Los familiares que viajaron este lunes a las Islas Malvinas brindaron conmovedores testimonios del histórico momento que les tocó vivir. Fueron allí, al Cementerio de Darwin, para homenajear a los 90 caídos en la guerra que fueron identificados meses atrás y que ahora ahora sí descansarán con sus nombres.
La deuda es con los soldados enterrados bajo la desoladora placa «Soldado argentino solo conocido por Dios» luego de la guerra de Malvinas. Y el aplauso fue para Geoffrey Cardozo, el militar británico que recogió los cuerpos, los enterró y armó este cementerio de la mejor manera que pudo luego de la rendición argentina. Entonces, en 1983, quedaron 121 soldados sin identificar. Gracias al minucioso registro realizado por Cardozo, diez años de trabajo de hormiga de un ex combatiente y la investigación de un equipo forense liderado por la Cruz Roja, 90 de esos soldados ya tienen una placa con su nombre.
«Hoy hablé con mi hijo», dijo Malal Massad después de la ceremonia. Tenía el gesto relajado, casi alegre. Su hijo, Daniel Massad, era uno de los soldados que estaban sin identificar y ahora tiene una tumba con su nombre. Vivía en Banfield, jugaba al básquet y estudiaba para contador. Cayó cruzado por una ráfaga de ametralladora en la batalla de Monte Longdon, sobre el final de la guerra, cuando salió de su trinchera para proteger a sus compañeros. «Le dije que lo admiraba por lo que había hecho, que era un héroe», explicó Malal.
La sensación de alivio era compartida por casi todos los familiares y resultó muy evidente en la diferencia en el gesto con que entraron al cementerio, a las 8 de la mañana, y con el que se fueron tres horas después.
Fuentes: Clarín y La Nación