El gobierno de Tucumán habilitó esta semana los vuelos en parapente monoplaza como práctica deportiva tras la muerte de Natalia Vargas, que murió al caer desde 120 metros de altura cuando llevaba a cabo la actividad en el cerro San Javier.
Al entrar en vigencia la resolución, el ministro de Seguridad de Tucumán, Claudio Maley, advirtió que «sólo podrán volar los pilotos que tengan licencia».
La actividad había sido suspendida en su totalidad el 5 de enero por orden del gobernador Juan Luis Manzur.
«Espero que se cumpla con los reglamentos y controles para que sea una práctica segura», expresó Juan José Vargas, padre de Natalia, aunque convino que la medida anunciada el viernes «no tiene que ver con el accidente» que le costó la vida a su hija.
Desde la Federación Argentina de Vuelo Libre (FAVL) aseguraron que la muerte de Vargas, ocurrida el 29 de diciembre pasado, dejó en evidencia «numerosas falencias» en la contratación de los vuelos de parapente.
Vargas, de 28 años, residía en Alemania pero estaba de visita en Tucumán para ver a su familia. La médica visitó con amigos Loma Bola, en el cerro San Javier, para lanzarse en un parapente biplaza con un instructor.
El instructor que acompañó a Vargas, Ariel Salazar, afirmó que la mujer sufrió un ataque de pánico por el que ella misma resolvió soltarse del paracaídas.
Salazar quedó detenido acusado de homicidio culposo, y en un principio se negó a entregar las imágenes de su cámara de seguridad.