Insuficiencia cardíaca

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Afecta a cerca del 10% de los mayores de 60 años, constituye un problema grave de salud pública y es la principal causa de internación.
Los avances en prevención, diagnóstico y manejo de la enfermedad cardiovascular han sido auspiciosos, lo que redujo en dos tercios la mortalidad asociada en países industrializados. Sin embargo, la insuficiencia cardíaca representa la causa más común de hospitalización, lo que constituye un verdadero problema asistencial.
Las tasas anuales hospitalarias de pacientes con diagnóstico primario de insuficiencia cardíaca aumentaron en forma sostenida desde 1975.
“La insuficiencia cardíaca es el deterioro de la función miocárdica, es decir, que el corazón pierde la capacidad de eyectar la cantidad de sangre necesaria para irrigar a todos los órganos o bien de recibir la sangre que deberá manejar para la supervivencia”, describe Stella Maris Pereiro González, médica especialista en Cardiología y Medicina Legal, jefa de la recientemente inaugurada Unidad de Insuficiencia Cardíaca e Hipertensión Pulmonar del Complejo Médico Churruca Visca de la ciudad de Buenos Aires.
José Luis Serra, jefe del Área de Arritmias, Electrofisiología y Marcapasos de la Unidad Cardiovascular del Sanatorio Allende Nueva Córdoba, aclara que no es una enfermedad. “Es la descripción de un estado en el que el corazón no puede cumplir su función en forma adecuada”, afirma y recuerda que la función primordial del corazón es bombear la sangre. Sin embargo, añade que sí hay muchas enfermedades congénitas que pueden llevar a insuficiencia.
Pereiro González explicó que la sobrevida luego de su diagnóstico “ha mejorado durante los pasados 30 años. Además, la tasa de mortalidad disminuyó y la edad media de muerte se incrementó. Sin embargo, y a pesar de estos avances, la mortalidad a cinco años sigue siendo elevada, por encima de muchos tipos de cáncer. “Asimismo –agregó–, la readmisión a 30 días luego de un alta hospitalaria es de 20 a 25 por ciento”.
La especialista remarcó que “es muy importante evitar los episodios de descompensación, porque impactan sobre la salud general del paciente, inclusive aunque se lo medique de urgencia y compense rápidamente. Un paciente bien controlado, sin descompensaciones, tiene una muy buena calidad de vida y de sobrevida, casi similar a la de una persona sin disfunción miocárdica, dependiendo la causa de la enfermedad”.
“El seguimiento del paciente implica, por un lado, educarlo para que asuma que su estado es crónico, que tiene una mortalidad y morbilidad (enfermedades asociadas) importantes. Tiene que evitar la sal, hacer rehabilitación cardiovascular y cumplir con la ingesta de remedios”, afirmó en tanto Serra.
Sobre el abordaje de estos pacientes, Pereiro González remarcó que quienes se dedican a la insuficiencia cardíaca ven normalmente “pacientes que además de tener enfermo su corazón, presentan una gran cantidad de patologías que afectan diferentes órganos”.
Por ello, sostiene la especialista, su enfoque debe ser clínico e interdisciplinario: “Debe evitarse la fragmentación de los pacientes en corazón, hígado, riñón, pulmones y cerebro, ya que todos los órganos interactúan o se afectan cuando uno de ellos falla”.
Serra afirma que actualmente el tratamiento de la insuficiencia es interdisciplinario dentro de la misma Cardiología. “Hay especialistas en insuficiencia cardíaca, médicos que se dedican al tratamiento de arritmias, cirujanos, profesionales que trabajan con marcapasos”. “Por otro lado, muchas veces también hace falta la participación de neumonólogos”, ilustra.
Pereiro González concluye que las premisas en la atención de los pacientes con insuficiencia cardíaca son mejorar el pronóstico (disminuir mortalidad), mejorar la capacidad funcional (disminuir síntomas) y mejorar la calidad de vida (reducir descompensaciones y reingresos hospitalarios).

Fuente La Voz del Interior

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