El golpe a Arturo Illia – Opinión

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«Se realizó una gigantesca compaña publicitaria de medios haciendo creer que el gobierno era lento y débil, y el presidente Illia un hombre anciano y enfermo. Nada de esto era real»

(*)

El 28 de Junio de 1966, el General Julio Alzogaray, el Coronel César Perlinger y una compañía de gases dela PolicíaFederal, en un acto vil y cobarde, derrocaron al Presidente Arturo Humberto Illia, constitucionalmente elegido, en Julio de 1963.- Paradojalmente, todos los protagonistas de ese asalto al poder se arrepintieron, alguno de ellos en forma pública.-
Hubo una gran indiferencia popular ante el golpe, solo quebrada por el entusiasmo de los medios de comunicación que dirigía Jacobo Timerman, Mariano Grondona, acompañados de dirigentes sindicales liderados por Augusto Timoteo Vandor, y ciertos sectores políticos de izquierda irresponsables.- También grandes empresarios y monopolios extranjeros agrupados en ACIEL, yla SociedadR ural Argentina, que acusaban al gobierno de Illia de colectivista y de propagar ideas extremistas.-
El gobierno constitucional de Illia, se atuvo estrictamente a la plataforma radical del “Programa de Avellaneda de1945”.- Entre sus logros se puede mencionar:
En política internacional: Ejecutó una política independiente.- Se opuso a la intervención armada de Estados Unidos enla República Dominicana.- Se celebróla Conferencia de Alta Gracias, en donde el Grupo de los 77 conformó definitivamente el poderoso grupo de Naciones “No Alineadas”.- Se logróla Resolución Nº 2065 de Naciones Unidas, que obligaba a Gran Bretaña a la discusión sobre la soberanía en las Islas Malvinas.- Ello dentro del marco que orientaba la descolonización de todos los territorios, hasta entonces sometidos a distintos grados de dominación imperialista.- Todo esto conducido por la brillante labor del Canciller Miguel Ángel Zavala Ortiz.-
Política económica: Decretó la nulidad de los contratos petroleros celebrados por Frondizi, que enajenaba la riqueza energética del país en forma desventajosa.- Aplicó el salario mínimo, vital y móvil.- Reguló los precios del consumo popular con la ley de abastecimiento, que se sancionó durante su gobierno.- Con esas medidas se logró incrementar la participación real de los trabajadores en la distribución del ingreso nacional.- No hubo negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI).- No obstante ello, su política monetaria posibilitó la virtual eliminación de la deuda externa argentina.- Se logró mantener la inflación en menos del 6% anual, sin ajustes recesivos.- Hubo plena ocupación, con índices que no superaron nunca el 4%.- Con la planificación económica, que formuló el plan nacional de desarrollo, se logró un crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) del 6% promedio anual.- Se inició la obra del complejo “Chocón-Cerros Colorados”.- Condujo esta política como Ministro el Dr. Eugenio Blanco y Secretario de Energía el Dr. Conrado Hugo Storani.-
Educación: Se desarrolló un plan de alfabetización promoviendo la educación popular con gran éxito.- Se elevó al 24% el presupuesto para educación.- Fortaleció la autonomía universitaria y durante su gobierno, las Universidades Nacionales lograron niveles académicos y científicos nunca superados después. Todo ellos dentro del marco de los principios dela Reforma Universitaria. De 1918.- Fue el ejecutor de esta política el Dr. Carlos Arconada Aramburú.
Salud Pública: Se implemento una política de reforma de los hospitales públicos y se dictóla Ley Nacional de Medicamentos, que promovía la industria de los laboratorios nacionales disminuyendo drásticamente el precio de los medicamentos, dicha Ley los consideraba un bien social.- Fue ejecutor de esta política el Ministro Dr. Arturo Oñativia.-
Política: Levanto la totalidad de las proscripciones políticas que pesaban sobre el peronismo y partidos de izquierda, cumpliendo solemnemente una de las promesas electorales.- Gobernó durante todo su mandato sin estado de sitio, ni presos políticos y/o sociales. Absoluta libertad de prensa, de expresión y total independencia del Poder Judicial, cuya Corte Suprema de Justicia dela Nación no fue nombrada por su gobierno, respetándola en su totalidad como un poder autónomo e independiente.- Fue Ministro del Interior el Dr. Juan S. Palmero.
