La semana pasada, un turista desconocido ingresó al local que había quedado abierto por un descuido, se sirvió lo que necesitaba, hizo la cuenta con los precios que estaban anotados en cada artículo y dejó el dinero en el mostrador con una nota explicativa de la «auto compra».
El insólito hecho fue confirmado a Télam por Ruth Silvina Zarranz (37) quien contó que «el jueves de la semana pasada mi marido se fue del negocio a eso de la una y media de la tarde y como hacemos habitualmente, almorzamos y nos acostamos un rato a dormir la siesta para retornar al negocio a eso de las 17».
«Cuando regresó a atender se dio cuenta que la puerta estaba abierta y se resignó a encontrar cualquier cosa porque pensó que nos habían robado, pero al mirar se dio cuenta que estaba todo en su lugar y cuando fue a limpiar el mostrador encontró la nota de un turista explicando la compra que había hecho y la plata, incluso de más, porque no había podido pesar la fruta y temía que no alcanzara» explicó la comerciante.
La nota que encontró en el mostrador Javier Juan James decía textualmente: «Hola, estoy viajando con un niño de 3 años y tengo que irme para alcanzar el alojamiento antes que se haga la noche.
Te dejo dinero de lo que llevé y te llevo algunas frutas. Te dejo 100 más por la fruta, supongo que es menos, ahí están 700 pesos. Espero que esté todo bien. Saludos».
En la misma nota manuscrita, el turista desconocido dejó el detalle de lo que llevó con el precio de las etiquetas y la clásica «suma del almacenero» que arrojó un total de $592,75, aunque dejó 700 «por las dudas».
Camarones es una población de poco más de 1.000 habitantes ubicada sobre la costa atlántica y a 240 kilómetros al sur de la capital del Chubut, con playas muy apreciadas por su belleza natural y una historia muy rica, lo que la convierten en un atractivo centro turístico.
«Siempre vienen turistas, sobre todo los fines de semana, pero a este amigo desconocido lo queremos ubicar para invitarlo a comer un asado que es la forma de agasajar que tenemos acá» explicó Ruth Silvina Tarranz.
La anécdota se viralizó en las redes sociales, según explicó la comerciante que se decidió a contarlo porque «siempre se cuentan las cosas malas y las pálidas y no estos hechos positivos de buen trato y convivencia que tanta falta nos hace».
Según deducen los dueños del local ubicado en la calle Roca de Camarones, el turista estuvo un buen rato esperando que lo atendieran y como eso no ocurrió, porque en rigor no había nadie, se decidió a abastecerse por sus propios medios.