Es normal que en alguna etapa de la vida se experimenten períodos de tristeza, estados melancólicos o depresiones, estados de ánimo que varían acorde a la personalidad de cada individuo y la manera de como enfrenta los problemas cotidianos, en ocasiones es el mismo individuo quien se encierra en su propia celda psicológica tratando de negar estos sentimientos, trata de no reconocer su afección, de disculparla, minimizarla o justificarla ante la familia aludiendo a cansancio laboral o algún disgusto circunstancial, otros pueden admitir sus angustias y deciden dar batalla emprendiendo un adecuado tratamiento en pos de reflotar su ánimo.
La cuestión es que la mayoría de los pacientes refieren síntomas similares como: bajo grado de autoestima, pensamientos permanentes de enfermedad o muerte, disminución de la capacidad para obtener placer y mayor irritabilidad, también es común que coman excesivamente con aumento del peso, acompañado de un sentimiento de culpa, estas personas se alejan de las actividades deportivas o sociales aunque siguen cumpliendo con sus obligaciones tanto en su casa como en el trabajo, en ocasiones el mutismo hace más difícil la comunicación con el enfermo, aparecen llantos e ideas de que la felicidad nunca más llegará a su vida, hay pérdida de la concentración la memoria y el interés sexual, el insomnio o hipersomnio, el desamparo, la fatiga, malestares físicos, la angustia, el estreñimiento y trastornos del humor son otras manifestaciones que caracterizan a la afección.
Más de 350 millones de personas sufren de depresión en el mundo y que implican un gasto de más de 40.000 millones de dólares anuales, siendo la mayor causa de ausentismo laboral, también se ha establecido que la mitad de los sufrientes pacientes no siguen ningún tratamiento con un alto riesgo de suicidio.
Para muchos médicos la depresión no es solo anímica sino, química; sucede que nuestro cerebro emite ciertas sustancias, que cuando faltan o sobran producen diversas alteraciones del carácter, algunas terapias se basan en compensar estas sustancias, devolviendo al paciente a su normalidad, existen cerca de veinte químicos distintos siendo los más importantes la serotonina, la dopamina y la noradrenalina.
Toda depresión implica tensión y ese estrés repercute negativamente y de mil maneras sobre nuestro cuerpo, siendo nuestra columna vertebral uno de los órganos de descarga, esto se traduce en dolores cervicales y lumbares espasmos musculares y lesiones neuríticas, es fácil encontrar afecciones articulares cuando hay estados nerviosos previos, lo que predisponen aún más si existe un terreno predispuesto.
Como solución a estos problemas las opciones son muchas pero la combinación de distintas terapias realizadas por un equipo interdisciplinario son las más adecuadas, se deberá investigar exhaustivamente al paciente psicológica y químicamente por supuesto esto será de resorte del médico y acá el paciente podrá optar entre un psiquiatra biológico o uno ortodoxo, luego el psicoanálisis hará que el individuo llegue a interpretar los motivos que lo llevaron a esa situación, respecto a los dolores articulares hay que entender que una vez que los estados depresivos han lesionado algunas estructuras, hay que solucionarlas, de nada vale solo tratar la psiquis del paciente cuando los dolores se han instalado, para ello las manipulaciones, los masajes, rayo láser de alta potencia y otras armas pueden curar o al menos aliviar al individuo, recuerde que cuando se sienta enfermo de pesar, cuando no encuentre salidas, cuando la melancolía, la angustia y la decepción se instale silenciosamente, tenga en cuenta que la medicina no descansa y sigue investigando para ayudarlo y solo se le pide una pizca de voluntad, esa pequeña punta que puede representar la puerta a una vida mejor, no la deseche.
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