Las causas del Golpe: Se agitó entonces como causas, el posible retorno al poder del peronismo. La falaz creencia que difundían algunos medios que el gobierno de Illia fomentaba a la izquierda marxista.- Se realizó una gigantesca compaña publicitaria de medios haciendo creer que el gobierno era lento y débil, y el presidente Illia un hombre anciano y enfermo.- Nada de esto era real, las verdaderas causas fue el enfrentamiento de ese gobierno con los capitales monopólicos petroleros, con las empresas multinacionales farmacéuticas, que eran los verdaderos interesados en el cambio de políticas, todo esto acompañado por una coalición de orientación corporativista-franquista.- El General Onganía hacía gala de ser un seguidor de las ideas del ideólogo franquista Jaime María de Maiheu, insertadas en su libro “El Comunitarismo”.- Convergían dirigentes sindicales y mando militares, inspirados en la doctrina de la seguridad nacional totalitaria, comenzando a provocar golpes de estado en toda América Latina, durante dos décadas, en nombre de los principios del orden “Occidental y Cristiano”, dentro del esquema bipolar del reparto del poder del mundo, en la denominadas “Guerra Fría”. La historia posterior de violencia inusitada, con miles de muertos y desaparecidos, deben hacer reflexionar sobre el punto de inflexión que significó ese vil y aberrante golpe de estado para la historia de nuestra patria. Le cupo a otro radical, Raúl Ricardo Alfonsín, iniciar la etapa de la definitiva recuperación de la democracia en Argentina.
La personalidad del Dr. Illia fue la de un hombre racional, serio, introspectivo, médico y humanista que ayudó siempre a los más necesitados, de lo cual hay numerosos testimonios, entre otros mencionó el emotivo reconocimiento del canta-autor Jairo por la atención de madrugada que salvó la vida de su hermana en su Cruz del Eje natal.-
Era un gran conocedor del pensamiento filosófico clásico, sobre todo a Kant, Leibnitz y los existencialistas. También todos los hechos y las ideas que promovían a los grandes acontecimientos mundiales de aquel entonces. La división del comunismo internacional entre chinos y soviéticos. El Mayo Francés y sus filósofos y líderes.
Quien esto escribe tuvo la oportunidad de conversar y debatir sobre estos y otros temas, ya que atendía con enorme paciencia los requerimientos de los jóvenes. Vivió toda su vida en una austeridad ejemplar. La casa que tenia en Cruz del Eje le fue obsequiada por el aporte de 4.000 vecinos. Tenia un automóvil Ika “Bergantín”, y unos pocos ahorros. Al ser derrocado acreditó poseer solamente la casa y una escasa cantidad de ropa de uso personal. Jamás utilizó los fondos reservados que tienen los presidentes sin necesidad de rendir cuentas, todos los años devolvió dicha asignación presupuestaria. El día que lo derrocaron tomó un taxi para ir a la casa de su hermano Ricardo. A partir de allí camino infatigablemente las calles de todala Nación, pregonando la democracia, con la custodia invalorable de su propia conciencia. Lo acompañaron en su gestión hombres de la misma talla ética y pensamiento político progresista: Vicepresidente Carlos Humberto Perette, Presidente Provisional del Senado Dr. Eduardo Gamond, Presidente dela Cámarade Diputados Dr. Arturo Mor Roig.-
En épocas de relatos políticos históricos sesgados, es bueno para la ciudadanía poder comparar vidas y obras de nuestra historia, para así tener el juicio objetivo de valor que más se acerca a la verdad histórica.-
Como humilde homenaje reproduzco una frase del discurso al asumir la presidencia: “Debemos luchar por el hombre mismo, porque es la evidencia humana la que hace tambalear a los tiranos y falsos dioses”.-

OTRA PARTE DE LA HISTORIA DEL DERROCAMIENTO DE ILLIA.-

El año 1.965 estuvo plagado de acechanzas para el gobierno de Illía. Agitación en la universidad, planes de lucha de la CGT, la llegada de Isabel Perón a nuestro país, la resistencia de Illía de enviar tropas a Santo Domingo tuvieron su remate con el retiro del Comandante en Jefe del Ejército, Juan Carlos Ongania.
El General Carlos Castro Sanchez había sido designado como Secretario de Guerra en reemplazo del General Ignacio Abalos. El 22 de Noviembre, disconforme, Ongania solicito su retiro. Su argumento fue que Castro Sanchez era un oficial en actividad y de menor graduación que el y por lo tanto no podía ser su subordinado Falso. El Secretario de Guerra, cuando está contemplado en la Ley del Ministerio vigente, cosa que ocurría entonces, es un cargo político, desvinculado del escalafón del ejército y por lo tanto el jefe del Poder Ejecutivo puede designar a quien desee sea retirado o en actividad.
