Los antecedentes de la participación de fuerzas policiales de Río Cuarto y la región en episodios vinculados con drogas tuvo en vilo a la sociedad en los últimos años y ahora sumó otro grave capítulo con la imputación al ex jefe de Drogas Peligrosas de Río Cuarto y ex sub jefe de la Unidad Departamental, Leonardo Hein.
Según precisó la doctora Lucía Storani, Hein aparece acusado de encubrimiento, incumplimiento de deberes de funcionario públicos y trafico de influencias. Esta mañana fue indagado y permanecerá en libertad.
La funcionaria judicial precisó que, hasta el momento, no existen vínculos entre Hein y la causa de los «narcogendarmes» -tal como confirmaron los abogados defensores de los imputados a TD Digital-, sino que fue vinculado al caso por el secuestro de drogas en Lomas de Zamora a través de escuchas telefónicas con uno de los imputados.
Fiesta de drogas y alcohol
En agosto, la Cámara del Crimen impuso penas leves y excarcelables para los oficiales José Auce y Oscar Gutiérrez, en un juicio abreviado por el escándalo de la Alcaidía. Se trató de una fiesta de droga y alcohol en las celdas que provocó graves secuelas en una detenida que fue derivada de urgencia al Hospital.
De la investigación del fiscal se desprende que Auce habría sustraido del consultorio médico de la Policía una cantidad no determinada de psicofármacos (Clonazepan 2mg y Alprazolam) para ser comercializados con detenidos bajo prescripción médica.
“Se les habría entregado a varias personas de sexo masculino arrestados en la celda 13 (entre ellos a un sujeto apodado “lechón delgado” y otro llamado “jorobado”) a cambio de 50 pesos por el alcohol y de 30 pesos por las pastillas”, indicó.
Añadió que “se mezclaban los medicamentos con alcohol, agua y jugo de naranja”.
Auce habría entregado, además, a 3 mujeres 14 pastillas. Una de ellas debió ser hospitalizada por la ingesta excesiva de los psicofármacos. A dos de las mujeres les exigió canjear la droga por besos.
Drogas en la pickup
En otro episodio sorprendente, la Policía Federal allanó la comisaría de Bimaco donde descansaba una camioneta secuestrada tras un sospechoso vuelco en la ruta A005 y que escondía 140 kilos de marihuana.
El fiscal federal Guillermo Lega confía en que se pueda determinar en el corto plazo la identidad del conductor que abandonó la unidad para huir sobre calle Perón. En un principio, los investigadores pensaban que se trataba de un rodado sustraído aunque un llamado anónimo a la Policía Federal advirtió que en la camioneta había droga.
Lega ordenó un operativo que derivó en el sorprendente hallazgo y las pericias posteriores determinaron dos datos clave: no había denuncias de robo por la camioneta y la documentación secuestrada no habría sido adulterada.
En la cárcel
Guardiacárceles también estuvieron vinculados en un escándalo por drogas, cuando un efectivo denunció el comercio en el interior del penal de Río Cuarto. El denunciante fue cesanteado y la investigación nunca logró los avances esperados.
Las manifestaciones del trabajador de la cárcel local al periodista Guillermo Geremía ratificaron con exhaustivos detalles las sospechas sobre el ingreso y distribución de narcóticos en los pabellones del viejo edificio.
Delivery de drogas
En los tribunales de Río Cuarto se desarrolla el juicio a Antonio y Jacinto Frangie, dos hermanos acusados por comercialización de drogas «en un delivery para amigos». Jacinto es un ex sargento de la Unidad Departamental y sería el cabecilla y organizador de la banda.
El fiscal Walter Guzmán precisó que «del análisis en su conjunto de la prueba» se probó que Jacinto Frangie y su pareja Marina Mansilla, «vendían sustancias ilícitas».
La situación «fue debidamente acreditada luego de varios meses de tareas investigativas relacionadas con seguimientos de los sospechosos y escuchas telefónicas de las líneas utilizadas por los prevenidos».
También consideró probado que «Jacinto Frangie y Marina Mansilla, con el objeto de no ser descubiertos en la actividad ilícita que llevaban a cabo, se proveían de poca cantidad de sustancia tóxica y cuando se quedaban sin stock nuevamente se abastecían».
«Asimismo, se determinó que los compradores de sustancia estupefacientes eran un “círculo cerrado de personas”», expresó.