¿Por un empujón?

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Talquenca habría mantenido un roce con otra persona en el interior del boliche Natacha, de Naschel, antes de que se produjera la balacera, en la que murieron dos personas.

walter talquenca

La esposa de Walter Talquenca, el efectivo autor de la masacre de Naschel, y al menos otro testigo dijeron a los investigadores que en la pista de “Natacha” el policía se empujó con otro hombre, producto del roce provocado por el amontonamiento de gente.
Ese incidente habría alterado el ánimo de Talquenca, que salió del boliche con su mujer. En la calle hablaron, ella decidió volver a pie a su casa y él fue hasta su Renault 12 a buscar su pistola Bersa Pro 9 milímetros, según señala el diario la República de San Luis.
Sin embargo, cuando el defensor se lo preguntó antes de la audiencia, y después, cuando lo interrogaron sobre lo mismo la jueza y el fiscal, Talquenca contestó que no recuerda haber protagonizado ningún encontronazo. Y que con su esposa no tuvo ninguna pelea esa noche. Ayer le vieron una pequeña herida cortante sobre una ceja. Le preguntaron qué se la provocó y contestó que no tiene idea.
“Dice –reveló el defensor– que no se explica qué pasó, porque él no es una persona violenta. Que nunca tuvo problemas con nadie. De hecho, dijo que se enteró de todo por los comentarios” que le hicieron los policías al detenerlo.
“¿Usted cree que Talquenca simula cuando dice que no se acuerda de nada?”, le preguntó un periodista de El Diario al defensor. “Es muy difícil que lo pueda decir yo u otro profesional del derecho. Eso lo va a determinar el perito que le haga los estudios psiquiátricos y psicológicos”, contestó Guiñazú.
“No sé cuál habrá sido la impresión del fiscal y la jueza. Mi impresión personal es que decía la verdad”, señaló.

Naschel, un pueblo conmovido por la tragedia

El oficial los miraba fijo antes de ejecutar su arma. Parecía elegir a sus víctimas, aún en la discrecionalidad de un tiroteo ensordecedor. Los jóvenes que habían llegado desde toda la región y los trabajadores del boliche Natacha se estremecían por la cercanía de los disparos, entumecidos por el horror que se extendió durante un poco más de un minuto.
El efectivo policial de 43 años, Walter Talquenca, había tomado horas antes “algunos Fernet” en el pub a metros del lugar de la tragedia, junto a su esposa, en una noche vulgar, con la habitual rutina del pueblo puntano.
Talquenca nació en Mendoza, aunque trabajaba en San José del Morro, un pequeño poblado a solo 40 kilómetros de Naschel, donde vivía con su mujer y sus dos hijos. Se había desempeñado como miembro del grupo de elite COE (Cuerpo de Operaciones Especiales) de la Policía puntana.
En la madrugada del sábado caminó a paso firme, inmutable, los 80 metros que lo separaban de Natacha. Escasos intervalos de silencio fueron perceptibles mientras descargaba dos cartuchos de su arma reglamentaria. El último disparo le quitó la vida al comisario Julio Barrio, quien intentaba evitar la muerte segura del propietario del boliche, Martín Estrada. Tras ultimar al jefe policial, intentó abandonar la secuencia de muerte y gritos de agonía, de quienes habían resultado baleados. El cuerpo de un camionero de Rojas que buscaba algunas horas de distracción, se hallaba a metros de la pista. Otras 17 personas gritaban por ayuda.
Talquenca fue detenido algunas cuadras después, otro policía lo baleó para lograr desarmarlo. El camarada que le disparó en el tobillo, le quitó la pistola y lo esposó, se quedó helado ante el único comentario que le hizo Talquenca: “Me pegaste un tiro. No te olvides que vos tenés familia”, le dijo. Después le sonrió con una expresión burlona.
«Después de estacionar el auto le disparó a la primera persona, redujo a quienes estaban en la puerta y siguió tirando hasta llegar a la barra”, recuerda el propietario de Natacha.
Martín quiso abrir la puerta de emergencias para darle una chance a quienes intentaban huir, pero Talquenca le apuntó con la decisión de dar continuidad a la escalada criminal. “Salió de atrás mio me apuntó y le pegó el tiro a la policía. Después agarró auto y escapó. Le vi la cara, no decía nada, tenía la mirada fija y disparaba”, recordó.
En la pista había una banda de música local y 250 jóvenes que habían llegado desde diferentes localidades de la zona.
Mariano Estrada estaba detrás de la barra, donde el oficial destrozó de un disparo el rostro de una joven oriunda de Achiras.
“Hace 14 años que tenemos el boliche, nunca hubo nada, no puedo creer lo que pasó. Se vino hasta la barra donde estábamos nosotros y disparaba”, resaltó.
Junto a él, se hallaba Lorena Domínguez, amiga de la joven achirense herida de gravedad. “No frenó en ningún momento, apuntaba para todos lados, me miró fijo, me apuntó y cuando me agaché, el tiro le pegó a mi compañera en la
mandíbula”, relató conmocionada la joven.
Lorena destacó que “los disparos se escuchaban cada vez más cerca y el tipo se paró al lado de la barra y siguió tirando”.
Mariano resaltó que “ver el caos que dejó este tipo en el boliche no se puede comprender, no creo en lo que pasó”.“Esperábamos, con la idea de que nos iba a tocar”
El bombero Germán Engel se hallaba en el interior de la confitería cuando ingresó Talquenca. “Estaba en el otro extremo y sentí un disparo. Creíamos con un compañero de trabajo que era un petardo. Cuando se escucha el segundo, tercero y cuarto, después de una pequeña pausa, la cosa cambia y procedemos a tirar a la gente a la piso. Arrinconé a 5 personas conmigo. Esperábamos con la idea de que en algún momento nos iba a tocar, sin saber de donde venían las balas”, resaltó.
Germán dijo que había seis bomberos en el interior, cuatro de Naschel y dos de Renca, quienes tocaban en la banda musical. “Comenzamos a sacar las víctimas. El Hospital tiene un médico de guardia y no podían salir las ambulancias. Llevábamos la gente en nuestra unidad y en dos camionetas particulares del dueño del boliche”, describió.
El joven bombero manifestó que “nadie se podía dar el lujo de atender en el lugar, porque no había ambulancias”
“Los policías estaban más conmocionados por las pérdidas que tuvieron y no contábamos con la seguridad para despejar el área de trabajo de las víctimas. Era levantar a una persona, llevarla al Hospital y volver a buscar otra”, aseveró.

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