Ese día, 22 de Noviembre, el golpe forzó su marcha. Así lo creo y lo juzgo el propio Illia con el tiempo, en el análisis frio de los acontecimientos. Muchas veces nos conto en forma minuciosa como fue aquella situación determinante.
Aquí conviene explicar porque Illia, al hacerse cargo del gobierno, confirmó en su puesto a Onganía, pese a las pretensiones en contrario que recibía del propio seno del radicalismo. Onganía fue el jefe de los azules que en 1.963 se impuso a los colorados, la otra fracción en que se dividió el ejército en esa lucha y donde estaban el grueso de los militares simpatizantes del radicalismo. Por cierto que Ongania fue privilegiado en los ascensos y en los destinos a sus compañeros azules como Pistarini o Alsogaray y fue desplazando a los colorados. Illia en lugar de relevarlo y colocar allí a un oficial de sus más absolutas confianzas, opto por la idea de respetar la estructura del Ejército pese a que con Onganía no tenía vinculación ideológica ni efectiva alguna. Durante treinta y dos meses eso funcionó; Onganía apareció muchas veces como un legalista y un profesional implacable.
Pero ese 22 de Noviembre, no respeto una decisión del Poder Ejecutivo y le dijo al Presidente:
– o se va Castro o me voy yo. Esto de lo dijo formalmente. Estoy pidiéndole que me releve de mi cargo de Comandante en Jefe ….
– Vea, General ud. Está mezclando las cosas. El poder político lo ejerzo yo. Y yo he decidido que el general Castro Sanchez sea el Secretario de guerra – contestó Illia.
La conspiración comenzó a extenderse. Las reuniones en las que participaban tanto Pistarini como Onganía y de oficiales Azules pasaron a tener cierta regularidad. El gobierno accedió a esa información en varias ocasiones. Uno de los que las acercó fue el padre Iñaki de Aspiazu, un jesuita muy demócrata, muerto hace tiempo, un gran valor republicano emigrado de la lucha antifranquista. Otro buen informante del tema era el doctor Francisco Elizalde, hermano de Félix, que por diversos motivos tenía buenas amistades en las Fuerzas Armadas.
No puede obviarse que el inicio del golpe estuvo ambientado por varios medios de comunicación que se aprovecharon de la libertad reinante para desestabilizar al gobierno a quien asociaban en forma infame con una tortuga en las caricaturas de Illia, criticándolo por una lentitud que no era tal.
Onganía también contó con el firme respaldo del sector del sindicalismo argentino que lideraba Augusto Timoteo Vandor.
Con respecto a la prensa, el entonces Ministro de Educación y Justicia, Carlos Alconada Aramburu se presentó en el fuero federal para denunciar a cuatro publicaciones por instigar a cometer delitos. Los periodistas que más hostigaron al gobierno y convocaron al golpe fueron Mariano Grondona, Mariano Monte Mayor y Bernardo Neustad, desde su revista “Extra”, que también debió ser incluida en las acusaciones de Alconada Aramburu junto a “Primera plana”, “Confirmado”, “Imagen” y “Atlántida”. Una de ellas decía que dos de los ministros del futuro gabinete de la dictadura serían Nicanor Costa Méndez y José Alfredo Martínez de Hoz.
En el plano sindical tampoco hubo que hilar muy fino para entender la relación de Vandor con los militares golpistas. La CGT y las 62 Organizaciones ya en 1964 lanzaron su famoso plan de lucha que incluía paros y toma de lugares de trabajo. A nosotros los radicales no nos sorprendió entonces, que el juramento de Onganía hayan asistido de riguroso traje y corbata, indumentaria que nunca vestían, Vandor, José Alonso, Gerónimo Izzeta, Ramón Elorza, y otros dirigentes sindicales peronistas que ya entonces eran conocidos como burócratas o jerarcas.
El mensaje que el general Pascual Pistarini había pronunciado el 29 de Mayo de 1966, día del Ejército. Fue un domingo y el palco había sido levantado en la Plaza Almirante Brown. Pistarini pronunció un discurso agraviante hacia el gobierno. Lo cual era causal suficiente para su remoción inmediata. En un pasaje Pistarini dijo que “la ausencia de autoridad abrió el camino de la inseguridad, el sobresalto y la desintegración”, entre otras provocaciones.
En ese momento se produjo una disidencia importante en el seno del gabinete sobre la valoración del hecho. Leopoldo Suárez, Ministro de Defensa, tanto en sus declaraciones como en comunicado que emitió su cartera, desglosó algunas frases, sacó otras fuera de contexto y le cambió el sentido. Dijo que “Para un gobierno que ha restituido al pueblo su derecho de vivir en libertad y sin miedo, después de 30 años continuados en ese sitio que suspende el ejercicio pleno de la libertad que consagra la constitución, las expresiones del comandante en jefe del Ejército resultan alentadoras porque es un reconocimiento importante de la labor cumplida”.
