«En medio de la guerra de a partes que nos está amenazando, visité Auschwitz en silencio, y sentí la presencia de todas las almas que pasaron por allá», rememoró hoy el Pontífice.
El papa Francisco aseguró hoy que «el mundo está en guerra y enfermo de crueldad», al recordar la visita a Polonia de la semana pasada en su regreso a las audiencias generales de los miércoles tras la pausa de verano de julio.
«En medio de la guerra de a partes que nos está amenazando, visité Auschwitz en silencio, y sentí la presencia de todas las almas que pasaron por allá», rememoró hoy el Pontífice al recordar su paso por el campo de exterminio nazi el pasado viernes 29 de julio, en medio de la visita de cinco días que hizo a Polonia para participar de la XXXI Jornada Mundial de la Juventud.
«Allí recé por todas las víctimas de la violencia y de la guerra. Comprendí más que nunca el valor de la memoria. No solo como recuerdo de los eventos pasados sino como advertencia para que el odio y la violencia no triunfen», aseveró durante la audiencia general que encabezó en el Aula Paulo VI del Vaticano.
En el avión de ida a Polonia, Francisco ya había denunciado que «el mundo está en guerra», aunque aclarando que «no es una guerra de religiones, sino por otros motivos: económicos, de dominación de los pueblos, de control de los recursos de la naturaleza»; entre otros.
«En este mundo en guerra se necesita fraternidad, cercanía, amistad. Con tantas heridas y tanto horror vivido, hoy hay muchos hombres que sufren las guerras. Mirando la crueldad del campo de concentración, pensé rápido en la crueldad de hoy», reforzó el obispo de Roma.
«Es una crueldad no concentrada en un lugar sino en el mundo. Un mundo enfermo de crueldad, de odio, de guerras, de tristeza. Por esto siempre pido por la paz al Señor», destacó Francisco, en línea con el pedido de «perdón por tanta crueldad» que dejó escrito en el libro de visitas de Auschwitz.
En la Audiencia bajo techo, por las altas temperaturas que se registran en Roma, Francisco dedicó parte de la misma a agradecer a los más de 500.000 jóvenes que participaron de la JMJ en Cracovia.
«Llegaron de todo el mundo y han hecho ondear juntas sus banderas, incluso las de naciones en conflicto. Algunos de ellos están aquí. Fue una fiesta de colores, de lenguas, de historias diversas. Hablan lenguas diversas pero se entienden, porque tienen la voluntad de andar juntos», afirmó.
«Llegaron también con sus heridas, con sus preguntas, pero sobre todo con la alegría de encontrarse. Han hecho un mosaico de fraternidad», los felicitó.
El Pontífice recordó además su visita al Santuario de la «Madonna negra» de Czestochowa, a unos 100 kilómetros de Cracovia.
«La Virgen de Czestochowa nos recuerda a todo Europa que no hay futuro sin sus valores fundamentales, vinculados a la visión cristiana del hombre. Entre esos valores está la misericordia», enfatizó finalmente.