Dentro de una bolsa de nailon oscura, con todas sus balas en el tambor, el gatillo en perfecto estado, el caño limpio, y listo para ser usado y disparar.
Así fue encontrado, días atrás, un revólver calibre 38 en cercanías de un pabellón para condenados en la cárcel de Bouwer para hombres, 20 kilómetros al sur de la ciudad de Córdoba.
El arma fue entregada por un recluso a los agentes penitenciarios, quienes dieron parte a las autoridades, aunque el escándalo permaneció bien oculto.
Fuentes judiciales confirmaron el hallazgo del revólver 38 en el módulo de mediana seguridad (MD) N° 2 de Bouwer, y señalaron que se abrió una investigación para determinar cómo fue ingresado semejante armamento a un pabellón donde hay reclusos condenados por graves delitos.
El Servicio Penitenciario de Córdoba (SPC) incrementó el nivel de alerta, mientras se trata de determinar lo central: para qué iba a ser utilizada esa arma.
“Todo apunta a una posible fuga”, explicó una alta fuente penitenciaria. “¿Matar a alguien? No. En las cárceles no se mata con pistolas o revólveres…”, explicó otro informante con años de servicio.
Hay quienes no descartan otra intencionalidad dentro de una institución como la penitenciaria, sobre todo si se tiene en cuenta que estamos en diciembre, un mes serio para cualquier cárcel.
Más allá de las conjeturas, hay una certeza: el hallazgo del armamento se agrega a una serie de graves episodios que se vienen registrando dentro de ese presidio. El último fue una violenta pelea de presos, días atrás, que terminó con unos 10 heridos.
Fuente: LaVoz