El resultado estaba cantado, pero la diferencia fue un golpe en la mandíbula que los bajó del ring. El radicalismo que buscó desempolvar la mística de la lista 3 y los que resistieron en la alianza con el macrismo, se mostraron impotentes en una campaña muy corta, apática y anestesiada por la crisis económica que impide a una mayoría de cordobeses llegar a fin de mes. A Mario Negri y Ramón Mestre les resultó difícil apuntar a las miserias del modelo de Hacemos (Unión) por Córdoba sin advertir las mismas cicatrices en el espejo nacional. ¿Cómo podrían hablarle al electorado de pobreza, endeudamiento, tarifazos ó narcotráfico y no reconocer que son parte de un Gobierno que tiene directa responsabilidad en el desplome de los índices sociales y posee el poder de policía en la lucha contra la delincuencia narco? La división en la boleta no logró distanciarlos de la historia reciente y los resultados finales evidenciaron la caída libre que habían anticipado las encuestas. Mestre llegó desgastado por una gestión desvalorizada en la capital y Negri soportó los desvaríos de Lilita Carrió, mientras el Presidente Mauricio Macri se aprestaba a recibir la octava derrota electoral del año. La Docta reveló que ya no es el corazón elegante que el macrismo eligió como su lugar en el mundo. La imagen del mandatario nacional tiene un mayor índice negativo y quedaron demasiado lejos los actos en el Orfeo, en los que bailaba rodeado de globos amarillos como un rock star de la política.
La aplastante victoria de Juan Shiaretti en toda la provincia y de Martín Llaryora en la capital, le permitió al peronismo acumular un poder inédito después de 20 años de Gobierno. Con 51 legisladores, tendrá un control absoluto desde diciembre y más que nunca, la Unicameral podría reducirse en una escribanía que valide las acciones del Ejecutivo. Aunque el gobernador reelecto afirmó que “ni por asomo esa diferencia nos hará caer en ninguna arbitrariedad, ni nos hará creer que nos dieron la suma del poder en Córdoba”, los datos son una advertencia para quienes deben ejercer el control desde una oposición debilitada.
La Justicia en Córdoba es también la consecuencia de 20 años bajo un mismo signo político y el fuero Penal Económico Anticorrupción no ha logrado llevar a juicio a ningún funcionario del Ejecutivo desde 2003. Tampoco los escándalos por los vínculos entre la Policía y el narcotráfico alcanzaron a algún ministerio de los gobiernos de Schiaretti y el fallecido José Manuel De la Sota. La complicidad se redujo a la detención de Rafael Sosa y la disolución de la División Anti Narcotráfico de Córdoba para crear la Fuerza Policial Antinarcotráfico que depende de las fiscalías provinciales. En Río Cuarto, los nexos alcanzaron al ex segundo jefe de la Unidad Departamental, Leonardo Hein, y el ex titular de Investigaciones, Gustavo Oyarzábal.
La buena relación entre Schiaretti y Macri, que derivó en el acompañamiento de leyes claves para Cambiemos como la reforma jubilatoria, no esmeriló la imagen del Gobernador. Con un ambicioso plan de obras, “el Gringo” consolidó una altísima imagen positiva. La ruptura de Cambiemos solo profundizó su debacle y los números que sellaron una derrota sin precedentes. A cuatro años de la alianza con el macrismo, el radicalismo cordobés no gobierna ninguna de las ciudades con mayor número de habitantes, perdió peso en la Legislatura y deberá comenzar una reconstrucción sin liderazgos.
Schiaretti tendrá desafíos complejos en un contexto económico desolador. La recaudación cayó un 31 por ciento en marzo en relación a igual mes del año pasado y según datos oficiales del ministerio de Finanzas, la deuda provincial asciende a 103 mil 137 millones de pesos. Del total, casi el 95 por ciento, es endeudamiento en la moneda norteamericana. Además, la pobreza afecta al 30 por ciento de los cordobeses y la crisis industrial agudiza los números del desempleo, que llegan al 9,2 por ciento, en sintonía con el indicador nacional.
El cerco político que el Gobierno consolidó con “el cordobesismo” no logró evitar que la crisis social impacte fuertemente. En algunos indicadores, hay un deterioro por encima del promedio nacional.
Juan Jure y Antonio Rins protagonizaron un devaluado clásico interno en la UCR. En la noche del domingo, Rins apareció abatido junto a Gabriel Abrile en el silencio abrumador de la Casa Radical, mientras Jure citó a los periodistas a su propio hogar, indiferente al encuentro de un puñado de dirigentes en el bunker donde solo primaba la desolación. Ambos encabezaban la lista de distrito único y fueron arrastrados por la debacle provincial. En el departamento Río Cuarto, Jure obtuvo algo más de 20 mil votos (14,6%) y superó a Rins por 5 mil sufragios. En la pelea de los ex intendentes, la diferencia fue de 1800 votos en la ciudad, muy lejos de un peronismo arrasador.
Abrile, posible candidato a intendente por el radicalismo, admitió que “si Cambiemos no cambia, la gente lo va a cambiar” El juego de palabras es la ratificación de un temor cada vez más extendido en el partido. La derrota de Eduardo Yuni había sido una advertencia en 2016: en la cuna de Cambiemos, vieron parir la peor elección desde el regreso a la Democracia.
El dilema para la UCR no surge del quiebre de Cambiemos sino de la división en el propio partido. Hoy existen dos radicalismos caminando por veredas opuestas y enfrentados hasta en la Unicameral. Poco importa en cuánto se acerca cada uno al macrismo. El principal interrogante es cómo conciliar posiciones para volver a encontrarse en un mismo espacio. La división genera una grieta también en Río Cuarto. Si las divisiones se extienden a las municipales del próximo año, Juan Manuel Llamosas tendrá un camino aliviado hacia la reelección.
La actual gestión municipal no ha logrado superar los baches en las calles ni despejó las dudas sobre Cotreco, el servicio más costoso para los riocuartenses. Pero Llamosas tiene una carta aún más valiosa que la buena imagen que las encuestas revelan de su gestión. El desconcierto opositor facilita cualquier especulación a un año de una nueva disputar por el poder en el Palacio de Mójica.
La definición de espacios para las presidenciales de octubre impulsa la fuerte reaparición de Cristina Fernández, mientras el peronismo federal busca reagruparse tras el amplio triunfo en Córdoba. Schiaretti no quiere ser candidato y aunque tendrá una fuerte influencia en las decisiones del espacio, no podrá garantizar que los votos que obtuvo en la provincia se trasladen a Juan Urtubey, Roberto Lavagna ó Sergio Massa.
Para Cambiemos, la situación es aún más confusa. El presidente de la UCR, Alfredo Cornejo, y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, no descartaron que Macri se baje de su candidatura. Las encuestas advierten que el presidente podría perder en primera y segunda vuelta, en medio de una economía asfixiante que no da señales de recuperación.
El domingo, La Pampa sumaría la novena derrota para Cambiemos en nueve elecciones y la Justicia, que huele un posible cambio de Gobierno, frena los juicios a Cristina y otros funcionarios kirchneristas. Sin buenas noticias para su sector, Macri se abroquela en los bastiones de Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal para llegar con chances a octubre. Una apuesta que aparece demasiado lejana en un país que vive en la urgencia permanente.