Cada niño es único; por eso, es esencial que como adultos dejemos a los chicos entre los 0 a 3 años que desarrollen libremente sus capacidades. Darle libertad, no libertinaje.
El adulto debe acompañar, contener, observar pero el protagonista principal es el niño. El debe desarrollar sus capacidades para que sea en el futuro un ser autónomo, creativo y socializado. Y esto se refleja en momentos cotidianos como: el lavado de manos, la alimentación, el cambio de pañales y el sueño – descanso.
Lavado de manos: el momento de higiene personal. El niño debe tener unos escalones para acceder a la pileta. Puede el mismo abrir y cerrar el grifo. El jabón debe estar a su alcance.
La alimentación: El niño debe sentir placer en saciar una necesidad. Es allí donde se establece una comunicación entre el adulto y ese pequeño. Entran en juego capacidades motrices: equilibrio, presión y regulación del movimiento.
La observación del adulto es fundamental porque favorece el desarrollo autónomo del niño.
Fuente Red Pikler