En plena jornada laboral, se movilizaron más de 2 mil personas en 30 micros desde Buenos Aires y otros puntos del país. A fuerza de sandwichs y cerveza hicieron el aguante a los Moyano.
Atlético Camioneros no resiste la lógica de la mayoría de los equipos que buscan hacer historia en el fútbol chacarero. El vertiginoso crecimiento que podría llevar al equipo a la segunda categoría del ascenso nacional tiene el impulso de un gremio poderoso, en busca de la ostentación que otorga la popularidad de la pelota.
El aguante lo hacen «los pibes» que no sienten la camiseta del club de los amores. La pasión es devota de otros intereses. «El Hugo» y «el Pablo» son la verdadera razón que los moviliza detrás de un equipo creado para la ocasión. En las tribunas están las fotos de los Moyano, con consignas gremiales y políticas que nada tienen que ver con la disputa por el balón.
«Los pibes» están exaltados, siguen las directivas envueltos en una locura reversible. Por un lado, la excusa del fútbol. Desde el otro, una logística de movilización sindical que gana la parada. Es la convicción rentada, que permite abandonar el puesto de trabajo en cualquier hora del día para cumplir con «el Pablo».
«Acá nos dejan pasar, no hubo lío con el derecho de admisión», reconoció uno de los organizadores en diálogo con Telediario. En el predio de Camioneros sobre la ruta 36 se anticipó la fiesta verde que vivirían minutos después en la cancha. En las tribunas no pararon de alentar. Allí estaba «El Pablo», que llegó sobre la hora desde Córdoba. Fue una parada sindical, aunque solo se definiera un partido de fútbol.
Afuera los esperaban los sandwichs de vacio y otra vez los porroncitos de Stella Artois bien fríos. La noche en los bondis semicama los devolvió en largas horas de viaje a la Capital. Hasta el próximo partido. O cuando llame «El Pablo».
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