En el primero juicio, Morales fue condenado por la Cámara Segunda del Crimen por abuso sexual pero el tribunal tuvo dudas respecto a los motivos de la muerte, lo que benefició al imputado.
Luis Morales, el padrastro de Luciano Luchini, admitió ser el autor del crimen del niño de 4 años y fue condenado nuevamente, siete años después del violento episodio.
El episodio ocurrió el 8 de mayo de 2008, cuando Luciano fue hallado en el interior de la vivienda con fuertes traumatismos y signos de haber sido abusado. En el primero juicio, Morales fue condenado por la Cámara Segunda del Crimen por abuso sexual pero el tribunal tuvo dudas respecto a los motivos de la muerte, lo que benefició al imputado.
En un nuevo proceso que concluyó este miércoles en Laboulaye, quedó probado que efectivamente Morales fue el autor del crimen. El acusado admitió el aberrante hecho y recibió una pena de 14 años y medio de cárcel.
La abuela de Luciano se había mostrado satisfecha por la resolución del TSJque pidió volver a juzgar al imputado por el crimen.
Primer juicio
Los jueces Oscar Testa, Carlos González Castellanos y José Varela Geuna coincidieron en señalar como probado el ataque sexual y dejaron expuestas las dudas por el crimen.
En el primer hecho, Morales estaba sindicado de abusar en reiteradas ocasiones de su hijastro “aprovechando la situación de convivencia con el menor”.
En relación a la muerte de Luciano, la acusación precisaba que le habría aplicado intencionalmente golpes de puño o puntapiés en el cuerpo, causándole una fuerte lesión en el abdomen con ruptura hepática.
En su declaración, el empleado de estación de servicio dijo que el día del hecho sintió un golpe y cuando se asomó a la puerta de la cocina observó al nene “caído al lado de la cama, boca abajo y como tiritando”. Aseguró que lo encontró entre la cama y la mesa, a la altura de la cabecera, lo levantó y trató de hacerlo reaccionar. Agregó que trasladó a Luciano hasta el baño, le mojó la cara y le hizo aspirar perfume.
El forense Guillermo Mazuchelli, responsable de la autopsia, señaló que no descarta “de manera concluyente” que la ruptura hepática fuera causada por un traumatismo indirecto es decir, una caída sobre un lugar apropiado para producir la rotura, aunque aclara que “la posibilidad mayor es la de un traumatismo directo producido por un elemento romo, como puño, codo, pie o rodilla”.
El cadáver no presentaba lesiones en el abdomen pero reveló rastros de abusos en la zona genital que se habrían reproducido ”durante por lo menos seis meses”.
Admitió Mazzuchelli que “la lesión hepática se produjo no más de hora, hora y media anterior” a la asistencia médica en el Dispensario.
Luciano, que pesaba apenas 16 kilos, recibió el impacto entre entre las diez treinta y las once de la mañana, cuando se encontraba solo con Morales. Su madre, Fabiana Filipetta había salido de compras a un supermercado próximo.
“No hay causa natural que te pueda llevar a estallar el hígado. Lo sucedido fue un estallido traumático del hígado”, indicó.
Cuando el médico fue consultado sobre si la lesión pudo haber sido provocada por el desplome desde una mesa ó una cama, respondió: “Una caída de la cama al suelo, rotundamente no. Pero, a mayor altura mayor probabilidad de que se produzca. Lo que surge de la autopsia es un traumatismo provocado por un golpe directo y de frente recibido en la zona hepática”.
Mazzuchelli también explicó la falta de lesiones externas al afirmar que podría deberse a “la colocación de un objeto, como puede ser una almohada, ropa u otro elemento blando en la zona donde le va a pegar”.
Añadió que también podría ser “una caída de altura directamente en el piso, en forma plana, por compresión del mismo cuerpo o golpeando contra un borde”. Sin embargo, aclaró específicamente: “tiene que ser una altura importante”. Es decir, muy poco probable.
Por su parte, el médico policial Juan Ribecky, evaluó que la posibilidad de un golpe propinado por un adulto no debía ser tenida “muy en cuenta” por la falta de lesiones externas. Planteó otras dos hipótesis: un golpe contra el piso ó un posible salto desde la mesa hacia la cama en el que cae contra el respaldo. La postura de Ribecky surge de una mera inspección ocular porque no conoció las conclusiones de la autopsia.
Para el doctor Jorge Mercau, especialista en medicina legal, quien solo tuvo acceso a testimonios y “piezas del sumario”, “el elemento del impacto debió tener una protección (estar revestido) porque el objeto causante debe ser romo y no se constató lesión en la piel, pese que el golpe debió ser fuerte”.
Finalmente, el médico forense de San Francisco, Mario Germán Vignolo, afirmó que “viendo las fotografías del hígado tomadas en la autopsia, una lesión de semejante entidad provoca inconsciencia al minuto, dos a lo sumo, por un estallido hepático por contusión provocado por el impacto de algo contra el hígado o del hígado contra algo”
En síntesis, ninguno de los forenses descartó el golpe directo como posible causa para que el órgano vital de Luciano se partiera literalmente en dos. El médico que realizó la autopsia fue absolutamente claro al señalar la alternativa “como la principal”. Los jueces optaron por la duda.
El “papá abusador”
Uno de los testigos señaló en el proceso judicial que cuando Luciano veía llegar a Morales a la guardería a la que concurría “salía corriendo con la mochila gritando: ´mi papá, mi papá, muy contento´. El dato parece contrastar con la mirada que una víctima tendría de su abusador, pero los jueces lo tomaron como un argumento para explicar la relación entre Morales y Luciano en las fundamentaciones de las dudas sobre el homicidio. Así lo explicó el González Castellanos ante la prensa, provocando una pregunta ineludible: ¿Es fiable creer que el niño tenía una mirada paternal hacia el hombre que lo violaba? ¿Cómo se utiliza ese mismo argumento para condenar al violador y absolver al presunto asesino?.
