El viento y la polémica

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El polvo en suspensión reveló la situación de los campos. Las condiciones climáticas afectaron la visibilidad en las rutas. El Servicio Meteorológico prevé una mejora del tiempo.

CAMPOS VOLADURAS 2

Foto: Registrada ayer en los campos frente a ruta 36, en cercanías de Coronel Baigorria

Tras una jornada de intensas ráfagas de viento y polvo en suspensión, que provocó una baja visibilidad en las rutas de acceso a la ciudad y la región, se reactivó la polémica por el estado de los campos.
La siembra de soja como monocultivo y, sobre todo, las consecuencias del maní, generan múltiples inconvenientes.
La voladura de la tierra se advirtió una vez más y genera mucha preocupación.
Conductores admitieron que debieron apelar a una mayor prevención, aunque “no todos cumplieron”.
En rutas 36 y 158 había mayor presencia de la Policía Caminera, aunque los controles estaban ausentes en otras rutas provinciales.
Para este jueves, el Servicio Meteorológico prevé: Cielo algo nublado. Vientos moderados del sector sur, con algunas ráfagas, disminuyendo a leves”.

«Cuidemos la tierra»

El gobernador José Manuel de la Sota entregó maquinarias ayer en Elena, por el programa de conservación de suelos impulsada por la Provincia, a través del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentos.
“Dios ha puesto a disposición de nosotros la tierra -continuó- , nos envía el agua para que podamos producir alimentos y a veces, los hombres no somos responsables en cuidar esta casa común que es el planeta. Sinceramente creo que ha llegado el momento en que todos, responsablemente, cuidemos la tierra”, señaló en su discurso.

CAMPOS VOLADURAS

Foto: así se observaban los campos ayer en Huinca Renancó.

En la reunión del Sexto Circuito del Maní, realizada en marzo, se advirtiço sobre la necesidad de rotar el cultivo.
“Hasta iniciada la década del 90, más de la mitad de la superficie sembrada de maní se hacía con labranza convencional”, dijo Darío Boretto, del INTA General Cabrera, Córdoba. “Esto fue evolucionando y mutando a labores más conservacionistas –primero, labranza mínima vertical–, hasta llegar a la actualidad con más del 50% de la superficie implantada bajo siembra directa con cero labranza y el 40% restante, sólo con algún tipo de labranza vertical mínima”, agregó.
Sin embargo, este cultivo –que a diferencia de los demás no tiene fructificación aérea– con anterioridad a la cosecha “necesita al menos una labor de disturbación del suelo, aunque hay que hacer la salvedad de que el arrancado afecta sólo una capa muy superficial del suelo”, señaló el técnico.
Ricardo Pedelini, de la misma unidad del INTA, sostuvo que para minimizar el impacto en el suelo, “las rotaciones largas que incluyan gramíneas son indispensables”. De este modo se genera una cobertura que deposita materia orgánica y carbono en el suelo. “El maíz, el sorgo granífero o el trigo aportan volúmenes abundantes de rastrojo lo que otorgará sustentabilidad al sistema”, puntualizó.
La recomendación de los especialistas es que, en un plan de rotación de cuatro años, sólo una vez se siembre maní, aunque esto podría implicar un tiempo mayor –hasta una vez cada seis o siete años–, dependiendo de las características de cada suelo en particular. Mientras más frágil sea, mayor debe ser el lapso de tiempo entre una campaña y la siguiente. De acuerdo con Boretto, “si se respetan esos intervalos en función del tipo de suelo, el impacto es realmente muy mínimo, casi despreciable”.

Al mismo tiempo, el programa de rotaciones y fertilización de los cultivos que lo preceden, impacta en la nutrición del maní y resulta imprescindible para lograr elevados rendimientos y excelente calidad. Ensayos realizados por el INTA General Cabrera demostraron que la respuesta a la nutrición mineral en este cultivo la mayoría de las veces está más asociada a la fertilidad residual del suelo, que a la aplicación directa, por lo cual es importante la buena nutrición del cultivo antecesor.

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