Se conocieron los argumentos de la Cámara del Crimen para condenar a los 3 integrantes de la familia Vargas. Las maniobras de ocultamiento, la trama vinculada a las drogas y la fuerza de los indicios.
El Tribunal de la Cámara del Crimen dio a conocer los fundamentos de la condena a José «Yaca» Vargas, José «Pepe» Vargas y Lucía Inés «Cori» Vargas Flores, en el juicio por el secuestro y desaparición de Nicolás Sabena.
Para los magistrados está acreditada la existencia del hecho delictivo «tanto por los elementos de convicción, como por los indicios».
En el juicio, confirmaron que Nicolás se fue de su casa el 1 de septiembre de 2008 para radicarse en la Quinta de los Vargas, donde permaneció hasta su desaparición. Sin embargo, Nicolás mantuvo el vínculo afectivo con su familia y las comunicaciones eran frecuentes.
Para los jueces, «Pepe» Vargas le ocultó a los padres el destino trágico en el que había caído Nicolás y lo hizo a través de «un contexto de silencios y complicidades».
El 14 de septiembre de 2008 , a las 19,49, el celular de Nicolás se interrumpe «llamativamente». La última comunicación surgió de la quinta de los Vargas y se dio entre Lucía Inés y el joven. A partir de entonces no se supo «más nada» de su destino.
Nunca hubo otro contacto entre Nicolás, sus padres y su hermano, y tampoco existieron explicaciones para que ello sucediera.
La trama sobre la comercialización de la droga, coordinada por los Vargas, emerge en los fundamentos a partir de testimonios. El móvil que llevó a la desaparición del joven se vinculó a un conflicto por el manejo del negocio que tuvo a Nicolás como víctima.
Veredicto
José Francisco «Yaca» Vargas fue sentenciado a 18 años de cárcel, su padre José Francisco Vargas Miserendino a 17 años y su hermana, Lucía Inés, a 16 años de prisión. La querella y la fiscalía habían pedido una condena de 20 y 23 años.