempre a la casa del Padre, sabiendo que aquí, en esta tierra, no tenemos una casa para siempre, estamos de paso».
HOMILÍA DE MONSEÑOR ADOLFO URIONA EN LA FIESTA DEL JESÚS DE LA BUENA MUERTE
«Queridos hermanos:
Como peregrinos nos acercamos una vez más al Jesús de la Buena Muerte en este Santuario de Reducción para implorar su protección.
Hace poco celebramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y ahora venimos como peregrinos a contemplar al Cristo Crucificado que es también el Resucitado.
El peregrinar nos recuerda que la vida del hombre es un caminar; un caminar sin detenerse a no ser para descansar y volver a tomar fuerzas, para retomar el camino hacia la casa del Padre, sabiendo que no tenemos aquí morada permanente.
En una cultura que nos envuelve y que pone el acento sólo en un presente como si fuera absoluto, ignorando el pasado y sin proyección hacia el futuro, los cristianos debemos ser testigos de la auténtica condición de la vida humana: andar, caminar… Mons. Angelelli, recientemente beatificado, decía en medio de muchas dificultades: “Hay que seguir andando nomás”…
Y venimos a encontrarnos con el Señor de la buena muerte el cual nos revela el inmenso amor del Cristo quien obedeciendo al Padre entregó su vida para salvarnos, sufriendo la más terrible de las muertes, la muerte de cruz, para luego resucitar y así liberarnos del pecado y de la muerte.
La Cruz es la mayor expresión del Amor Misericordioso del Padre y nosotros, conscientes por la fe de ese amor, venimos a reconocerlo y a sacar fuerzas para nuestro caminar en medio de las dificultades de esta vida.
También hoy celebramos a San José Obrero, patrono de los trabajadores.
San José fue un hombre sencillo, trabajador responsable y padre con todas las letras. Jesús quiso ser conocido como “el hijo del carpintero”, trabajando con sus propias manos la mayor parte de su vida junto a él. Era la forma cómo se iba preparando, “creciendo en sabiduría y gracia”, para el trabajo que el Padre Dios le había encomendado: el anuncio del Reino de los cielos.
En el hoy de nuestra patria nos duele la situación social y los altos índices de desocupación. El trabajo es un derecho fundamental y un bien para el hombre; un bien útil, digno de él, porque es idóneo para expresar y acrecentar la dignidad humana… Por ello, como señalaba Juan Pablo II, “la desocupación es una verdadera calamidad social”…
“El trabajo es un bien de todos, que debe estar disponible para todos aquellos capaces de él. La «plena ocupación» es, por tanto, un objetivo obligado para todo ordenamiento económico orientado a la justicia y al bien común. En una sociedad donde las medidas de política económica no permitan a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupación, «no puede conseguir su legitimación ética ni la justa paz social»…, expresaba el mismo pontífice.
Recemos a fin de que todos los que tienen la responsabilidad de conducir los destinos de nuestra patria se ocupen con inteligencia y sensibilidad social en la implementación de medidas que nos lleven a superar esta situación de crisis y de esta manera los argentinos podamos tener un trabajo digno y estable.
Qué el Jesús de la Buena Muerte y San José Obrero bendigan a nuestra diócesis y a nuestra patria».