En silencio y con antorchas, 2 mil vecinos de Adelia María volvieron a marchar por Camila Carletti y reclamaron Justicia. La movilización se realizó poco después de las 19 y concluyó con una concentración en la plaza central.
Adelia María, un pueblo y su infierno grande
En las últimas horas previas a su desaparición, Camila «estaba normal, tranquila, como en un día común». Así la recuerda Melina, la amiga con la que compartió una tarde de viernes que concluiría en un largo peregrinar de búsqueda y desesperación.
Ese día, la joven de 22 años había resuelto colocarse un piercing en el rostro y antes del arribo de la noche debía salir a repartir empanadas en su bicicleta. Nada hacía prever un final abrupto y todavía impredecible.
Tras 48 horas de un burdo formalismo que solo dilapidó valioso tiempo de búsqueda, la investigación pareció naufragar en datos incompletos hasta que el acceso al sitio personal de Facebook de Camila permitió abrir una hipótesis fiable: un hombre había contactado a la joven y habían pactado un encuentro. Según revelan los mensajes, esa persona habría sido la última en estar con Camila y desde ese momento, se convirtió en el principal sospechoso por su desaparición.
El imputado es Juan Villar, un peón rural de 28 años que había llegado a Adelia María junto a su pareja y dos menores, con quienes residía en el Haras el Trébol, ubicado sobre un camino rural a 12 kilómetros del pueblo. La Policía inicialmente lo investigó como testigo, aunque el pasado martes secuestraron su celular para intentar hallar pistas sobre la joven. Horas después, Villar pidió un remis y en plena noche partió junto a su familia hacia Río Cuarto donde abordó un colectivo con destino a Corrientes. No avisó a nadie, simplemente huyó. El destino final era Paso de los Libres, aunque al llegar a la terminal de ómnibus de la capital correntina fue sorprendido por un grupo de policías que le informaron sobre su detención. La orden había sido librada por el fiscal de Instrucción Walter Guzmán que ya había articulado una firme sospecha a partir de indicios que comprometen fuertemente a Villar.
Las únicas pertenencias que fueron recuperadas de Camila pudieron ser halladas a metros del Haras donde trabajaba el sospechoso y los mensajes en las redes sociales resultan contundentes sobre el acuerdo para un encuentro que habría terminado con el peor final.
Las medias de Camila fueron encontradas en un cañaveral a metros del arroyo Santa Catalina junto a un protector femenino. Además, fueron halladas las zapatillas de la joven sobre el camino que une el cerco de agua con el predio rural donde residía Villar. «Como si hubiesen sido lanzadas por alguien que necesitaba desprenderse desesperadamente de esas pertenencias», advirtió uno de los bomberos que participó del operativo.
Aunque se realizó un exhaustivo rastrillaje terrestre y se avanza en peritajes acuáticos con buzos expertos en este tipo de acciones, aún no se pudo advertir el cuerpo de Camila. Sin embargo, para el fiscal de Instrucción el lugar delimitado por los investigadores debería ser el sitio donde se encontraría la joven.
Creen que Villar no planificó la desaparición y el eventual homicidio de Camila, sino que solo programó un encuentro con la joven y el presunto crimen habría sido consecuencia de una fuerte discusión.
Sin descartar totalmente otras hipótesis, Guzmán espera que el hallazgo del cuerpo permita cerrar la única línea de investigación que parece encontrar pruebas fiables. La madre de Camila cree que su hija podría haber sido secuestrada por una red de trata, aunque reconoció que solo sustenta su postura en «la presunción de madre».
Desde los 16 años, la joven desaparecida sufría de adicción a las drogas y había iniciado un camino de recuperación en el que se hallaba en plena instancia de abstinencia. En ese complejo trance, siempre mantenía contacto con su madre y evitaba pasar largas horas ausente de su familia. A una semana de su desaparición, los investigadores temen que haya sido víctima de un hecho violento y aguardan el traslado de Villar desde Corrientes hacia Río Cuarto para su indagatoria.
Hoy Adelia María volvió a despertar con la angustia irreparable de la ausencia. El infierno grande se apropió de un pueblo que solo espera Justicia.
Por Pablo Callejón