El escándalo se desata en vísperas del sínodo que tiene como objetivo analizar el acercamiento de la Iglesia a homosexuales y divorciados.
«Soy un sacerdote gay, feliz y orgulloso de mi propia identidad»; confesó monseñor Krysztof Charamasa, de 43 años, polaco residente en Roma desde hace 17 años, funcionario de la Congregación para la Doctrina de la Fe y secretario adjunto de la Comisión Teológica Internacional vaticana.
«Estoy listo para pagar las consecuencias, pero es el momento de que la Iglesia abra los ojos frente a los gays creyentes y entienda que la solución que les propone, la abstinencia total de la vida de amor, es inhumana».
A partir de esas declaraciones, el Vaticano se pronunció con un duro comunicado en el que confirma que Charasma es removido de sus cargos. «Ciertamente, monseñor Charamsa no podrá seguir desempeñando las tareas precedentes en la Congregación para la Doctrina de la Fe y las universidades pontificias, mientras que los otros aspectos de su situación competen a su ordinario diocesano».
El teólogo polaco se refirió también al sínodo directamente, y en declaraciones dijo que la Iglesia atraviesa un retraso en su doctrina.
«Quisiera decirle al sínodo que el amor homosexual es un amor familiar, que necesita de una familia. Cada persona, también los gays, las lesbianas, los transexuales, lleva en el corazón un deseo de amor y familiaridad. Cada persona tiene derecho al amor y ese amor debe ser protegido por la sociedad, por las leyes»