El presidente de Bolivia, Evo Morales, fue distinguido ayer con el título de Doctor Honoris Causa por las universidades de Lanas, Río Cuarto, Comahue y de las Madres de Plaza de Mayo. El líder fue homenajeado por ser “uno de los principales referentes de la defensa de la dignidad, igualdad y libertad e integración de los pueblos de Latinoamérica».
La distinción del mandatario pone en valor su labor en Bolivia y en la región. Su llegada al poder significó la estabilidad política, la transformación institucional, el ascenso a la arena pública de los sectores hasta el momento más postergados, el reconocimiento de hecho de las comunidades indígenas y transformaciones sociales en materia de educación, trabajo, salud y acceso a la tierra y a la vivienda.
Los logros de Evo Morales vinieron a descomprimir en Bolivia el escenario signado por la crisis social, política y económica. Su triunfo contundente en las elecciones presidenciales de 2005, donde obtuvo más del 50% de los votos y se consagró como primer presidente indígena, fue posible dado que el MAS, como fuerza representante de los movimientos indígenas, de las organizaciones rurales y de sindicatos mineros, conquistó las voluntades urbanas valiéndose de un discurso con tonalidad popular pero arraigado en el estado de derecho, aferrado a la legalidad institucional y a los procesos democráticos.
El MAS pudo instalarse entonces, como pivote mediador, ubicándose en el centro de las disputas entre la derecha más conservadora y la izquierda más radical. A partir de allí construyó la estabilidad política, que le permitió avanzar en lo social y económico, pese a las trabas de la oposición que conservó su mayoría en el senado.
En primera instancia, cumplió con la promesa de campaña, de estatizar los hidrocarburos. La reforma no supuso la expropiación de las transnacionales REPSOL y PETROBRAS, sino la creación de ypfb, que se traduce en una ampliación de la participación Estatal en la explotación del recurso, que le garantiza al fondo público la tenencia del excedente para ser redistribuido en la sociedad.
Atendió a la descentralización del poder estrictamente vertical a través de las Asambleas Constituyentes, que le dieron a los departamentos de las distintas regiones, mayor autonomía en el manejo de sus recursos y en la toma de decisiones.
Lideró, junto a Venezuela y Cuba, incorporando a Brasil y Argentina, el proceso de integración regional bajo una tendencia bolivariana frente a la opción monroísta que volvía a impulsar Estados Unidos por aquellos años. Los líderes de la región hicieron prevalecer la unión que se basó en ventajas que se basó en la lógica cooperativa y no la competitiva.
En ese marco, se dieron intercambios de recursos humanos, energéticos y económicos, que le permitieron a Bolivia atender a las necesidades de salud pública y encarar las campañas de educación que lograron alfabetizar a más de un millón de bolivianos no escolarizados.
El reconocimiento constitucional de todas las lenguas, significó la visualización de todas las nacionalidades que convivían bajo el mismo Estado. La legalización del cultivo y producción de coca como pauta cultural, la posibilidad de acceso a la vivienda y la reforma agraria hacia la distribución y consagración de la propiedad comunal de la tierra, contribuyeron también a la normalización política y a la paz social que en años anteriores explsaban a miles de bolivianos de su país en busca de mejores oportunidades.
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