«Sólo se pide un reconocimiento justo» – Opinión

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«Edgardo luego de desaparecer en el ARA fue ascendido p.m., según decreto 342/95, a Cabo Segundo. Felicidades profundas Edgardo! 2 de Mayo, Día Nacional del Crucero ARA General Belgrano. Honor y Gloria a los caídos en combate. Honor y Gloria a Edgardo Roberto Prámparo»

Por Facundo Prámparo

Hoy voy a escribir en nombre de mi abuelo. Y me tomo el atrevimiento de hacerlo sólo porque él no tiene la oportunidad de las redes sociales ni de alcanzar así el tiempo invertido de muchos amigos frente a sus computadoras para que lean, compartan, piensen y actúen en consecuencia. Porque, en definitiva, se trata de eso, de multiplicar. Hoy es 2 de Mayo, día en donde se recuerda cómo dos torpedos impactaban furiosos el Crucero ARA General Belgrano en un punto situado a los 55º 24′ de latitud Sur y 61º 32′ de longitud Oeste del Océano Atlántico. Hoy es un día en donde se recuerda cómo un navío militar argentino que transportaba, entre tantas otras almas, a un joven riocuartense se llevaba su alma y consigo muchos otros sueños.
Edgardo Roberto Prámparo, hijo de Roberto Prámparo, mi abuelo, nació el 14 de mayo de 1962 en Río Cuarto, nuestra hermosa ciudad, y, a los 18, se unió desde el convencimiento y la convicción al servicio militar, y porque la rigurosa costumbre de la época así lo dictaba.
Luego del periodo de instrucción su destino fue el Crucero ARA General Belgrano. Integró la tripulación del Crucero llamada de «Los 1093» dispuesto a defender los derechos soberanos argentinos en el Atlántico Sur. Zarpó desde la Base Naval Puerto Belgrano, Buenos Aires, rumbo a las islas Malvinas el 16 de abril de 1982. El Crucero entró en el área asignada el día 28. El 2 de mayo fue atacado y hundido por dos torpedos lanzados por el submarino británico Conqueror en un punto situado a los 55º 24′ de latitud S y 61º 32′ de longitud Oeste, por orden de Margaret Thatcher.
Minutos después de las 16:40, de un día como hoy pero de hace 34 años, este héroe nacional ofrendó su vida doce días antes de cumplir los 20 años de edad. Con tan solo 19 años y luego de haber escuchado la orden de abandonar el barco por parte del capitán Héctor Bonzo, Edgardo seguramente corría por su vida en algunos de los fríos recovecos que el crucero le dejaba caminar para poder abordar un bote salvavidas. Pese a que Edgardo consiguió subir a una balsa, según cuentan los pocos recuerdos que fueron testigos de aquel trágico e inolvidable momento, un enorme eslabón de la cadena que portaba el ancla cayó encima de esa balsa llevando a la eternidad a todos sus tripulantes. Y entre ellos a Edgardo.
Su cuerpo nunca apareció. Su papá nunca pudo despedirse de él. Ni en vida ni en sentimiento. Nunca lo encontró. Porque nunca lo encontraron. Su cuerpo y su alma fueron abrazados por el mar más frío que la guerra argentina puede recordar. Su cuerpo y su alma sólo quedan resguardados en el recuerdo de su familia, y de su padre, hasta que su memoria lo permita. Su alma y su recuerdo serán recordados por quienes tenemos la firme convicción de no hacer olvidar nunca lo sucedido.
«A pesar de haber perdido a mi hijo estoy contento de que pueda estar en una placa. Porque su nombre es ejemplo para los jóvenes. La gesta de Malvinas no debe olvidarse», dijo mi abuelo en una entrevista el año pasado mientras remarcó: “Río Cuarto tiene tantas calles pero no con los nombres de los que escribieron la historia reciente del país”.
Si bien su nombre, para memoria de las futuras generaciones, fue incluido en el cenotafio de la plaza San Martín en el Barrio Retiro de Buenos Aires en la placa IX, línea 2. También en el Monumento del cementerio argentino en Darwin en el muro este, placa 19, línea 3. En la Ciudad de Córdoba existe un recordatorio en su honor, es un monumento ubicado en la terminal de ómnibus. En Río Cuarto una placa de madera de recuerda en la Plazoleta Héroes de Malvinas, detrás del colegio de bellas artes.
No quiero caer en un revisionismo histórico sin sentido, ni hacer apología del destino, ni contratar con palabras alguna clase de eufemismo protocolarmente correcto sobre los desgraciados impulsores de la guerra ni sobre los encargados de hacer recordar a los héroes de la patria pero no puedo dejar de preguntarme cómo y de qué manera se recuerda a nuestros héroes? Mientras la ciudad se viste con los nombres de personajes nefastos de la historia, el nombre de un joven riocuartense que dio su vida por la patria se borra lentamente en un cartel de madera en una plaza de la ciudad.
Me sumo a las palabras de mi querido amigo Profesor Pablo M. Wehbequien en una nota en el diario Puntal de hoy dice: “En una ciudad en donde pululan calles con nombres de quienes traicionaron las esperanzas del pueblo, de genocidas y de traidores a los intereses del país, no existe una sola que recuerde a ninguno de os Héroes con mayúsculas que cayeron defendiendo el sueño argentino. Cuánto más deberán esperar. Pasaron 34 años”. Qué palabras tan ciertas. Qué hace falta para tomar la decisión política de ponerle a una calle, a una plaza, o a un lugar que sea transitado por cientos de miles de riocuartenses. Imagínense vivir en una ciudad en donde la Avenida Italia o la Plaza Roca, por sólo citar algunas ejemplos, se llame Edgardo Prámparo, Adolfo Molina, Juan Waudryk, Osvaldo Sosa o capitán Luis Castagnari. Eso se llamaría tener conciencia en la historia, eso se llama respetar a quienes no están y dejaron todo por nosotros, eso se llama ejercer un poco la patria, desde un simple y pequeño acto. No se pide la vida, no se pide la eternidad, no se pide regalarle los recuerdos que un padre nunca pudo tener con su hijo, no se pide un abrazo de despedida, sólo se pide un reconocimiento justo.
Espero no escuchar reclamos por causas injustas cuando nunca supieron ponerse la bandera de la patria a los hombros, en las manos y en la vida. Espero que sepamos entre todos construir una ciudad un poco más linda, justa y diversa, entre tantos otros adjetivos, que la de ayer.
Hoy es un día para mostrar respeto, memoria y honor. Y no sólo a Edgardo, como riocuartense y héroe, sino a todos los que dejaron su vida en el «combate».
Edgardo luego de desaparecer en el ARA fue ascendido p.m., según decreto 342/95, a Cabo Segundo. Felicidades profundas Edgardo!
2 de Mayo, Día Nacional del Crucero ARA General Belgrano. Honor y Gloria a los caídos en combate. Honor y Gloria a Edgardo Roberto Prámparo.

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