Tras 9 años de impunidad por el crimen de Nora Dalmasso, el abogado querellante Diego Estévez, quien asesora al hermano de la víctima, Juan Dalmasso, anticipó a Telediario Digital que «hay un nuevo sospechoso que debe ser investigado»
«Cuando asuma el nuevo fiscal vamos a hacer una presentación que apunta a una nueva línea de investigación. Apunta a una persona concreta y por cuestiones de reserva no vamos a adelantar más. Existe la voluntad de la familia en avanzar», indicó.
Estévez insistió en que «al menos para nosotros, existe un sospechoso y vamos a pedir que se abra esa línea de investigación», resaltó.
El abogado no quiso precisar si «el hombre» al que apuntan es un ex trabajador de la casa en la calle 5 de la Villa Golf, un allegado ó una persona que conocería a Nora y habría residido ó trabajado en el exclusivo barrio del oeste de la ciudad.
En el marco de la causa, el fiscal federal N° 1 de Córdoba, Enrique Senestrari, envió a los Tribunales de Río Cuarto escuchas de los servicios de inteligencia relacionadas con el asesinato. Los audios habrían surgido por la investigación de otro delito y reflejarían conversaciones producidas poco después del crimen ocurrido en el barrio Villa Golf, según señala el diario La Voz del Interior.
A la deriva
La causa quedó estancada, sin imputados ni avances en la instrucción, inmersa en un cerco de silencio e impericias judiciales que derivaron en la impunidad. Emerge como un síntoma aún más grave en el caso la falta de designación de un fiscal que se haga cargo del conmovedor homicidio.
Los años transcurridos desde el homicidio en la Villa Golf derivaron en un clima de desinterés y resignación. El homicida podrá ufanarse de un crimen favorecido por la impericia judicial y un cerco de silencio que nadie pudo quebrar.
En la fiscalía de Instrucción de Javier Di Santo no ingresó ningún planteo de la querella para reactivar la investigación por el crimen.
La última presunción investigativa, vinculada a la supuesta participación del viudo, Marcelo Macarrón, nunca pudo avanzar en los expedientes judiciales y no surgieron otros sospechosos.
El ADN no deja lugar a dudas sobre su ligazón con Macarrón, pero el fiscal no pudo cerrar ninguna de las otras instancias que hubiesen comprometido seriamente la situación del esposo de Nora.
Además, la hipótesis sobre la presunta participación de un trabajador del barrio ó el accionar homicida de un psicópata sexual tampoco ha sido reactivada.
El 1 de octubre del 2012, el fiscal Javier Di Santo recibió la interpretación que realizó el CEPROCOR del informe del FBI, elaborado sobre las muestras recogidas en el cuerpo de Nora Dalmasso y la escena del crimen, y el resultado permitió confirmar el origen de un “Haplotipo Y” -linaje masculino- y un ADN de mujer, hallados en la habitación del primer piso en la vivienda de la Villa Golf.
El Haplotipo Y fue advertido sobre el cinto de la bata y no corresponde a ninguno de los 29 hombres sometidos a una extracción de ADN. Entre ellos se encontraban Facundo, Marcelo y Félix Macarrón, vecinos de la víctima y otras personas que ingresaron a la habitación donde se encontraba el cuerpo de Nora.
Por su parte, el patrón genético femenino fue encontrado en el recorte de la sábana de abajo y genera menor expectativa entre los investigadores porque podría tratarse del ADN de algunas de las empleadas domésticas.
La búsqueda de un nuevo sospechoso aparece como una misión de imprevisible final a 7 años del crimen que conmocionó a Río Cuarto y el país. Los sucesivos traspiés en la investigación y el hermético cerco de silencio alrededor del homicidio parecen conducir el caso hacia la perpetua impunidad.
Desvaríos
La pericia genética realizada en los Estados Unidos había sido contundente: se halló ADN de Marcelo Macarrón en la zona genital y el cinto de la bata con el que ahorcaron a la víctima. Di Santo intentó profundizar la pista sobre un eventual arribo del viudo desde Punta del Este la noche del crimen, pero casi 4 años después no había registros comprobables.
Macarrón había reconocido que mantuvo relaciones sexuales con Nora 4 días antes del homicidio y los expertos genéticos afirman que las huellas genéticas pueden permanecer varios días en el cuerpo de la mujer. Sin otro elemento que pueda cercar al viudo, Di Santo desestimó la sospecha.
La prueba también favoreció a Facundo, quien estaba imputado por una extraña interpretación del fiscal. Una supuesta ventana temporal y el hallazgo de haplotipo Y condicionaban al hijo de Nora.
Como ocurrió con Gastón Zárate, la imputación de Facundo estuvo formalizada por pruebas endebles y desvaríos argumentales. Para detener al perejil se utilizó el confuso argumento de un joven con retraso mental y para acusar al hijo de Nora se describió una supuesta relación sexual que el fiscal jamás pudo probar mínimamente.
Lo curioso es que la autopsia forense señaló que Nora murió antes, durante ó después de una relación sexual brusca y en la zona genital solo se halló ADN de su marido, quien quedó totalmente desvinculado del caso.
Desincriminado
El desenlace de la investigación pericial permitió que Facundo Macarrón, hijo de la víctima y único imputado en la causa, sea desincriminado y no quedaron sospechosos en la causa.
La principal prueba para desvincular a Facundo y Macarrón surge del análisis del Ceprocor. Los rastros genéticos del viudo aparecían en la zona genital de Nora y el hallazgo había enfocado en él las sospechas.
Sin embargo, Macarrón había asegurado que mantuvo relaciones sexuales con Nora antes de su viaje a Punta del Este y el fiscal nunca pudo determinar que hubiese regresado de Uruguay durante la jornada del homicidio.
El Ceprocor señaló que el semen que se encontró en el cuerpo de Nora podría corresponderse con la relación que Macarrón dijo haber mantenido con ella el 19 de noviembre.
La titular del laboratorio, Nidia Modesti, precisó que el ADN puede permanecer en la zona vaginal con una relación de cuatro, cinco, siete días o más.
Algunos estudios dicen que pueden ser hallados hasta cinco días en cuello uterino, 10 días en útero y trompas y hasta 17 días en el tracto genital superior.
Por Pablo Callejón