“Un amigo es el que está en las malas”, dice uno de los refranes populares que grafica el valor de la amistad. Pero también es saludable celebrar el afecto.
Y ese día es hoy, 20 de julio, fecha impulsada por el argentino Enrique Ernesto Febbraro, quien hace 47 años, después de ver a Neil Amstrong caminar sobre la superficie de la Luna, entendió que el acontecimiento hermanaba a todos los hombres, más allá de color, religión o ideologías.
Escribió miles de cartas a todo el mundo y recibió también miles de respuestas. Logró que el Día Internacional del Amigo se aceptara en muchos países y por supuesto en la Argentina.
Febbraro murió en 2008. En dos oportunidades fue nominado al Premio Nobel de la Paz, fue Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, entre otras distinciones. En uno de los últimos reportajes fue crítico y escéptico sobre su logro. Decía que la amistad estaba devaluada por la pérdida de valores de la sociedad.
No vio lo que vino después. El día del Amigo se fue convirtiendo en una fecha ritual. No hay lugar en los restaurantes, en los bares, sin reservas es casi imposible conseguir un lugar y en las calles céntricas -de cualquier ciudad- se hace difícil caminar. La alegría, las carcajadas no cesan hasta el amanecer. Amigos, compañeros de oficina, grupos de estudiantes, todos cumplen el tácito acuerdo de “pasarla bien”.
La ya arraigada costumbre se alimenta en las redes sociales, pero también el comercio encontró una oportunidad para aumentar las ventas. Más allá de lo comercial a todos nos viene bien un abrazo de amistad.