Retórica forzada para explicar lo inexplicable. La mayoría lo interpretó como una debilidad de Suárez y de nuestro gobierno. Se lo comentó a Illia. Se habló del desacato de Pistarini; él no le dio mayor trascendencia y pasó. Pero el golpe seguía adelante sin obstáculos, y los golpistas ya tomaban posiciones de alistamiento. Tal vez si en ese momento se relevaba y encarcelaba por su alzamiento a Pistarini, la historia hubiese cambiado. Porque el golpe fue uno de los más absurdos de la historia política argentina: fue la decisión de cuatro o cinco militares importantes. Por eso siempre he creído que podría haberse evitado.
Entre los militares conspiradores yo ubico al general Alejandro Agustín Lanusse, que en ese momento era director del Colegio Militar y que ideológicamente fue más importante que Pistarini que era apenas un instrumento de Onganía. Otro golpista clave fue el general Julio Alsogaray y por cierto, adosado su hermano, el capitán Álvaro Alsogaray quien fue designado embajador en Washington apenas asumió Onganía.
El discurso de Pistarini causó una gran conmoción. Teníamos la sensación de que el gobierno de Illia era muy bueno, pero débil en algunos aspectos y el tema militar se nos estaba escapando de las manos.
Miguel ángel Zavala Ortiz y Carlos Alconada Aramburu enseguida lo advirtieron y lo plantearon en el gabinete nacional donde Leopoldo Suárez y Juan Carlos Palmero no creían en la posibilidad de una interrupción del orden institucional.
Advertido el rol que habían jugado las empresas extranjeras, fundamentalmente Shell y Esso en la propaganda antigubernamental dentro de los cuadros de las Fuerzas Armadas. Ese tipo de presiones de auspicio y promoción del golpe fueron realizadas también por los laboratorios extranjeros en represalia por la llamada Ley Oñativia que regulaba y controlaba la comercialización de fármacos. El gobierno de Illia, tal cual lo había prometido en su campaña electoral, metió mano en el tema del petróleo y el de las especialidades medicinales, los dos negocios que manejan mayores volúmenes de dinero en el mundo. Nadie prestaba atención a datos económicos espectaculares, tal vez nunca repetidos. En mayo de 1966 el costo de la vida había aumentado un 0,8 por ciento.
Los golpistas habían logrado colocar en el foco del interés de la opinión pública, los renovados problemas entre los uniformados como el relevo del director de la Escuela Nacional de Guerra Brigadier Hugo Martínez Zuviría, y las consecuencias que esto trajo aparejado, y la posible intervención a la provincia de Tucumán.
En una de las últimas reuniónes de gabinete ocurrió algo emocionante que no es demasiado conocido. El comandante en jefe de la Fuerza Aérea Brigadier Adolfo Álvarez y el secretario de la Fuerza, Brigadier Mario Romanelli habían viajado a Estados Unidos invitados por la aeronáutica de ese país. Suspendieron la gira y se presentaron a la reunión de gabinete; Romanelli dijo:
-Señor Presidente, acabo de arribar a Ezeiza. Suspendimos nuestro periplo por Estados Unidos por la información que los aeronautas norteamericanos tienen sobre un golpe que presuntamente está en marcha en nuestro país. Me siento avergonzado. Si usted como comandante supremo de las Fuerzas Armadas me da su venia, la Aeronáutica se pone en pie de guerra para reprimir a los sediciosos, cualquiera sea el origen de ellos. No hubo respuesta del Presidente.
Lo concreto es que no había inflación, que se estaba logrando el pleno empleo y las cifras mostraban cómo el gobierno estaba condenado a tener éxito. Por eso no lo podían dejar seguir adelante.
-También hay que decir que el radicalismo no pactaba con los militares porque no quería someterse a ellos como había hecho Frondizi, con un final nefasto. Y que por eso nos miraban con malos ojos. El radicalismo tampoco pactaba con la CGT pese a que podría haberlo hecho y ampliar su base de sustentación política y popularidad, porque no defiende exclusivamente los intereses de la clase trabajadora. Con el empresariado ocurre algo similar. Con el peronismo comparte postulaciones generales como la defensa de la libertad, la soberanía, pero al igual que los demás partidos estaban haciendo antirradicalismo en la búsqueda de un espacio político hegemónico que en ese momento no tenían.
