Linchamiento en Tucumán: un ladrón fue asesinado a golpes

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Un hombre quiso evitar que asaltaran a su hermano y los delincuentes lo mataron. Los vecinos de la víctima capturaron a uno de los malvivientes y le pegaron hasta generarle daños que provocaron su deceso

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En la provincia de Tucumán se produjo un doble episodio conmocionante, que se cobró la vida de dos personas y reavivó el fantasma de los linchamientos: un hombre se transformó en otra víctima mortal de la inseguridad y luego sus allegados decidieron hacer justicia por mano propia.

La mañana posterior a la fiesta de bautismo de su beba de tres meses, la vida de César Daniel Jiménez se apagó. Intervino en un asalto callejero para evitar que a su hermano le robaran la moto, pero recibió un disparo en la nuca; tras una agonía de cinco horas, falleció en el hospital Padilla.

Alrededor de las 5:30 de la mañana, Alexis Jiménez, el hermano de la víctima, salió en la moto para llevar a su novia a su casa, y cuando regresó -relata La Gaceta de Tucumán- fue abordado por dos hombres armados. «César salió, les gritó, empezó a forcejear y se escucharon los disparos», relató Ricardo Acosta, tío del hombre asesinado.

Las detonaciones despertaron a los vecinos, que salieron de sus casas: algunos fueron a asistir a la persona malherida; otros decidieron perseguir a los malvivientes y tras capturar a uno de ellos le dieron una tremenda golpiza que horas después le provocó la muerte.

Algunos testigos señalaron que la policía también castigó al delincuente, pero desde la fuerza lo desmintieron y aseguraron que los habitantes de la zona impidieron que la ambulancia llegara al lugar rápidamente para asistir al hombre que agonizaba.

El vecino asesinado era empleado no docente en la Universidad Nacional de Tucumán y trabajaba en una facultad de la Quinta Agronómica. En 2012 ya había sufrido un episodio de inseguridad: le dispararon en una pierna para robarle su moto.

La historia se repitió tres años después, pero la resolución fue trágica. El domingo por la tarde, su familia descolgaba la decoración del bautismo de la beba y acomodaba los muebles para realizar el velorio de un padre que sólo tenía 28 años. (Infobae)

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