Los vecinos que hablaron sobre la situación de Luciano señalaron que solo observaron la quebradura de un brazo cómo síntoma de presunta violencia. Lo veían como “un chico travieso que se caía o golpeaba solo”.
El abogado querellante, Enrique Zabala, había advertido que la violencia familiar tiene un carácter privado que no siempre es expuesto de manera grotesca.
Durante el juicio, Andrea M., compañera en las clases de enfermería de Fabiana Filipetta, la madre de Luciano, recordó ante los jueces que “una vez lo vio al niño con un moretón en la cara y en otra oportunidad en un brazo, le preguntó qué le había pasado y le contestó que le había pegado Javier”.
Quienes observaban a diario a la víctima refieren a que no reflejaba lesiones por golpizas, aunque se trataba de un chico inquieto, “hiperkinético”.
La noche anterior a la muerte, la madre de Luciano admitió que su hijo ”no se quería ir de la casa de sus abuelos e intentó meterse adentro de la heladera en el momento que lo van a buscar”
“Se agarraba de las piernas de la abuela y decía que no quería irse, lloraba”, confirmó.
Pudo ser el temor a los abusos sexuales, un síntoma del estado nervioso en el que se hallaba ó el dato que alertó de un final que nadie logró prevenir.
La acusación
En su alegato, el fiscal Jorge Medina se preguntó por qué Morales ante el estado en que se encontraba Luciano “se vistió, calzó, fue a socorrerlo, lo llevó al baño, lo mojó, le puso perfume, le sacó el polar y una pierna del pantalón”.
“Luego, le hizo maniobras de reanimación y cuando la madre volvió estaba calzado con zapatillas. Lo lógico era salir corriendo a pedir auxilio”, argumentó.
También se preguntó “por qué hizo maniobras de reanimación apretando el abdomen si no sabía hacerlo”
“Dijo que se le fue perfume al estómago y pretendía hacérselo devolver. Sin embargo, la madre le hizo respiración boca a boca y no sintió el olor a perfume, además las sábanas de la cama de Luciano tenían semen”, subrayó.
Afirmó el fiscal sin dudar que “el niño no estaba todo el tiempo poniendo en grave riesgo su integridad física”.
“Si se hubiese subido a la mesa, las sillas y las cosas que estaban arriba se habrían corrido y eso no ocurrió, la madre del niño dijo que no saltaba en la cama y llama la atención que recién levantado y vestido lo hiciera”, manifestó.
El doctor Daniel Fernández, abogado de Morales, intentó justificar a su defendido al expresar que “no supo que hacer, se bloqueó mentalmente y por eso incurrió en acciones que no eran las mas adecuadas para el momento”
Para explicar el hallazgo de rastros de semen afirmó que sobre el colchón dormía Luciano, Morales “se masturbaba y la semana anterior había tenido sexo en ese lugar con su compañera”.
Calificó los testimonios de los doctores Mazuchelli y Subirachs como “contradictorios” y aseveró que “resulta increíble que Morales haya abusado y matado a Luciano cuando la madre no demoraría mas de diez, quince o treinta minutos en volver del supermercado”.
“El lugar donde el niño había quedado es proclive a provocar un accidente de este tipo, Luciano era un chico travieso, inquieto, hiperquinético”, subrayó.
El fallo
Para el juez Testa “el único elemento incontrovertido es el fallecimiento de Luciano Luchini, todo lo demás debe elucidarse y las dificultades que plantea el caso no son pocas, principalmente por la falta de pruebas directas por un lado y por otro como consecuencia el arduo debate técnico respecto de la existencia del abuso sexual”.
“Las razones fundamentales por las cuales fue acusado por la Instrucción son dos: era la única persona que se encontraba con el niño en la emergencia -indicio de presencia- y el forense manifestó en las conclusiones de la autopsia que la ruptura hepática fue consecuencia de un golpe directo”, precisó.
Agregó que “el propio Dr. Mazzucchelli ha referido que de ninguna manera puede descartarse de manera absoluta que la lesión fuese provocada por un golpe indirecto, anque a su entender lo mas probable es que haya sido consecuencia de un golpe directo, que obviamente solo el acusado pudo propinarle”.
Para el magistrado, “si bien no puede descartarse que la ruptura hepática haya sido consecuencia de un golpe de puño, codazo, rodillazo o patada, también resulta posible que el niño, travieso e hiperkinético, se golpease contra las puntas del respaldo de la cama con idéntico resultado”.
Sumó a su análisis que si hubo lesión mortal provocada por el accionar del acusado “de ninguna manera se puede afirmar que queriendo causar la muerte del incapaz lo haya hecho aplicando un golpe que solo causara lesiones internas, cuando el retorno de la madre era inminente y por tanto ninguna seguridad tenía de la eficacia de su accionar en cuanto a provocar la muerte rápida de la víctima”.
La opinión no descarta un hecho ineludible: si hubo homicidio, sea culposo ó simple, el asesinato ocurrió.
Recordó Testa que “mientras Luciano era atendido en el dispensario municipal, lavó con el fin de eliminar manchas incriminatorias el vaquero que llevaba puesto, tratando de secarlo con la plancha”.
“En la desesperación por ocultar tan aberrantes hechos apeló a cuanta alternativa, por descabellada que parezca, se le fue cruzando por la mente, tratando de borrar huellas, -no puede descartarse que concretara algunas- y procurando por todos los medios hacer aparecer el hecho como producto de la fatalidad”, admitió.
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