La continuidad de Argentina en la Copa del Mundo generó una movilización histórica por las calles de la ciudad. La ciudad es una vidriera en celeste y blanco y es furor la venta de camisetas de la selección.
La generación de Kempes, Fillol y Pasarella. La que vio rendirse a los ingleses frente a los pies de Maradona. La que nunca lo vio campeón, pero sueña con Messi elevando la copa hacia el cielo ecuménico. Miles de riocuartenses disfrutan de un mundial que revitalizó las esperanzas diluidas durante 24 años.
En cada partido de la Argentina, incluso tras las victorias amarretas con Bosnia e Irán, la multitud gana las calles e inmoviliza la ciudad, despertando todas las pasiones que confluyen en un partido de fútbol.
Las vidrieras aparecen decoradas de celeste y blanco y se cuentan por miles las camisetas de la selección que venden los locales deportivos y las réplicas que ofrecen los puestos ambulantes.
Un furor conmovedor que dejará postales históricas y el anhelo irrevocable de un maracanazo con sello argentino.