En un mensaje enviado al Facebook de Telediario, una madre manifestó su preocupación por los excesos que ocurren en los boliches bailables de la ciudad. Aseguró que su hija fue víctima de un robo dentro del boliche y que no había personal de seguridad suficiente para la cantidad de personas que había dentro del local bailable.
-La carta completa:
«Los excesos, el descontrol y la Fiestas de los sueños…
Cuatro días ya pasaron de la hermosa navidad, cuatro días en que a pesar del agobiante calor y las cuentas por pagar, la principal preocupación estuvo enfocada en mis hijas. Soy mama de dos adolescentes, una mama que se levanta todas las mañanas buscando la forma de darles lo mejor, de enseñarles lo mejor, una mama que vive para lo más importante que tiene que tuvo y que va a tener, una mama que es feliz cuando ellas sonríen y llora cuando sufren. Una mama más.
Cuatro días en que todavía no puedo dormir tranquila, si cuatro días consecutivos, en que sigo conmovida preocupada y dolida por lo que le sucedió a la más grande la madrugada de ese 25 de diciembre pasado en que su festejo se vio frustrado.
Florencia, decidió concurrir a una fiesta “al aire libre”, organizada por un renombrado local nocturno, ese que todos conocemos como Casa de Piedra; si ese mismo que todos tienen miedo de nombrar o elevar una queja por el ambiente oscuro casi del hampa en que se mueven sus propietarios.
Lo que parecía ser un mega evento, ese de los sueños como todavía está siendo promocionado, y prometía diversión y felicidad, para Florencia término siendo lo contrario. Ella, mi florcita fue víctima en el interior del lugar de un hecho más de inseguridad, fue arrinconada e impunemente le fueron robados su teléfono celular y su billetera, ahí mismo a la vista de todos, en un lugar desbordado de gente, con una capacidad sobrepasada seguramente sin ningún tipo de control.
Florcita ante la desesperación intento acudir a algún personal de seguridad, cosa que resultó inútil ya que debido a la cantidad impresionante de asistentes no diviso ninguno en las cercanías, y muy por el contrario y luego de dirigirse al ingreso, encontró a pocos de ellos riéndose de la situación.
Ella se las arregló para llamar desde el teléfono de una amiga para contactarme, por lo que la noche termino antes de lo esperado para ella.
Flor me cuenta esa misma noche el descontrol del evento, peleas, jóvenes sumamente borrachos, más peleas, amigas manoseadas, amigas victimas de otros robos y sobre todo de la imposibilidad de poder caminar libremente en un espacio enorme.
Con el correr de los días me encuentro con una serie de fotografías que muestran una pareja teniendo relaciones sexuales en el predio, si ahí mismo donde se organizó el evento, ese mismo lugar donde se cumplen los sueños. Nuevamente me pregunto, donde está la seguridad de ese improvisado armado en el que nuestros chicos van a festejar. Nadie estaba velando por ellos, nadie controlo esta situación, o quizás las medidas de seguridad fueron pocas, o quizás solo insuficientes para la marea de gente. Vuelvo a preguntarme, ¿acaso nadie recordó cortar el ingreso acorde a una capacidad a la cual pudiese ser segura?
Recuerdo una nota en el diario local en que un bolichero denuncia un trato diferenciado para con estos muchachos de Casa de Piedra, alguien que dice presentar todos los requisitos para un evento de iguales características pero que no consigue la habilitación correspondiente por no contar con las medidas de seguridad mínimas. Me vuelvo a preguntar, ¿acaso este lugar Casa de Piedra los tuvo y los tiene?
Hasta cuándo vamos a permitir que la noche sea un desmanejo, hasta cuándo vamos a permitir que unos pocos se llenan los bolsillos imprudentemente poniendo en peligro a nuestros chicos, hasta cuándo vamos a ser víctimas de funcionarios corruptos, hasta cuándo vamos a ser víctimas de estas cosas…
Mis hijas no van a volver a un lugar así, como madre no lo permito, soy consciente de las cosas que pasan cuando mama no está mirando, cuando la noche tapa todo con la oscuridad, pero tampoco pretendo dejar que lo más importante que tengo en la vida salga a divertirse a un lugar que NADIE controla, en que todos miran para el costado y en el cual nadie está presente ni atento para evitar cosas como las sucedidas. En un segundo se puede perder una vida, en un segundo se arruina todo, no pienso permitir que el afán de ganar dinero de algunos me destruya mi familia». Carmen Lloveras
Foto: Archivo
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