El Senado de Brasil aprobó esta mañana la realización de un juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, quien hoy mismo dejará el gobierno en manos del vicepresidente Michel Temer por hasta 180 días, el plazo máximo que tendrá la Cámara alta para llevar adelante el proceso.
Minutos después de las 6.30 (la misma hora en la Argentina) votaron a favor de juzgar a la mandataria 55 senadores y 22 en contra, en tanto tres estuvieron ausentes y el presidente del cuerpo, Renan Calheiros, no votó.
La votación tuvo lugar al cabo de una sesión que duró más de 18 horas, en la que hicieron uso de la palabra 71 de los 81 miembros totales de la Cámara alta y finalmente alegó el abogado general del gobierno, José Eduardo Cardozo, en defensa de Rousseff.
De acuerdo con la legislación vigente, Rousseff dejará su cargo hoy mismo por un plazo máximo de 180 días, el mismo que tendrá el Senado para realizar el juicio, que será presidido por el titular del Supremo Tribunal Federal (STF, corte suprema), Ricardo Lewandowski.
Rousseff firmará el acta de notificación del resultado de la votación a las 10, en el despacho principal del palacio presidencial del Planalto, y una hora más tarde asumirá el gobierno el vicepresidente Michel Temer, informó la agencia noticiosa estatal ABR.
Aunque la decisión de los senadores fue precedida por una tensa vigilia, ya desde ayer se daba por hecho el resultado que finalmente se produjo.
La propia mandataria retiró anoche sus pertenencias del despacho del tercer piso del Planalto, incluidos sus libros y las fotos de su hija y sus nietos. Anteriormente se había anunciado que, al menos durante los primeros días, permanecerá en el Palacio de la Alvorada, la residencia oficial del presidente.
También se anunció que en el momento de notificarse de la decisión, Rousseff recibirá a su antecesor y líder partidario, Luiz Inácio Lula da Silva, y hará una declaración a la prensa, mientras en las redes sociales se difundirá un video que grabó anoche, en el que reitera que su juicio político es la expresión de un “golpe de estado”.
Temer asumirá el gobierno interinamente y si Rousseff fuera destituida al cabo del juicio político -para lo que se precisará ya una mayoría calificada de dos tercios del total de los senadores y no solo una mayoría simple, como sucedió hoy-, completará el mandato hasta el 31 de diciembre de 2018.
Primera mujer presidenta
Rousseff, de 69 años, fue la primera mujer elegida presidente en la historia de Brasil y la segunda dirigente del Partido de los Trabajadores (PT) que llegó a la primera magistratura, de la mano del fundador de esa fuerza política, Luiz Inácio Lula Da Silva.
Con fama de mujer de temperamento, economista, militante política y conocida por la juventud del PT como «Corazón Valiente», consiguió en su primer mandato edificar un perfil sustentado en su capacidad para manejar los datos y los números de su gestión.
Apuesta política de Lula hace cuatro años, Dilma Vana Rousseff Linhares asumió la candidatura a la jefatura del Ejecutivo después de haber ocupado los ministerios de Minas y Energía y de la Presidencia durante los ocho años de gobierno de su padrino político.
Hija de un inmigrante búlgaro y de una docente brasileña, Rousseff se convirtió, después de 35 hombres que la precedieron en el cargo, en la primera mujer en gobernar el mayor país latinoamericano.
Llamada también Dama de Hierro por su fuerte carácter, Rousseff pudo convivir con el peso político dejado por su antecesor, para una mayoría el líder más carismático de la historia reciente del país.
Su llegada a la gestión estuvo precedida por una juventud de militante política. Educada en colegio con idearios católicos, a los 16 años pasó a incorporarse a una organización trotskista y más tarde formó parte de la Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares, que combatió contra la dictadura militar que tomó el poder en el país en 1964.
Su asunción a la Presidencia, el 1 de enero de 2011, agradó a los mercados por sus antecedentes como ministra y su perfil profesional de orientación económica, pero como jefa del Estado Rousseff también demostró habilidad para conducir los intereses políticos dentro del gobierno, particularmente a través de alianzas partidarias.
