El Alzheimer pondrá en jaque a pacientes y familiares pero también a la Salud pública y a la economía de los países que deberán atenderlos. Por eso ayer los ministros de Salud de las principales potencias del mundo (el G-8) se reunieron en Londres en una cumbre inédita para luchar en conjunto contra la que ya se considera una de las epidemias del futuro.
“Si queremos combatir la demencia tenemos que trabajar a nivel global, con los países, las empresas y los científicos de todo el mundo, como hemos hecho con el cáncer y el sida”, dijo David Cameron, primer ministro británico y anfitrión de la cumbre. Existen varios tipos de demencias –el tipo más común es el mal de Alzheimer– y la mayoría son degenerativas y por lo tanto, irreversibles. Se trata de una pérdida de la función cerebral que afecta la memoria, el pensamiento, el lenguaje, el juicio y el comportamiento. Los números, revelados ayer, son alarmantes: todas las formas de demencia afectan a 44 millones de personas en el mundo y se calcula que la cifra podría triplicarse en 2050 y llegar a los 135 millones de personas afectadas.
Las cifras provienen de un nuevo informe de la Alzheimer Disease International que además, mostró que el número de enfermos de demencia (casi el 70% corresponde a personas con Alzheimer) aumentó en un 22% en los últimos 3 años. Por eso, el informe no dudó en afirmar que las demencias representan uno de “los grandes desafíos en materia de salud pública de nuestra generación”.
Argentina no está ajena a lo que pasa en el mundo. El Alzheimer y otras formas de demencia afectan a más de 450 mil personas y el hecho de que sea uno de los países que está envejeciendo más rápidamente en la región hace encender otras alarmas, porque entre los mayores de 85 años hay una probabilidad mayor al 30% de desarrollar el trastorno.
En nuestro país, además, según las últimas estadísticas vitales del Ministerio de Salud de la Nación, la mortalidad por esta enfermedad subió un 30% en los últimos 10 años.
La Organización Mundial de la Salud calculó que sólo en un año, la enfermedad costó 604 millones de dólares.
Fuente Clarín