El tenista renovó su romance con la gente tras aquella serie por la Copa Davis ante República Checa, en que no le perdonaron no presentarse por una dolencia en su muñeca.
En una semana que está muy lejos de aquella semana de septiembre de 2012, en una ciudad que está a casi 2.000 kilómetros de esa ciudad en la que por última vez representó a Argentina como local y en un torneo que no tiene nada que ver con el resto de los torneos que se juegan durante todo el año en el circuito, un tenista renovó su romance con la gente y, es justo decirlo, ese combustible que recibe en cada presentación desde las tribunas del Parque Olímpico potencia a un nivel muy alto un juego que ya es extraordionario.
Para empezar a explicar lo que le está sucediendo a Juan Martín Del Potro en Río de Janeiro 2016 hay que partir primero de su nivel de tenis, de su confianza, de su combo de saque y drive que, cuando funciona, lo hace rendir a una altura muy alta como la que ofreció en su debut ante el serbio Novak Djokovic, el número 1 del mundo y máximo favorito a quedarse con la medalla de oro. Pero para terminar de entender lo que está viviendo el tandilense en su segunda experiencia olímpica hay que recordar aquella serie por la Copa Davis ante República Checa en el Parque Roca cuando la gente no aceptó que no se presentara a jugar el domingo en el cuarto punto ante Tomas Berdych por una dolencia en su muñeca y los checos terminaran llevándose una victoria por 3-2. Aquel día, la gente lo silbó a Del Potro y la relación se rompió…
Pero hoy todo es diferente. El ciclotímico hincha argentino (el punto debería ser objeto de un análisis más profundo y este no es el espacio correcto para hacerlo) salió a exhibir en esta ciudad toda su euforia en todos los deportes y los triunfos de Del Potro lo maximizó. Nadie se acuerda de la Davis entonces ni de las discusiones con los dirigentes ni de las diferencias con Martín Jaite. Y Del Potro -inteligente- utiliza a ese público a su favor. Así había pasado en sus dos presentaciones anteriores frente a Djokovic y el portugués Sousa. Y así sucedió ayer en la cancha 2 contra Taro Daniel, la versión japonesa de Guillermo Coria pero con bastante menos talento que el ex top ten rufinense.