Este martes Abuelas de Plaza de Mayo recuperó a la nieta 129 desaparecida durante la última dictadura militar. Su madre Norma era estudiante de Ingeniería electrónica en la Universidad Nacional de Córdoba. Ambos progenitores militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores, en el Ejercito Revolucionario del Pueblo. Finalmente, el 21 de mayo de 1977, con un embarazo de ocho meses y alojada en la casa de uno de sus compañeros de militancia en la localidad bonaerense de Moreno, Norma Síntora fue secuestrada junto a un matrimonio. Con Carlos Solsona exiliado del país, nada más se supo de Síntora y su bebé. «Cuando aparece un nuevo nieto se te viene todo el mundo encima, se empieza a remover todo y obviamente siempre me acuerdo de Pablo», comenta Susana Tissera, hermana de Ricardo, un riocuartense desaparecido.
El secuestro de bebés en la última dictadura fue uno de los aberrantes delitos del Terrorismo de Estado. En el caso de Susana y sus padres, ellos pudieron rescatar a Pablo, hijo de Ricardo Tissera, en 1976. Sus abuelos lo adoptaron como si fuera su propio hijo para recuperarlo en Casa Cuna, donde quedó alojado para evitar que cayera en manos de los genocidas. A Ricardo lo mataron el 11 de noviembre en su casa en Córdoba y una semana antes había sido asesinada su compañera. Pablo Tissera tenía un año y 4 de meses cuando asesinaron a sus padres.
En la mayoría de los casos, las familias no volvían a ver nunca más a los bebés. Afortunadamente, el caso de Pablo tuvo un desenlace feliz. «Fue un milagro y fue la fuerza para nosotros de seguir adelante, de los abuelos sobre todo, porque siempre digo que ellos lo tuvieron a Pablo y fue su salvación», sostiene Susana. Y agrega: «Hace 45 años que somos una familia para él. Pablo es como si fuera mi primer hijo. Pudo haber pasado que no lo viéramos jamás pero el destino quiso que pudiéramos tenerlo con nosotros, criarlo y darle lo mejor que teníamos a nuestro alcance».