La medida fue dispuesta en solidaridad por las familias puntanas afectadas en Villa Gesell por el rayo que cayó el jueves en la playa. El padre de Agustín dialogó hoy con los medios y expresó: «No tengo más vida, mi hijo murió en mis brazos».
La medida fue adoptada a partir de la tragedia ocurrida en el balneario Afrika, de la localidad bonaerense de Villa Gesell, que causo cuatro victimas fatales y 22 heridos
Entre quienes perdieron la vida se encuentra Agustín Irustía, de 17 años y Priscilla Ochoa, de 16, quienes vivían en la ciudad de San Luis y se encontraban en la playa junto a familiares y amigos al momento en que cayó un rayo que causó la citada tragedia.
El documento emitido refleja el profundo dolor del pueblo puntano por los hechos sucedidos en la localidad bonaerense que causó la muerte del joven sanluiseño. La medida adoptada incluye el izamiento a media asta de las bandera argentinas y sanluiseñas en todas las dependencias públicas de la Provincia.
«No tengo más vida»
Fabio Irustia, padre de Agustín, aseguró hoy que ya no tiene «más vida» desde que su hijo falleció en sus brazos.
«No puedo entender por qué Dios nos hizo esto, me hubiera llevado a mí», dijo el hombre desconsolado y sin poder contener el llanto a la prensa, el día posterior a la tragedia.
Irustia estaba junto a su familia en la playa, en el balneario «Afrika», cuando cayó un rayo y mató a su hijo de 17 años, a otros tres jóvenes más que estaban cerca y dejó a 21 heridos de diferente consideración.
El padre de una de las víctimas dijo no entender el por qué de lo que sucedió con su hijo, quien era una promesa del voleibol de la provincia de San Luis, de donde son oriundos.
«Para mí sigue vivo. Estoy soñando con que van a venir a despertarme para decirme que todo esto es una pesadilla», agregó aún impactado por la realidad que le toca vivir.
Irustia comentó, sin contener el llanto, que Agustín murió en sus brazos y relató que al momento de la caída del rayo «estaba toda la familia reunida, no había truenos, no había relámpagos y estaba nublado y llovía y por eso nos protegimos en las carpas».
«Al rato escuchamos una explosión y terminé con el cuerpo de mi hijo tirado, el más chico también, mi sobrina de la vida también falleció (Priscila Ochoa de 16), es increíble lo que nos ha pasado», expresó.
Luego, visiblemente compungido, Irustia exclamó: «Ojalá Dios me hubiera llevado a mí. Cambiaría la vida de mi hijo por la mía. No hay forma de seguir adelante con esto. La muerte no se puede emparchar. Nadie te puede sacar este dolor de adentro».
El padre de Agustín lo recordó como un chico «que no fumaba, no tomaba y vivía para el deporte», y luego se preguntó «Todo el mundo habla de que hay un Dios, díganme dónde está?. No existe, porque sino tendría que haberme llevado a mí y no a un chico de 17 años».