Boca empató en Brasil y clasificó a semifinales de la Libertadores

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En la noche del jueves, el xeneize igualó 1 a 1 en Belo Horizonte ante Cruzeiro y, por la ventaja 2 a 0 conseguida en el encuentro de ida, accedió a la siguiente instancia. Con el gol de Pavón en el final, Boca se metió entre los mejores cuatro de la Copa por segunda vez en el ciclo Barros Schelotto y el 23 de octubre enfrentará a Palmeiras.

En medio de un clima hostil por lo que había sido la noche previa al partido con bombas de estruendo por parte de los hinchas de Cruzeiro en inmediaciones al hotel donde se hospedaba Boca, con actitudes repudiables de periodistas brasileros por pisotear camisetas del equipo rival en programas de tv o por las declaraciones de jugadores locales que calentaron un partido que ya estaba caliente por lo que había en juego y por lo sucedido con Dedé, en medio de todo ese clima, el conjunto de los mellizos afrontaba un duro exámen e incluso el encuentro se vislumbraba como un ultimátum futbolístico, fundamentalmente para Guillermo.

Pero Boca tuvo aplomo, jugó como en las viejas épocas, como había pedido su entrenador, y mantuvo la diferencia que sacó en La Bombonera. Sin embargo, el partido fue una batalla de principio a fin y, por momentos, el xeneize sufrió mucho.

En el primer tiempo lo controló mejor. Los cuatro jugadores del fondo y Nández en el mediocampo fueron los que sostuvieron al equipo durante los 90 minutos. El uruguayo fue la gran figura de Boca por su entrega innegociable y, arriba, Villa fue el más peligroso y el que justificó la titularidad. Aunque Pablo Pérez junto con Zárate fueron de lo más flojo por un sinfín de imprecisiones del 8 y el trote cansino del 19, Boca no se desesperó en ningún momento y pudo subsistir a lo que proponía su rival. Remates de media distancia y centros y más centros fueron las únicas ideas de Cruzeiro. Pero la inseguridad que todavía genera Agustín Rossi bajo los tres palos convertía los avances rivales en situaciones de peligro inminente.

El peor momento del xeneize se vio en los minutos iniciales del segundo tiempo cuando Cruzeiro marcó el 1 a 0 de pelota parada gracias al gol de Sassá, quien había ingresado diez segundos antes, precisamente para disputar esa jugada. A partir de ese grito, el Mineirao fue una caldera y junto con el equipo de Menezes empujó e inclinó la cancha hacia el arco de Boca.

La expulsión por doble amarilla de Dedé a los 80 minutos fue la primera señal positiva para los dirigidos por Barros Schelotto. Luego, el ingreso de Gago le dio tranquilidad desde la tenencia de la pelota y Ábila terminó siendo decisivo tras asistir a Pavón, quien sin haber jugado un gran partido fue el que tuvo aire para picar en el minuto 93 y sentenciar la serie de cuartos de final.

“La desconcentración se produce muchas veces por no saber qué hacer” dijo alguna vez Carlos Bianchi. Y Boca tuvo clara su tarea desde el comienzo: no desordenarse, ser inteligente y jugar con la presión del rival. De esta manera, uno de los discípulos del Virrey pudo festejar después de varios días difíciles por los últimos resultados y rendimientos del equipo. Además de la clasificación y muy lejos de ser el Barcelona de Guardiola, Guillermo se llevó de Belo Horizonte algo, tal vez, mucho más valioso que una serie ganada: la certeza de que su mensaje llegó y que en un partido clave Boca jugó a lo Boca.

Pavón se desahoga en un grito de gol fundamental

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