Balbín estuvo presente. Con su rostro desencajado y las palabras que dijo en un despacho contiguo al de Illia. Su preocupación era por los años negros que se advertía llegarían para nuestro pueblo. Ricardo Balbín fue un demócrata de calidades y cualidades superiores, que estuvo acompañando a Illia en todo momento.
A las tres de la mañana, la presidencia dio un comunicado que decía que Arturo Illia “en su carácter de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas asume el cargo de Comandante en Jefe del Ejército vacante por el relevo del general Pistarini”. Más adelante llama a desconocer todas las órdenes de Pistarini y ordena a las Fuerzas Armadas para que tomen todas las medidas necesarias para preservar el orden constitucional.
Quince minutos después, un comunicado de Pistarini respondió que “la destitución del comandante en jefe del Ejército, carece de valor”.
El resto de la historia es bastante conocida. Tristemente célebre. La llegada del general Julio Alsogaray para exigirle que abandone su cargo y el fuerte diálogo que se establece entre él y el Jefe de Estado. Illia lo trata de “general sublevado que engaña a sus soldados” y de “insurrecto que actúa como salteador nocturno”.
Finalmente, Alsogaray se retira del despacho de Illia.
Unos minutos después, se produjo un episodio tocante que Illia nos contó en detalle. El teniente de granaderos esa noche estaba de guardia, cumpliendo con su tarea de defender la casa de gobierno se presentó ante Illia y le solicitó su venia para cerrar las puertas y abrir fuego contra quien intentare ingresar.
El teniente de los Granaderos de San Martín sólo hubiese cumplido con su deber si disparaba contra el general Alsogaray. Pero Illia lo toó del hombro sumamente emocionado, y le dijo:
-Vea m´ hijo. Acá no hay que derramar sangre. No le doy la autorización, porque el país necesita paz.
El final, también conocido, se acercaba. Fue el coronel Luis César Perlinger a las seis de la mañana, el que detuvo a todos los que allí estábamos, pero no pudo tocar a Illia que bajó las escaleras rodeado por sus colaboradores. Miguel Ángel Zavala Ortiz gritó: “Volveremos” y su grito quedó flotando en el aire como un símbolo de desesperación e impotencia ante un pueblo argentino que observó todo como si fuese ajena. Ignorando la tragedia que se cernía sobre nuestro porvenir y el de nuestros hijos.
“Volveremos” dijo Zavala Ortiz. Los jóvenes radicales juramentamos no desmayar un solo instante en la lucha por la recuperación de las instituciones democráticas y por el retorno del radicalismo al gobierno.
Nos llevó algún tiempo, pero lo logramos. Diecisiete años después, entramos con Raúl Alfonsín a esa misma casa de gobierno y restauramos la democracia en la república.-
Quiero destacar que el General Carlos Caro, titular del poderoso Segundo Cuerpo Ejército con asiento en Rosario en conversaciones con Illia, una semana antes del golpe aceptó un ofrecimiento para reemplazar a Pistarini en la jefatura del arma. Pistarini detuvo en dependencias del Estado Mayor a Caro y el golpe ya no pudo ser evitado.
Un hecho que me comentaba mi padre fue una conversación casi desconocida fue la que con el tiempo, mantenida a bordo de su auto con Illia, al salir de la casa que Miguel Ángel Zavala Ortiz, tenía en la calle Galileo al 2400. Habían participado de un almuerzo con Arturo Jauretche, Jerónimo Remorino y el General Carlos Rosas. Rosas era de esa generación de generales de mucho prestigio intelectual, sanmartiniano y con gran vocación democrática.
Rosas se desempeñaba como jefe del segundo cuerpo. Fue antecesor de Caro. Un día, en diciembre de 1964, Onganía redactó el decreto que lo relevaba y se lo llevó a firmar el Ministro de Defensa. Ese día, en el auto, luego del almuerzo, Illia cerró la puerta y cuando arrancó, le dijo:
-En el momento en que firmé el decreto de relevo del general Rosas, estaba firmado la sentencia de muerte de mi propio gobierno…
A partir de allí, se abrió una época siniestra de golpes de estado, violación de los derechos civiles, humanos, enfrentamientos internos violentos que culminaron en más golpes de estado, hasta que nuevamente el radicalismo conducido por Raúl Ricardo ALFONSIN, restauró la república, con la plena vigencia de la democracia y los derechos civiles y humanos para todos los argentinos.- Este es legado fundamental del gobierno de ese gigante de la democracia, la decencia y la austeridad que fue Don Arturo Umberto ILLIA.-

(*) Autor: Dr. Conrado Hugo STORANI.-

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