Macedonia reprime a refugiados, entre ellos, chicos y embarazadas

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La guardia fronteriza macedonia reprimió este domingo con gases lacrimógenos a más de un centenar de refugiados, entre ellos familias enteras con chicos y mujeres embarazadas, que intentaron cruzar la frontera y abandonar el insalubre campo de Idomeni.
En total, unas 250 personas resultaron heridas, según la misión de Médicos Sin Fronteras (MSF), que trató a 200 intoxicadas por el gas lacrimógeno, 30 fueron atendidas por impactos de balas de goma y unas 20 por otro tipo de problemas, según la agencia de noticias EFE.

El vocero de la Policía macedonia, Toni Angelovski, por su parte, también informó sobre tres agentes fronterizos heridos.
Una vez más, la represión se desató luego que un grupo de personas no identificadas comenzaran el sábado a la noche a difundir entre los refugiados el rumor de que si todos intentaban superar la valla fronteriza juntos, Macedonia cedería y abriría la frontera.
La policía fronteriza de Macedonia informó a un primer grupo de refugiados que se acercó a la valla que esto no sucedería, pero la desesperación de las familias y de todos los que hacen semanas que duermen en el barro, con frío y sin esperanzas, fue más fuerte.
Una pequeña multitud se lanzó de todas maneras sobre la valla y cuando no vieron reacción del otro lado, comenzaron a lanzar piedras contra las fuerzas de seguridad macedonias.
Los guardias respondieron lanzaron gases lacrimógenos, granadas de aturdimiento y dispararon balas de goma.
Mientras el resto de los líderes europeos callan, el gobierno griego condenó el uso «indiscriminado» de este tipo de armas -conocidas como «no letales»- «contra poblaciones vulnerables».
«Instamos a las autoridades de la Antigua República Yugoslava de Macedonia a entender los riesgos potenciales derivados del uso de la fuerza contra los refugiados y los inmigrantes», advirtió el vocero del centro de gestión de la crisis de refugiados del gobierno heleno, Yorgos Kyritsis, en declaraciones a la agencia de noticias griega AMNA.
Al mismo tiempo Kyritsis pidió a los refugiados no creer en rumores e informaciones falsas, y a cooperar con las autoridades griegas para garantizar que se les pueda trasladar a uno de los centros de recepción temporal organizados.
Miles de refugiados quedaron varados en Idomeni, en el norte de Grecia, cuando Macedonia y el resto de los países de los Balcanes y del centro de Europa cerraron completamente sus fronteras y prohibieron el paso a cualquier demandante de asilo.
Después de varias semanas con miles de personas viviendo en el barro en Idomeni y de que las imágenes de una crisis humanitaria dieran la vuelta al mundo, la Unión Europea (UE) firmó un acuerdo con Turquía para deportar a todos los nuevos refugiados que llegaran a Grecia a través del Mediterráneo.
De esa manera, los centros de recepción en Grecia se convirtieron en centros de detención para los refugiados y las organizaciones humanitarias, como MSF, y las agencias de la ONU dejaron de ayudar al gobierno heleno a convencer y transportar a los recién llegados de Medio Oriente y África a los centros de recepción creados en el resto del país.
El gobierno griego sigue intentando trasladar a los centros de recepción a las 11.219 personas que aún duermen en el barro en Idomeni, al igual que a las 4.500 que lo hacen en los alrededores del puerto ateniense del Pireo.
Sin embargo, la situación más tensa en estos momentos se vive en las islas griegas del Egeo, especialmente en Lesbos, el principal punto de llegada de los refugiados y el lugar que alberga los mayores centros de detención.
Este domingo, cientos de refugiados protestaron en el campo de detención de Moria y pidieron que los dejaran salir. Las fuerzas de seguridad griegas no permitieron que la prensa se pudiera acercar para hablar con los demandantes de asilo, que esperan una casi segura deportación a Turquía.
Asimismo, el director del recién creado Centro Europeo contra el Tráfico de Migrantes, Robert Crepinko, informó este domingo que Europol, la agencia de policía de la UE, desplegó un primer grupo de agentes encubiertos en los campos de detención en las islas de Lesbos, Samos, Quíos y Leros, al igual que en el puerto del Pireo en Atenas, para investigar si algún combatiente islamista se infiltra entre los demandantes de asilo.
«Junto con las autoridades griegas estamos haciendo controles de seguridad secundarios para detectar a migrantes potencialmente peligrosos antes de que entren en la UE», dijo el funcionario esloveno en una entrevista con el diario local Kathimerini.
Pese a las repetidas advertencias de líderes europeos sobre presuntos islamistas radicalizados infiltrados entre los miles de refugiados que llegan todos los días al Viejo Continente desde hace más de un año, hasta ahora todos los milicianos del Estado Islámico (EI) que atentaron dentro del continente fueron ciudadanos belgas o franceses, que nacieron o se criaron en esos países, no en Medio Oriente o África.
Mientras la mirada de la UE está puesta en Grecia, la tensión sigue siendo alta en los países del norte del continente que más refugiados recibieron el año pasado.
La Policía alemana acusó este domingo a un joven refugiado afgano de 17 años de prender fuego un centro de recepción para demandantes de asilo menores de edad como él en la localidad de Winsen, en el norte del país.
La fuerza no dio detalles sobre qué fue lo que pasó, sin embargo, este incidente se suma a las decenas de ataques contra centros de refugiados cometidos en los últimos meses por simpatizantes y militantes de extrema derecha.

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