El Consejo Superior se pronunció críticamente sobre el sistema de rankings de universidades de QS World University. Con votación unánime, el cuerpo colegiado aprobó el documento titulado “La valoración de la Universidad Nacional de Río Cuarto.
PRENSA UNRC – En su sesión de hoy, el Consejo Superior aprobó por unanimidad el despacho de la Comisión Ad Hoc Documento Evaluación Universidad, por el que se pronunció críticamente sobre el sistema de rankings de las universidades.
Esto ocurrió tras que en la última sesión de hace dos semanas se escuchara en el recinto del cuerpo colegiado de esta casa de altos estudios un unánime cuestionamiento a la evaluación de QS World University, donde se afirmó que la UNRC cayó 64 puestos entre las universidades latinoamericanas, tema que por esos días tuvo gran repercusión a nivel masivo.
En esa oportunidad, se decidió trabajar en la elaboración de un documento que expresara un posicionamiento público por parte del Consejo Superior respecto de este tipo de rankings, para lo cual se conformó una comisión ad-hoc, que se definió que fuera presidida por la decana de Ciencias Humanas, Gisela Vélez, e integrada por las decanas Susana Panella, de Ciencias Económicas y Rosa Cattana, de Ciencias Exactas; el decano de Agronomía y Veterinaria, Guillermo Bernardes; y los consejeros superiores María del Carmen Novo; Viviana Macchiarola; Ignacio Tellería; María Ferrero, Javier Schifani; Raúl Montenegro y Víctor Becerra.
A esta comisión, el plenario le encomendó elaborar un documento que pusiera en cuestión el sistema de rankings de universidades recientemente publicado en medios nacionales y locales, y se manifestase a favor de la evaluación como proceso.
En la sesión de hoy del cuerpo colegiado, se aprobó el escrito y se decidió su envío al Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) para que emita su posicionamiento al respecto, como así también a los medios masivos de comunicación, a las cooperativas, municipios, escuelas y demás instituciones con las que viene trabajando la Universidad Nacional de Río Cuarto, a la vez que se dijo que será tema de abordaje en el marco de las próximas Jornadas Universidad de Puertas Abiertas.
¿RANKING COMERCIAL O EVALUACIÓN DEMOCRÁTICA?
La Universidad Nacional de Río Cuarto, a través de su Consejo Superior pone en cuestión el sistema de rankings de universidades recientemente publicado en medios nacionales y locales, y se manifiesta a favor de una evaluación democrática que brinde conocimiento público a la sociedad sobre los procesos y resultados de la misma.
Acerca de los rankings universitarios
El QS World University Ranking es un sistema de clasificación mundial de universidades elaborado y publicado por el grupo Quacquarelli Symonds, empresa privada con sede en Londres y que cuenta con oficinas en Londres, Portland, París, Singapur, Stuttgart y Alicante. Clasifica a la universidades considerando seis indicadores: 1) reputación académica según encuesta global a pares académicos (40 %), 2) resultados de la encuesta aplicada a empleadores (10 %); 3) total de documentos indexados en Scopus (20 %); 4) proporción de estudiantes por académico (20 %); proporción de estudiantes extranjeros inscriptos en la institución (5 %) y proporción de académicos extranjeros en la planta académica de la institución (5 %).
Cuestionamos éste y otros sistemas de rankings por razones de orden político-ideológico, epistemológico y metodológico.
En cuanto al orden político-ideológico, los sistemas de medición y clasificación de instituciones educativas surgen en el marco de políticas globalizadas neoliberales que impulsan a las universidades a competencias orientadas por la lógica de mercado. Por otra parte, al mismo tiempo que se desregula económicamente a las universidades (con su consecuente privatización o desfinanciamiento), se intenta orientar sus fines y objetivos mediante el mecanismo regulador de la medición en función de ciertos parámetros que responden a un modelo de universidad anglosajona.
Desde el punto de vista epistemológico, toda metodología de evaluación mediante la correspondiente construcción de indicadores, expresa supuestos epistemológicos y ontológicos acerca del conocimiento y del objeto que se evalúa. Los indicadores no son neutros ni su uso es indistinto: ponen en acto teorías, recortan, seleccionan y reorganizan la información de determinada manera, destacando resultados diversos que habilitan, a su vez, decisiones y líneas de acción también diferentes.
