Se trata del Arsat-1, el primero en telecomunicaciones. Servirá para mejorar los servicios de telefonía móvil, Internet y televisión digital. Un recorrido por los laboratorios en donde se construyó y ahora se testea.
Si todo va bien, en el segundo trimestre de 2014 se lanzará al espacio. Pero antes debe ser analizado al detalle ya que una mínima falla puede ser fatal. En órbita no hay forma de repararlo.
Este año se inauguró el Centro de Ensayos de Alta Tecnología (Ceatsa) en el predio de la empresa Invap, en Bariloche. Allí el satélite está siendo puesto a prueba.
Con el Arsat-1, Argentina será la séptima nación en el mundo con capacidad para construir satélites de telecomunicaciones. Para ello, el país invirtió 6.500 millones de pesos en instalaciones, equipamientos y recursos humanos.
El artefacto permitirá reemplazar un satélite extranjero que actualmente Argentina alquila para ocupar su posición orbital según las leyes internacionales de telecomunicaciones.
Arsat-1 permitirá mejorar las comunicaciones del gobierno y las transmisiones de televisión satelital, ampliar la cobertura de telefonía rural, reforzar la interconexión de la telefonía celular y dar Internet satelital.
En 2011, Argentina lanzó con éxito el SAC-D/Aquarius, un satélite científico construido en sociedad con la Nasa. A falta de instalaciones como la de Ceatsa, las pruebas se realizaron en Brasil, el único país latinoamericano con un centro de pruebas hasta ese momento.
Para entrar y ver de cerca los ensayos en estas instalaciones hay que colocarse cofia, barbijo, guardapolvo y zapatos especiales. Una partícula que se adhiera al satélite puede ser fatal a una órbita de 30 mil kilómetros de la superficie terrestre y a más de 10 mil kilómetros por hora.
La habitación es enorme pues debe albergar diferentes aparatos que sirven para testear satélites, pero también autos, radares y piezas de las industrias más avanzadas.
La cámara de termovacío es lo más parecido al ambiente espacial. Por 34 días, el Arsat-1 estuvo dentro de este gran horno-freezer. Como en el espacio, adentro no hay aire y el clima es extremo. “Allí se lo somete a un ciclado de bajas y altas temperaturas. Desde -180º a 150º”, comenta Danilo Giri, responsable de los ensayos.
Y explica: “El objetivo es probar que todas la operaciones del satélite que ya probamos en condiciones terrestres funcionen con estas condiciones extremas”. Para ello también hay instalada una central de comando y control del satélite. “Se lo opera como si ya estuviera en órbita. Salió todo bien”, asegura Giri, quien acompaña a este periodista en todo el recorrido.
(LaVoz.com.ar)
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