Así lo afirma el ranking de la prestigiosa escuela de negocios suiza. Solo supera a Venezuela y Mongolia.
El ranking de IMD, que se elabora desde 1989 y en el que la Argentina es considerada desde 1994, ubica al país en el puesto 61 sobre 63 naciones.
Una mala nota recibió la Argentina en el Ranking Mundial de Competitividad que realiza el IMD, la prestigiosa escuela de negocios suiza, en el que cayó cinco lugares con respecto a la anterior medición y se ubicó como el tercer país del mundo en la lista, en la que solo supera a Venezuela y Mongolia.
El ranking de IMD, que se elabora desde 1989 y en el que la Argentina es considerada desde 1994, ubica al país en el puesto 61 sobre 63 naciones. Es cierto que siempre se mantuvo en los últimos lugares. De hecho, entre 2002 y 2004 se acomodaba en el segundo peor escalón, y tras una remontada en 2012 y 2013 volvió a los últimos puestos. Luego llegó una mejora en 2016, pero la devaluación y la crisis provocaron un nuevo derrumbe.
El ranking se elabora sobre 235 indicadores, entre estadísticas «duras» como el desempleo, el PIB y el gasto gubernamental en salud y educación, y datos «blandos» que surgen de una encuesta de opinión a ejecutivos y que fueron 70 en el caso de Argentina. Esta información se divide en cuatro categorías: rendimiento económico, infraestructura, eficiencia gubernamental y eficiencia comercial, para dar una puntuación final para cada país.
Las mejores notas para el país fueron en infraestructura y eficiencia en los negocios. El informe destaca como positivo de la Argentina la concentración de las exportaciones, los precios de los combustibles, el costo de vida y los flujos de inversión directa en relación al PBI. Mientras que lo negativo es la inflación y la balanza de cuenta corriente, entre otras variables.
Asimismo, en la categoría “eficiencia del gobierno” IMD resalta las políticas inmigratorias, el ingreso disponible, tasa efectiva del impuesto a la renta personal, ingresos fiscales recaudados e inversores extranjeros. Las debilidades principales son la inestabilidad del tipo de cambio y el costo del capital, la política del Banco Central, subsidios, incentivos a la inversión, finanzas públicas, el fondeo de las jubilaciones y las regulaciones laborales.
Fuente: Ambito.com