Historias de vida
La revista El Gráfico símbolo del periodismo deportivo durante casi cien años, anunció su cierre. Roberto Di Marco atesora centenares de ejemplares en un museo del deporte que sueña inaugurar
“Un día me peleé con una novia y del despecho me golpeó donde más me dolía: me robó del departamento una pila de revistas El Gráfico. Por suerte las pude recuperar en la editorial”.
La anécdota de Roberto Di Marco, contador de profesión, resume parte de una historia de amor muy particular: la que lo une con la revista El Gráfico.
Una pasión que lo devora desde los cinco años cuando en la sastrería de su padre, en su 9 de Julio natal, aprendió a leer con la biblia del deporte entre sus manos.
La revista, acaba de dar su última noticia: el pitazo final a sonado y ya no volverá a convocar a sus fanáticos en reunión religiosa de cada martes.
El Gráfico fue el símbolo del periodismo deportivo nacional durante décadas. En 2002 pasó de ser semanal a mensual. En mayo iba a cumplir 99 años.
Martes . Correr al kiosco a pedirla. Y devorarla completa. Leer todos los reportajes, los resúmenes de cada partido, los rumores. Así pasaban las semanas casi todos los amantes de la revista que este martes tristemente anunció su cierre.
Las anécdotas que unen Roberto con la más destacada de las publicaciones deportivas de Latinoamérica, se amontonan como los jugadores que festejaban campeonatos en tantas tapas inolvidables.
“En el año 1975 durante el gobierno de Isabel Perón, se vino el Rodrigazo, y para poder comprarme el Gráfico esa semana me privé de cenar “, confiesa.
En tantas mudanzas, siempre sonaba como una letanía el mismo ruego: “que se pierda cualquier cosa menos algún Gráfico”, y su esposa custodiaba que así fuera.
Fundada en 1919 como una revista dedicada al interés general, sus publicaciones después se centraron en el deporte, para convertirse en un ícono durante décadas, e incluso siendo reconocida en el mundo entero.
“Yo iba a la secundaria y a la salida íbamos con mis compañeros a comprarla y en el camino apostábamos para ver quien salía en la tapa”, cuenta el hombre que tiene las tapas más destacadas de cada año colgadas en las paredes de un increíble museo del deporte que está levantando. Allí se destacan especialmente las tapas de don Angel Olivieri, J. J. Irigoyen, Falucho Laciar, el flaco Pitarch y Pablo Aimar, el más asiduo en las portadas.
“Del 1938 en adelante los tengo todos y del 19 al 38 más de la mitad”, calcula Robertoen la oficina donde se apilan las historias de proezas inolvidables del deporte.
Como él, generaciones de argentinos se alimentaron con sus páginas. Colgaron sus fotos en las paredes y adornaron carpetas escolares. El Gráfico deja de existir de manera material, pero vivirá siempre en nuestros más profundos recuerdos.
Y de manera especial, como doble central diríamos, en el corazón de Roberto.