Una locura por llegar a la meta. Eso fue lo que cometió Mauricio Sainz, navegante Sebastián Llamosas, piloto de Apóstoles, al subirse arriba del capó del auto y acelerar el vehículo con la mano debido a un desperfecto.
El hecho ocurrió en la final del Rally, el domingo en Campo Viera. Sainz aceleró con la mano durante 800 metros, desde el final del especial 2 hasta el parque de asistencia. El auto se quedó sin acelerador (se le cortó el cable) y por eso el navegante decidió realizar esa arriesgada maniobra.
«Peligroso es, sin dudas», asumió Ignacio Allende, presidente de la Asociación de Pilotos de Rally Misioneros. Pero también reconoció que no es la primera vez que ocurre algo similar en un rally.
Allende aseguró que el reglamento no establece ninguna medida para aplicar a los vehículos con esos inconvenientes. La maniobra salió bien porque nadie quedó lastimado pese al riesgo que corrió Sainz.