En su gestión, la seguidora del club Atlético Mineiro de Belo Horizonte -su ciudad natal- y del Internacional de Porto Alegre -su cuna política- superó exitosamente retos económicos como la desaceleración del crecimiento, que pasó de 7,5% en 2010, el año anterior al inicio de su mandato, a una tasa inferior a 1% proyectada para 2014 y logró también bajas en los índices de pobreza, indigencia y trabajo infantil.
Para mantener el control inflacionario dentro del límite máximo fijado por el gobierno, Rousseff tuvo que invertir la trayectoria de descenso de los intereses en su primer año de gobierno, que llegaron con 10 reducciones consecutivas al histórico mínimo de 7,25% anual, y elevarlos al actual 11%.
Otro de sus desafíos fue afrontar denuncias de corrupción que salpicaron a miembros del gobierno y en su discurso fue dura en defender las investigaciones que la llevaron a pedir la dimisión de siete de sus ministros.
Ante las protestas multitudinarias que se desataron en junio de 2013, motivadas por el alza de los pasajes de colectivos en San Pablo y luego multiplicadas por otras reivindicaciones, Rousseff hizo frente y dio la cara ante la situación, con propuestas para una serie de pactos como la reforma política.
Pero consiguió la reelección en octubre de 2014 y asumió su segundo período de gobierno a principios de 2015.
Fue acaso ese el año de mayor convulsión para la clase política brasileña, con escándalos de corrupción que cruzaron a dirigentes de todas las fuerzas políticas, intrincadas investigaciones judiciales e intervenciones del Poder Legislativo que sumieron al país en una crisis institucional.
El asunto de mayor atención para el público fue el Petrolao, los delitos de corrupción en torno a la petrolera estatal. Sin embargo, no fue por ese caso que se impulsó el juicio político a Rosusseff, sino por supuestas irregularidades en la asignación de partidas presupuestarias que para la oposición constituyen delitos.
Detrás de esa mujer con imagen de gobernante «dura» hay otra que se recuperó de un cáncer en el sistema linfático, y una abuela dulce cuando está con su nieto Gabriel, de cuatro años, jugando en los jardines del Palacio de la Alvorada o en Porto Alegre, donde vive su hija.
O una mujer con espíritu de aventurera que se «libera» a bordo de la emblemática moto Harley-Davidson como indica la prensa local, que sale a veces a escondidas para pasear por la noche de Brasilia.
«El país está siendo tomado por asalto»
Rui Falcao afirmó que la apertura del juicio político a la mandataria y su consecuente separación del cargo son un «golpe contra la democracia» del país, que, según él, «está siendo tomado por los peores exponentes de la oligarquía».
«Una vez más las elites pisotean el voto popular, abriendo camino para la imposición de un gobierno ilegítimo», dijo Falcao en un comunicado al que tuvo acceso Télam.
Según Falcao, la admisión por 55 votos a 22 del juicio político en el Senado, lo cual aparta por hasta seis meses a Rousseff y da lugar a un gobierno de corte opositor del vicepresidente Michel Temer, quien el mes pasado rompió con el Ejecutivo, es un trabajo «de las elites».
Esos sectores, sostuvo, «una vez más pisotean el voto popular, abriendo camino a la imposición de un nuevo gobierno».
«El país -señaló Falcao- está siendo tomado por asalto por los peores exponentes de las oligarquías del poder, de los medios monopólicos y de la plutocracia. Incapaces de vencer en las urnas, recurren a la farsa institucional para derrocar a una gobernante electa por la mayoría y que no cometió delito algún.»
Falcao agregó que el PT buscará la absolución en el juicio que abrirá el Senado a Rousseff y que movilizará con los frentes de lucha el reclamo en las calles para denunciar «el golpe y la usurpación del poder».
El comunicado cierra con un «Fuera Temer. Volveremos».