A 32 años de la guerra – Las Voces del Día

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«649 caídos, muchos de ellos con una lápida que reza “Soldado argentino sólo conocido por Dios”. Un proceso de “desmalvinización” que desvió el estudio y análisis del tema, suicidios, ausencias…»

MALVINAS GUERRA

Por Prof. Pablo Wehbe.

Vice decano Facultad de Ciencias Humanas

Docente del Departamento de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales

Hace 32 años la Junta Militar aceleraba una decisión que originalmente se iba a realizar el 9 de Julio: la llamada “Operación Azul”, luego renombrada “Operativo Virgen del Rosario”. Pasaron 32 años, demasiadas polémicas, dolor que no cierra.

Pero, ¿qué pasó y por qué pasó? Debe recordarse que el golpe palaciego que derrocó al Presidente Roberto Viola en Diciembre de 1982, fue producto de un “pacto siniestro” entre los Jefes de la Armada, Alte. Jorge Isaac Anaya, y del Ejército, Leopoldo F. Galtieri. Allí se acordó remover al Presidente Viola, a quien se le cuestionaban múltiples cosas, entre ellas su propensión a dialogar con políticos y sindicalistas, su “prudencia” frente a los reclamos de los Estados Unidos para enviar tropas al Sinaí, y la situación económica. Una vez removido, la Junta designaría al Jefe del Ejército con tres directivas claras: retirarse de No Alineados y establecer una férrea alianza con los Estados Unidos y el flamante Gobierno Republicano del Presidente Ronald Reagan; estudiar la forma de rechazar la propuesta Papal sobre el Canal de Beagle y forzar a Chile a una nueva negociación; terminar con las dilaciones británicas en el tema Malvinas.

Asumido Galtieri, se designa a Nicanor Costa Méndez (ex Canciller de Onganía) como Ministro de Relaciones Exteriores. El día 5 de Enero de 1982, la Junta (en una reunión no oficial) resuelve que el diálogo con el Reino Unido por Malvinas no debería pasar de 1982. Se acuerda proponer al Reino Unido una negociación mensual a esos efectos. Llegado Febrero, los días 27 y 28 se reúnen ambas delegaciones en Nueva York, donde Gran Bretaña vuelve a dilatar la cuestión. El Gobierno de Margaret Thatcher sostenía que “no iba a tomar decisiones al margen de los deseos de los isleños”. No obstante, tanto el Canciller Lord Carrington cuanto el Embajador en Argentina, Anthony Williams, sostenían la necesidad de profundizar la negociación con nuestro país debido fundamentalmente a los costos que significaban para Londres el sostenimiento de la colonia en un momento de grave crisis económica.

La Junta Militar rechaza los resultados de la negociación en Nueva York mediante una dura declaración, que genera una interpelación por parte de los Comunes al Canciller Carrington en Londres: se le preguntó si Malvinas estaba defendida debidamente ante las amenazas argentinas. Lo real es que desde hacía un mes se estaba trabajando en la alternativa de un desembarco incruento que permitiera forzar al Reino Unido a negociar seriamente, pero la fecha era “D + 5”, esto es, fecha mínima 9 de Julio, máxima 14 del mismo mes. ¿Razones? El frío, la inminente venta de la flota británica como parte del ajuste, la indefensión de Malvinas ante las restricciones de las misiones antárticas.

Pero en el mes de Marzo se produce, a modo de variable independiente, el viaje del empresario Cristian Davidoff a Puerto Leith, Georgias del Sur, quien había firmado un acuerdo con Londres para desguazar una factoría ballenera abandonada. En un buque de la Armada llega a las Georgias, y al desembarcar arrían la bandera británica, izan la argentina y cantan el himno. El Gobernador de Malvinas, Rex Hunt, comienza a calentar el ambiente con denuncias sobre las “intenciones de Argentina”. Todo se acelera en medio de una vorágine de irresponsabilidad y ceguera.

Hunt, junto con el poderoso “lobby” malvinense de la Falkland Island Company, presionan a los medios británicos que denuncian la “agresión” argentina. Londres procura manejarse con relativa prudencia, pero públicamente debe demostrar firmeza y anuncia el envío del buque “HMS Endurance” para desalojar a los argentinos. Argentina se ve obligada a advertir que no permitirá el desalojo de ciudadanos argentinos de territorio argentino, y las relaciones se tensan al extremo de que los mensajes que el Embajador británico enviaba eran verdaderas súplicas para la moderación.

Hasta que, finalmente, el 27 de Marzo se decide enviar a la Flota de Mar a “defender la integridad de los trabajadores argentinos”; pero parte de la misma desembarcaría en Malvinas, adelantando así la “Operación Virgen del Rosario”. El 28 por la tarde parte la Flota, que arriba a su objetivo el 1, pero la tormenta imperante pospone un día la operación.

A partir de allí la historia es conocida: desembarco incruento para los británicos, un muerto argentino (el Capitán Giachino), y el ofrecimiento de mediación de Ronald Reagan. Ocho días después, el “ocupar para negociar” se transformaría a partir del “síndrome de la Plaza”, donde Galtieri creyó estar encarnando algún espíritu de liderazgo y advirtió que “si quieren venir que vengan, que les presentaremos batalla”.

649 caídos, muchos de ellos con una lápida que reza “Soldado argentino sólo conocido por Dios”. Un proceso de “desmalvinización” que desvió el estudio y análisis del tema, suicidios, ausencias. Hoy, más que nunca, el estudio sobre el tema Malvinas debe partir de los errores de percepción en lo internacional y en la necesaria construcción de una Política Exterior coherente y de Estado. Sólo de esa manera estaremos honrando a quienes hoy nos reclaman desde la Eternidad.

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