En una histórica ceremonia con mil detenidos, el papa Francisco criticó la «poca confianza en la rehabilitación» de los presos que existe en la sociedad, pidió «una mejora de las condiciones de vida en las cárceles» y animó a las autoridades civiles a tener un «acto de clemencia» con encarcelados que puedan ser beneficiados.
«A veces, una cierta hipocresía lleva a ver sólo en ustedes personas que se han equivocado, para las que el único camino es la cárcel», lamentó el Pontífice durante la misa de celebración del «jubileo de los encarcelados» en la Basílica de San Pedro.
«No se piensa en la posibilidad de cambiar de vida, hay poca confianza en la rehabilitación. Pero de este modo se olvida que todos somos pecadores y, muchas veces, somos prisioneros sin darnos cuenta», agregó Francisco frente a a detenidos y ex detenidos que concurrieron a la celebración acompañados por familiares y miembros del servicio penitenciario de varios países.
Tras la misa, durante el tradicional Ángelus, Francisco pidió una «mejor en las condiciones de vida en las cárceles para que sea respetada plenamente la dignidad humana de los detenidos».
«Deseo además resaltar la importancia de reflexionar sobre la necesidad de una justicia penal que no sea exclusivamente punitiva, sino abierta a la esperanza y a la prospectiva de reinsertar al reo en la sociedad», sentenció.
En el marco del Año Santo de la Misericordia convocado hasta el 20 de noviembre, Francisco puso «a consideración de las competentes autoridades civiles de cada país la posibilidad de cumplir un acto de clemencia con los encarcelados que se encuentren idóneos a ser beneficiados por tales procedimientos».
«Cuando se permanece encerrados en los propios prejuicios, o se es esclavo de los ídolos de un falso bienestar, cuando uno se mueve dentro de esquemas ideológicos o absolutiza leyes de mercado que aplastan a las personas, en realidad no se hace otra cosa que estar entre las estrechas paredes de la celda del individualismo y de la autosuficiencia, privados de la verdad que genera la libertad», señaló el Obispo de Roma.
Y, en ese marco, sentenció que «señalar con el dedo a quien se ha equivocado no puede ser una excusa para esconder las propias contradicciones».
Tras pedirles que no se «encierren en el pasado», les afirmó que «aprendiendo de los errores del pasado, se puede abrir un nuevo capítulo de la vida».
«No caigamos en la tentación de pensar que no podemos ser perdonados. Ante cualquier cosa, pequeña o grande, que nos reproche el corazón, sólo debemos poner nuestra confianza en su misericordia, pues ‘Dios es mayor que nuestro corazón'», pidió.
El jubileo de los reclusos se inició el sábado con una adoración eucarística y el sacramento de la reconciliación en tres iglesias de Roma, y la peregrinación a la Puerta santa por parte de centenares de reclusos.