El veto a la radicación de Monsanto – Opinión – «Diluidas las primeras horas de euforia, la decisión dejó un debate abierto sobre los conceptos que Jure utilizó en sus fundamentaciones…»
La negativa a la radicación de Monsanto en Río Cuarto no solo podría explicarse entre quienes celebraron la decisión del intendente Juan Jure, sino también, entre los que desestimaron el enojo público a pesar de encontrar en la multinacional, como en muchas otras firmas del rubro, las razones argumentales de un millonario negocio económico.
Tras la conferencia de prensa de Jure, fue contundente el silencio de los intereses que se mimetizan con el concepto de producción agrícola que representa la compañía nacida en Saint Louis sobre principios del siglo pasado. Ninguno de ellos, advirtió en el rechazo a la instalación de una planta de experimentación de semillas sobre ruta 8, una afrenta a sus actividades particulares ó colectivas. Prefirieron que se llevaran puesto a Monsanto como símbolo de todo mal, porque su ausencia en Río Cuarto no modifica un modo de explotación de la tierra ni los cuantiosos réditos monetarios que les genera.
Desde la Sociedad Rural ó el Colegio de Ingenieros Agrónomos escogieron ver el rechazo social estampado sobre el logo de Monsanto porque aún logran evitar el impacto sobre los productores que utilizan Round Up ó los comerciantes que ganan suculentas ganancias con la comercialización de herbicidas.
Monsanto es el segundo productor mundial de agroquímicos y uno de los principales proveedores de semillas genéticamente modificadas del mundo. Fue también protagonista junto a otras empresas del rubro, de la creación del Agente Naranja, un herbicida utilizado por Estados Unidos en la guerra de Vietnam para abrirse espacio entre la selva asiática, provocando más de 400 mil muertos y 500 mil nacimientos de niños con malformaciones. Sus antecedentes han fundamentado el rechazo direccionado de organizaciones ambientalistas, aún cuando Monsanto cimiente sus acciones del mismo modo que otras empresas del rubro.
Varias semanas atrás, Jure había señalado que no tomaría ninguna medida “que afectara el interés de los riocuartenses”. Era un secreto a voces que el mandatario le negaría a Monsanto su radicación, aunque nadie podía anticipar el cómo. El pasado viernes, se filtró la decisión de quienes integran el área de Medio Ambiente del Edecom rechazando el pedido formal de la empresa y su informe de impacto ambiental. A pesar de que se desconocía el informe definitivo y las evidencias de los especialistas, parecía que el Ejecutivo hallaba la fórmula para decidir la suerte de Monsanto desde la fiabilidad de las normas, pero no fue así.
Contrarreloj, en el Palacio de Mójica convocaron a una conferencia de prensa en la que el mandatario aseguró que aún si el resultado de la evaluación de impacto ambiental fuera positivo, hubiera hecho lo mismo. “La paz social es una cuestión que venimos cuidando y a pesar de muchas diferencias que existen, ideológicas, religiosas o de distinta naturaleza, hemos podido tener siempre una armonía en la convivencia”, sostuvo.
Jure añadió que “la función del intendente no es sólo interpretar las normas, sino entender lo que pasa y tomar el pulso social de la ciudad” De este modo, minimizó la evaluación técnico legal en un afán por adjudicarse el pleno de una decisión política que rápidamente alcanzó un eco nacional. El atajo adoptado le facilitó dar por superada cualquier evaluación de sus secretarios y concederse los méritos del rechazo. Los dos caminos iban a concluir con el “No a Monsanto”, aunque uno de los trayectos reducía el marco de la especulación.
Conflicto social
Los elogios en las redes sociales y el aval de referentes provinciales en la lucha por el cuidado del medio, lo ubicaron a Jure en un escenario impensado días atrás. La gestión municipal emergía debilitada por las críticas a los servicios públicos, el estado de los espacios verdes, el deterioro de las calles y las flaquezas financieras. Solo el plan de viviendas, que intenta ser la mayor política de Estado de los últimos años en la ciudad, logró contrarrestar los vientos desfavorables.
La abultada derrota del radicalismo en las elecciones legislativas – el peor resultado en toda la provincia- fue también un duro golpe para las aspiraciones provinciales de Jure, quien todavía gozaba de los resabios electorales que lo convirtieron “en el intendente que derrotó a De la Sota”. El Gabinete del Sur se mofó del resultado en el mismísimo Centro Cívico y el municipio comenzó con un plan de reconstrucción que se inició en un recorrido en ómnibus por obras, la reanudación de la publicidad oficial y finalmente, el enfático rechazo a Monsanto. Diluidas las primeras horas de euforia, la decisión dejó un debate abierto sobre los conceptos que Jure utilizó en sus fundamentaciones.
El intendente dejó entrever que estaban en riesgo la paz social y la convivencia de los riocuartenses, dos afirmaciones que requieren de fuertes argumentos para evitar que sean reducidos a un eficaz oportunismo. ¿Tomaría la misma decisión Jure si las protestas comienzan a radicalizarse sobre Bio 4, una empresa beneficiada por un convenio con EMOS para la explotación de millones de litros de agua? ¿Se pensó en evitar el conflicto social cuando productores ó entidades privadas fumigaron con agroquímicos a metros de zonas urbanas? Es difícil aventurar la extensión temporal del “efecto rechazo”, que el intendente calificó como inapelable, aunque nada podrá evitar que Jure sea recordado como el mandatario que dictaminó el primer “No” a Monsanto. Quienes exigieron el desplante a la multinacional –Río Cuarto sin Agrotóxicos, la Universidad Nacional de Río Cuarto, Izquierda Unida, CTA, Unidad Popular…- también encontraron la oportunidad para ir por más.
Resuelta la calma en “la ciudad de la furia” que imaginó Jure, debería emerger el debate que permita superar la contradicción entre la alta productividad y rentabilidad agropecuaria y la sustentabilidad del medio. Una disputa en la que también están en juego los recursos que cimentaron la recuperación económica de la última década en el país y el incremento en la producción de alimentos para consumo interno y exportación. Y en esa discusión, no alcanzará con el golpe de efecto de un veto a Monsanto.
Por Pablo Callejón (callejonpablo@yahoo.com.ar)
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