La UNRC refutó «la baja de nota» del ranking de QS World University

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El vicerrector González presidió por primera vez el Consejo Superior, donde hubo una unánime crítica a la evaluación de QS World University y se conformó una comisión ad- hoc integrada por once consejeros superiores para redactar el posicionamiento público del cuerpo colegiado. unrc

 

PRENSA UNRC –  El vicerrector de la Universidad Nacional de Río Cuarto, Jorge González, presidió por primera vez el Consejo Superior. Lo hizo este martes en el marco de la tercera sesión ordinaria del nuevo cronograma del cuerpo colegiado, en reemplazo de rector Roberto Rovere, quien se encontraba participando de una reunión de rectores de las universidades nacionales, que se realizó en la ciudad de La Plata, en el marco del Consejo Interuniversitario Nacional.
González estuvo escoltado en el cabecera de la mesa de reunión por el secretario general de la Universidad, Enrique Bérgamo, y el secretario económico, José Luis Tobares, quien también debutó hoy en el máximo órgano de decisión universitaria, en reemplazo del vicerrector.
En la primera media hora de la sesión, el debate se centró en una unívoca crítica a la evaluación de QS World University, donde se afirma que la UNRC cayó 64 puestos entre las universidades a nivel mundial y que en los últimos días tuvo gran repercusión en los medios de comunicación.
Se decidió por unanimidad trabajar en la elaboración de un documento con un posicionamiento público por parte del Consejo Superior respecto de este tipo de rankings, para lo cual se conformó una comisión ad-hoc, presidida por la decana de Ciencias Humanas, Gisela Vélez, e integrada por las decanas Susana Panella, de Ciencias Económicas y Rosa Cattana, de Ciencias Exactas; el decano de Agronomía y Veterinaria, Guillermo Bernardes; y los consejeros superiores María del Carmen Novo; Viviana Macchiarola; Ignacio Tellería; María Ferrero, Javier Schifani; Raúl Montenegro y Víctor Becerra. Esta comisión se reunirá el próximo lunes, a las 9,30, en la Facultad de Ciencias Humanas.
En la oportunidad, al dar vida a una serie de argumentaciones de tono crítico hacia la evaluación difundida en estos días, la decana de Ciencias Humanas, Gisela Vélez sostuvo: “Lo que se expresa acá es producto de muchos años de trabajo y reflexión acerca de lo que significa y de lo que quisiéramos que fuera el proceso de evaluación en la Universidad y la evaluación de las universidades. Hay largas trayectorias de estudios y de referentes en el campo, a quienes se viene consultando para ir avanzando en los procesos de evaluación de las carreras y de las universidades desde otros principios, que implican el reconocimiento de la responsabilidad social”. “Las universidades tienen que ser evaluadas y tenemos que evaluarnos. Es un doble juego de evaluación interna y externa en una tensión fructífera para informarnos, para tomar decisiones y para informar a la sociedad acerca de lo que estamos haciendo. No hay un renunciamiento, ni una objeción a la evaluación como tal, ni a la necesidad de evaluación. Pero, la evaluación debe ser contextualizada, que reconozca la situación propia de los procesos sociales, la historia de la institución. Es necesaria una contextualización histórica y socio-cultural, una evaluación democrática, en la cual la idea de democracia implica que no sólo evalúan los expertos o los propios actores institucionales, sino también diferentes actores sociales, lo cual nos lleva al principio de la evaluación colaborativa e interinstitucional, esto implica el diálogo entre las instituciones y no que una institución en particular se convierta en parámetro a alcanzar”. “La evaluación debe legitimarse en la insterinstitucionalidad y basarse en procesos de investigación, lo cual es diferente a una evaluación basada en rankings con parámetros que no han sido discutidos de manera colectiva y que nos son ajenos”, concluyó.
Por su parte, la decana de Ciencias Exactas, Rosa Cattana, señaló: “Una de las cosas que más pesa es el prestigio de los egresados, que lo determinan consultando a las empresas respecto de qué universidades contratarían personal. También está el tema de la relación docente-alumno, la cantidad de docentes y estudiantes extranjeros”. “Hoy lo que está estipulado para la evaluación de las universidades es lo que define la Ley de Educación Superior. Y esta Universidad siempre se ha sometido a los procesos de evaluación de la CONEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria, organismo descentralizado que funciona en jurisdicción del Ministerio de Educación de la Nación) y nos ha ido muy bien”.

“Es una super simplificación”

A su turno, la consejera superior docente de Ciencias Humanas, Viviana Macchiarola, puntualizó: “La Universidad tiene políticas de evaluación institucional” y remarcó “Este ranking de universidades evalúa sólo la función de investigación y está ausente la evaluación de las funciones de enseñanza, extensión y el compromiso social de la Universidad”.
Macchiarola siguió con su crítica: “La investigación sólo se evalúa desde un parámetro que es el de las publicaciones internacionales. Ese parámetro de evaluación es contradictorio con uno de los principios que tiene nuestra Universidad, que es el del compromiso social. Si se quiere que la investigación tenga algún impacto social es importante que circule en medios locales y regionales, en espacios donde se pueda usar ese conocimiento, que no son justamente los medios internacionales, lo cual no significa que no se deba publicar a ese nivel”.
“Otro parámetro a criticar es que se recurre a la evaluación a partir de expertos internacionales, que pertenecen a determinadas universidades de determinados lugares del mundo”, sostuvo la docente. Y remarcó: “Hay una descontextualización en la evaluación. Se comparan con un mismo parámetro grandes universidades con otras pequeñas. Las dimensiones históricas y contextuales no se tienen en cuenta. Eso hace que no sea rigurosa desde el punto de vista científico”.
También consideró: “Todo indicador es una abstracción que implica una construcción teórica, política e ideológica, por lo tanto tampoco representa el indicador la realidad. La construcción de indicadores debe ser lo suficientemente integral como para que de alguna manera intente acercarse a la realidad. Y los indicadores que se utilizan en esta evaluación que se ha publicado es una super simplificación, un recorte de indicadores, que de ninguna manera hace a la integralidad del objeto de estudio, que este caso son las universidades”.
“De ninguna manera constituye una evaluación genuina y legítima. Sesga hacia la medición y no hacia la evaluación como un proceso de investigación”, concluyó Macchiarola.

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