La framilia de la beba senegalesa lucha por recuperarla

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Se trata de el bebé de 11 meses al que dejó apresuradamente en una balsa el pasado lunes, cuando escapaba de la Gendarmería marroquí en una playa de Tánger.

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Corka Diop tiene 33 años, es senegalesa y desde hace una semana no deja de llorar. En el mismo cuartucho de Tánger, una habitación sin muebles de unos 15 metros cuadrados, en el segundo piso de un edificio de La Medina, su marido, John Mendy, de 36, gambiano, sostiene en la mano el motivo de su desgracia: una foto de Fátima, el bebé de 11 meses al que dejó apresuradamente en una balsa el pasado lunes, cuando escapaba de la Gendarmería marroquí en una playa de Tánger.
Según señala el diario El País de Epaña, son los padres de la pequeña, que llegó sin familia al espigón de Tarifa durante el mayor aluvión de pateras que se recuerda en las costas de Cádiz. Mendi exhibe un golpe en el ojo como prueba del forcejeo con los agentes marroquíes y de que el abandono de su bebé no fue premeditado. Explica al fotógrafo en inglés, pronunciando muy despacio, que su objetivo era huir con su familia completa, junto a tantos otros compatriotas, hacia España a bordo de una lancha de juguete.
Según su relato, en la carrera hacia el agua, su esposa se quedó atrás. Él llegó primero a la barca hinchable, dejó a bordo a su pequeña y retrocedió a buscarla. Cuando el matrimonio por fin alcanzó la orilla, la lancha ya había zarpado con sus 11 ocupantes a bordo. Junto a Fátima, otros dos bebés, cinco mujeres (dos de ellas embarazadas) y tres hombres que se turnaron para remar en medio de la travesía. No habían completado la mitad del trayecto y todos fueron rescatados por una lancha de Salvamento Marítimo, que los trasladó al puerto de Tarifa. El resto de la historia es conocida: en tierra, una voluntaria de Cruz Roja rebautizó a la niña como Princesa, y esta se convirtió en la cara de la crisis, antes de que la Junta de Andalucía le facilitase una familia para acogerla temporalmente. Con ella sigue, en un domicilio desconocido, a salvo de cámaras y periodistas para preservar su intimidad.

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