Probablemente sea la más común de todas y, tal vez, la más torturante. La persona acostumbrada a padecerlas, sabe desde que se levanta de dormir, que ese día va a ser uno de los que sufrirá, sabe que durante varias horas sentirá su cabeza como un bombo, embotada y con desgano. Pero los síntomas no son solo esos, el paciente se cansa fácilmente, le cuesta concentrarse, prestar atención o memorizar lo que en otros días le era fácil, también hay trastornos del sueño y que se presenta distintos en cada persona, algunos presentan dificultad para conciliar el sueño, otros se sienten dormidos y obnubilados, pero ambos coinciden de presentar cansancio durante todo el día.
Otros síntomas incluyen falta de apetito, nausea, taquicardia, falta de aire con suspiros y algunos vómitos cuando han tenido sobredosis de analgésicos.
Por su puesto el dolor es la vedette de los síntomas, duele la base del cráneo y de ahí hacia los hombros, la persona suele estar masajeándose o mueve la cabeza tratando de encontrar una posición que le calme o no le despierte mas dolor; en otros momentos hay dolor en las mandíbulas como consecuencia del bruxismo, esa costumbre inconsciente de dormir mordiendo. El paciente le duele y cuando no, se pregunta cuando vendrá la cefalea, su carácter se vuelve irritable, intolerante, el humor no es el mejor del mundo y se siente observado por toda la familia quien desde que se despierta le controlan a ver como se siente hoy.
El dolor es una de las formas que el organismo posee para expresar un desequilibrio, una alteración de la armonía del orden vital. A lo largo la vida se acumulan varios tipo de desarreglos articulares o irritaciones del sistema nervioso y que el organismo las va compensando. Cuando no logra auto corregirse, surgen los conflictos el organismo no funciona bien y el sufrimiento será inevitable.
Los dolores se despiertan por varios motivos, los nervios como primera causa; las malas posturas con sus dichosas computadoras, como segunda; después las historias de cada uno se escribe distinta, algún traumatismo, emociones fuertes, un accidente, la extensión prolongada del cuello durante la intubación en una cirugía, la artrosis o una columna rectificada, hacen el resto, condenar al individuo a ser un “drogadicto” de analgésicos de todo color y forma.
La solución para esta tortura podrá ser sencilla o complicad según colaboren en conjunto el medico y el paciente. El dolor se mantendrá en la memoria del cuerpo hasta tanto no sea corregida mediante tratamiento adecuado; el profesional le podrá brindar al enfermo la medicación que controlará los “ataques” y le podrá mejorar su calidad de vida, los tratamientos de masajes, quiropraxia y fisioterapia realizadas por las certeras manos de los kinesiólogos, podrán hacer el resto. En estos últimos tiempos se agregaron tratamientos de ozonoterapia y ejercicios posturales destinados a corregir las desviaciones del esqueleto que colaboraron para que el enfermo se transforme en sano o casi sano, un estado de placer que el que sufre de cefalea tensional ha perdido y ya ni recuerda como se vive sin dolor.
En definitiva, el dolor está pero la solución esta latente en el consultorio de su medico, pídale ayuda de seguro el la tendrá.
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