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“Es necesario que los padres toleren el malestar que provoca que los hijos vayan al colegio sin resolver las tareas y afronten esa situación en el aula con la maestra”, plantea Dina Laufer, psicóloga especialista en familia, según publica el diario Clarín.
Laufer asegura que permanecer al margen de los deberes de los chicos hace que ellos se vuelvan más autónomos: “Probablemente comenzarán a asumir las responsabilidades con confianza en ellos mismos”.
En muchas casas, el momento de los deberes da pie a gritos, llantos, portazos y amenazas: porque los chicos se resisten, los padres no saben cómo manejarlo, y la tarea se vuelve así un asunto de toda la familia. Estoy haciendo el colegio de nuevo; si no hago la tarea yo, mi hijo no la hace; mejor lo ayudo para que no se atrase, razonan muchos adultos desconcertados. “Estas cuestiones acarrean momentos de tensión entre padres e hijos e inseguridad en los chicos, ya que sienten que no son capaces de resolver los deberes por sí mismos”, sostiene Laufer.
La intervención de los padres también es contraproducente cuando ellos intentan que sus hijos hagan la tarea con los métodos que ellos usaban hace 30 o 40 años. En algunas materias como Matemática, la pedagogía cambió mucho y las viejas técnicas ya no sirven. Entre otras cosas, ahora se busca “que los chicos puedan reflexionar sobre las cuentas, que sepan qué están haciendo cuando suman o dividen. Se trata de visibilizar los procesos que uno hace cuando resuelve una cuenta”, explica Stella Menéndez, coordinadora de Matemática del Instituto La Salle de Florida. Esto implica que ya no hay un solo método para dividir, tal como se hacía antes: imponerle al chico la manera que uno aprendió es un error.
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