Se conocen los alegatos en el juicio por el doble homicidio de los esposos Leiva. Por el hecho, está imputado el hermano de una de las víctimas fatales.
En la Cámara del Crimen se conocen hoy los alegatos por el doble homicidio de Jesús Leiva y Dianne Semidey, ocurrido hace 16 años. Por el hecho, está acusado Jorge Leiva, hermano de una de las víctimas, quien podría recibir una condena de reclusión perpetua.
El tribunal que juzga a Leyva es presidido por la jueza Nora Sucaría de la Cámara Primera del Crimen y las vocales Lelia Manavella y Virginia Emma.
La clave para evitar la prescripción del hecho fue el testimonio de la hijastra del imputado. La mujer, que tenía entonces tenía unos 20 años, afirmó ante el Tribunal que la jornada del crimen, en 1999, escuchó un ruido que partía desde el comedor en la casa de calle Leopoldo Lugones. Al acercarse, pudo observar el cuerpo de Jesús Leiva, quien habría recibido un disparo por parte de Gustavo Gallego, alias Palito. Segundos después advirtió los gritos de Dianne, quien en el patio de luz habría sido apuñalada por Candy y Rosa Orellana. Las sospechosas habrían huido a Chile tras los aberrantes episodios.
Según señaló, ni el imputado Jorge Leiva ni su esposa se hallaban en el lugar. Llegaron varias horas después y habrían acordado con Gallego el modo en que harían desaparecer los cadáveres. El auto con los cuerpos calcinados para intentar hacer desaparecer las pruebas fue hallado en un camino rural en cercanías de Achiras. Los investigadores demoraron casi dos meses en identificarlos debido a que se hallaban irreconocibles. Una nota de la embajada de Estados Unidos consultando sobre el paradero de Dianne fue la clave para encauzar la pesquisa.
Desde la defensa de Leiva creen que el testimonio de la hijastra están pleno de contradicciones y los elementos periciales podrían no ser suficientes para determinar la responsabilidad del único acusado en el banquillo. Del resto de los imputados, se conoce que Gallego falleció y las tres mujeres permanecen prófugas.
La denuncia
La denuncia que libró el caso de los archivos tribunalicios, fue realizada en el 2012 en la fiscalía de Javier Di Santo. La mujer brindó datos reveladores para reiniciar la investigación a solo un año de que se produzca la prescripción del caso.
El hecho había conmocionado a la ciudad y alcanzó repercusión internacional. Debido al estado de los cadáveres, pasaron dos meses del hallazgo hasta que se pudiera determinar la identidad de las víctimas. La sospecha surgió cuando la embajada de Estados Unidos emitió un alerta solicitando datos del paradero de una ciudadana norteamericana oriunda de New Jersey que a fines de 1998 había viajado a Río Cuarto junto a su pareja.
Los esposos habían llegado a Río Cuarto para abrir un restaurante que denominaron New Jersey, que dejó de funcionar en enero de 1999, en coincidencia con la fecha en que fueron asesinados.
En la investigación, el fiscal Di Santo sostuvo que Jorge Leiva y su esposa recurrieron a la colaboración de tres asiduos concurrentes a su vivienda. Se trata de Gustavo Gallego (alias “Doña Jovita” o “Palito”), ya fallecido, y dos mujeres chilenas, Candy y Rosa Orellana.
Para el fiscal, Jorge Leiva había simulado un viaje a las sierras para dejar solas a sus víctimas con los autores materiales del hecho y tras el doble homicidio, se ocupó personalmente de los cuerpos.
La Justicia tiene ahora la oportunidad de corregir otro capítulo negro de crímenes impunes. El tiempo, ya se sabe, es un mal augurio para la memoria colectiva y la efectividad judicial.