Distribuida a varios medios, entre ellos Télam, por la organización humanitaria alemana Sea-Watch que opera en rescates de barcos entre las costas de Libia e Italia, la terrible imagen muestra a un bebé fallecido acunado en los brazos de un hombre.
El drama cotidiano que viven los refugiados para llegar a Europa quedó este lunes resumido una vez más en una fotografía de un bebé ahogado en brazos de un voluntario europeo que intentaba evitar que cientos mueran en el Mediterráneo, un destino que, sin embargo, ya compartieron al menos 1.000 personas en una semana.
La imagen, distribuida a Télam y otros medios por la organización humanitaria alemana Sea-Watch, fue tomada el viernes pasado por uno de sus voluntarios en un barco anclado en aguas internacionales frente a Libia, que se dedica a rescatar a refugiados y migrantes y llevarlos de manera segura hasta Italia.
No sé sabe el nombre del bebé, que parece tener menos de un año, ni de su historia, incluyendo si viajaba solo o con su familia.
Lo que la organización alemana sí pudo informar en un comunicado es que, además del niño, murieron 45 de las 180 personas que viajaban en una de las precarias embarcaciones de madera que todos los días parten de la costa libia con destino al sur de Italia, pese a que no tienen la capacidad para completar tamaña travesía.
«Se trata de la ruta más peligrosa de todas y los barcos no están hechos para llegar a Italia, no tienen la capacidad. Simplemente zarpan, navegan un poco y esperan en aguas internacionales hasta que alguien los rescate. El año pasado rescatamos una barcaza que esperaba hacía cuatro días. Varias personas ya habían muerto deshidratadas», contó Ruben Neugenaper, vocero de Sea-Watch, a Télam.
La imagen del bebé ahogado en brazos del rescatista recuerda a la de Aylan Kurdi, el chico sirio de tres años que apareció el 2 de septiembre pasado muerto boca abajo en una playa turca, luego que el gomón en el que viajaba su familia se hundiera intentando llegar a las costas griegas de la Unión Europea (UE).
Desde la conmoción global que provocó la imagen de Aylan, más de 340 chicos y bebés murieron ahogados en el Mediterráneo intentando llegar a una Europa cada vez más hermética, según la última estimación publicada por el organismo de la ONU para la niñez, Unicef, en febrero pasado.
Desde septiembre pasado, los países europeos levantaron vallas, pusieron controles en sus fronteras y reforzaron los límites exteriores del bloque para evitar la llegada de nuevos refugiados y migrantes.
No lo lograron, y sólo incrementaron las ganancias de las mafias que aprovechan la desesperación de estas personas y profundizaron la crisis humanitaria, en el mar y en el propio continente europeo.
Los cuerpos de las víctimas del naufragio del viernes pasado, incluyendo el del bebé de la foto, llegaron este domingo al puerto italiano de Reggio Calabria a bordo de un barco de la Marina de ese país, y en los próximos días o semanas se podría conocer sus identidades o, al menos, sus nacionalidades.
El proceso no será rápido ya que sólo la semana pasada «al menos 1.000» refugiados y migrantes murieron ahogados en el Mediterráneo en varios naufragios, según una nueva estimación hecha este lunes por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
«Hablamos con los supervivientes, estamos intentando reconstruir cuántas personas podrían ir a bordo de los barcos que han naufragado y calculamos que hay al menos 1.000 muertos en esta última semana», explicó ante la prensa el vocero de la OIM en Italia, Flavio Di Giacomo.
El domingo la agencia de la ONU para refugiados, el Acnur, había estimado que los muertos de la semana ascendían a 700; sin embargo, la cifra era temporal ya que en general no se sabe cuánta gente viaja en cada una de estas embarcaciones precarias.
«Dos tipos de embarcaciones parten desde Libia. Uno de ellos son grandes barcos de madera. Van abarrotados de gente y, cuando algún barco se acerca para ayudarlos, todos se amontonan sobre un lado y entonces se da vuelta. Esto es lo que pasó en las grandes tragedias de la semana pasada», contó Neugenaper.
«Pueden llegar a viajar unos 700 en la cubierta y otros 700 debajo, en el casco. Si estamos cerca, podemos salvar a los que viajan arriba, pero los otros prácticamente no tienen posibilidades de sobrevivir. Pocas veces se sabe a ciencia cierta cuántos viajan allí», agregó el activista alemán.
Sea-Watch trabaja hace alrededor de un año, intentando ayudar a los refugiados y migrantes que se lanzan al mar en un último intento por construir una mejor vida en Europa.
El año pasado desplegó dos lanchas en el mar Egeo para ayudar a los cientos de miles de personas de Medio Oriente y Asia, principalmente de Siria y Afganistán, que utilizaban la ruta a través de Turquía para llegar a la UE.
Sin embargo, desde que la UE, impulsada por Alemania, firmó un acuerdo con Turquía para sellar la frontera y deportar a todos los refugiados y migrantes que lleguen sin papeles a territorio europeo de vuelta al país musulmán, esa ruta perdió atractivo.
Paralelamente, volvió a crecer el número de barcos abarrotados que zarpan desde la anárquica Libia, utilizando una ruta mucho más peligrosa, larga y cara. Según la OIM, al menos 13.000 llegaron la semana pasada a las costas del sur de Italia desde ese país norafricano.
Por eso, Sea-Watch responsabilizó este lunes directamente a las potencias europeas de la nueva tragedia anunciada que inmortalizaron sus cámaras.
«Sea-Watch publica estas trágicas fotografías que deben ser reconocidas por la sociedad europea, ya que estas tragedias son la consecuencia de la política externa de la Unión Europea», sentenció la organización civil en su comunicado.
«Si no queremos ver este tipo de fotografías -agregó el fundador de la ONG, Harald Hoppner-, tenemos que dejar de producirlas».
Sea-Watch como todas las organizaciones humanitarias locales e internacionales que ayudan a los miles de refugiados y migrantes que todos los días intentan cruzar el Mediterráneo para construir una mejor vida en Europa, reclama a Bruselas vías legales y seguras para que aquellos desesperados por escapar de la guerra, la violencia y el hambre puedan hacerlo sin poner en peligro su vida.
Según las principales organizaciones involucradas en esta crisis humanitaria, alrededor de 3.700 personas fallecieron el año pasado intentando cruzar el Mediterráneo, y en lo que va del año la cifra ya superaría los 2.000.
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