Con relación a los aspectos metodológicos: a) estos rankings enfatizan la evaluación de la función de investigación, desconociendo o menospreciando otras dimensiones de análisis como la calidad de la enseñanza o el compromiso social; el recorte que los indicadores realizan, en síntesis, es reduccionista y parcial; b) la investigación se valora en función de la cantidad de publicaciones en revistas extranjeras. Este principio puede ser contradictorio con una finalidad o principio que orienta las políticas universitarias nacionales y locales como es el valor social de la investigación; un uso social y transformador del conocimiento que la universidad produce requiere publicaciones en ámbitos regionales y nacionales; c) las evaluaciones son descontextualizadas al no considerar la historia, el contexto socio-económico, el tamaño, el propio ideario fundacional de cada universidad que se evalúa, entre otros aspectos. Como expresa el Ministro de Educación Sileoni[1]: «Hay valores que no están ponderados, como la masividad, la inclusión, la equidad y la generalización de derechos, propios de nuestro sistema universitario. Comparar universidades de masas con ingreso irrestricto con otras de ingreso condicionado carece de consistencia metodológica».
Acerca de la evaluación democrática
Las críticas al sistema de medición y ranking no significan de manera alguna negar el valor y la necesidad de evaluación de las universidades. Ellas desarrollan funciones esenciales de formación, producción de conocimiento y articulación social. Estas funciones, que le son atribuidas por la sociedad, implican la responsabilidad de su concreción como así también de dar cuenta, al estado y a la sociedad en su conjunto, de las acciones que realiza, de los procesos que lleva adelante para la consecución de sus fines y de los logros que alcanza.
Es así que la evaluación de las universidades constituye una responsabilidad social irrenunciable que, a su vez, es una exigencia del estado enmarcada en la legislación vigente. Se evalúa para informar, para comprender, para tomar decisiones a futuro y para mejorar las instituciones. En consecuencia, la universidad se evalúa y es evaluada; pero lo hace desde supuestos políticos, epistemológicos y metodológicos diferentes a los de la medición y los rankings, a saber:
En el orden político: en un contexto democrático, la evaluación universitaria necesariamente debe asumir ese carácter; es decir involucrar a todos los actores que intervienen en su hacer y que son partícipes o destinatarios de sus acciones. Así la evaluación democrática asume un carácter contextualizado y participativo; los actores la ejercen con autonomía responsable y transformadora. La Universidad Pública asume tres compromisos irrenunciables: la inclusión educativa con formación de calidad; la producción y distribución de los conocimientos sin restricciones y su vinculación con la sociedad en pos de mayor justicia social, cognitiva y ambiental. Estos compromisos deben direccionar las decisiones, que de ningún modo pueden quedar en manos de ‘agencias’ ajenas al contexto y a la historia de las instituciones.
En el orden epistemológico: la evaluación de la universidad requiere procesos de investigación rigurosos entendidos éstos como prácticas culturales, sociales y políticas, donde la teoría que se asume influye sobre la manera de abordar el objeto de estudio.
En el orden metodológico: la evaluación implica la elaboración de criterios e indicadores integrales que expresen la complejidad del objeto de estudio y que permitan articular las perspectivas de múltiples actores. Supone admitir procedimientos de recolección y análisis de información múltiples y estrategias diversas de validación.
Así entendida, una evaluación democrática, contextualizada, participativa y legitimada por controles rigurosos no puede de ningún modo asimilarse a las mediciones que luego se traducen en rankings que sostienen valores éticamente inaceptables, que aplican procedimientos poco rigurosos y cuya intencionalidad política es inaceptable.
Acerca de la evaluación de la UNRC
La UNRC, como toda universidad pública se autoevalúa y es evaluada por pares externos de manera permanente y también trabaja intensamente para desarrollar, de manera colaborativa con otras universidades, nuevas modalidades de evaluación. De hecho, las once carreras de grado que se han presentado a evaluación externa han sido acreditadas favorablemente por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU) y las demás han sido aprobadas por el Ministerio de Educación; lo mismo sucede con las carreras de posgrado (22 carreras de posgrado acreditadas con altas categorizaciones). El 50 % de los docentes tiene titulación de posgrado. Se desarrollan 580 proyectos de investigación evaluados, aprobados y financiados por diferentes organismos de promoción científica. Muchos docentes y estudiantes han recibido premios y reconocimientos internacionales por sus contribuciones en el campo de la investigación. Nuestra institución ha sido pionera, e imitada por otras universidades, en proyectos como: elección directa de autoridades, carrera docente, proyectos de innovación para mejorar la enseñanza, prácticas socio-comunitarias; proyectos que hablan de procesos de democratización, calidad de la enseñanza y compromiso social.
El reconocimiento de estos logros no significa que nuestra universidad se auto legitime sin reconocer sus limitaciones; al contrario, la interpela a profundizar el conocimiento y la comprensión permanente sobre sí misma y su sentido social en un intento constante por el mejoramiento y crecimiento, intento y responsabilidad de toda institución educativa pública que la sociedad sostiene.